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Canal du Midi: el placer de la vida tranquila

Parece ser que Nerón y Carlomagno habían pensado en esta gran obra. Sería el gran Colbert (y sus 17 millones de libras) el gran impulsor del proyecto. Se le atribuye a este enorme conducto el ser el más antiguo de Europa y no le falta razón a esta tesis, ya que se construyó bajo el reino de Luis XIV, esto es, comenzó a edificarse en 1666 y fue acabado en 1681. Esta gigantesca vía acuática, diseñada por el ingeniero Pierre-Paul Riquet, movilizó a 12.000 hombres para su construcción, tiene fama internacional y es reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Hoy podemos navegar por la zona sin necesidad de titulación específica y con un precio muy razonable.

Este agradable itinerario reúne una serie de características que lo hacen ideal para unas vacaciones. La distancia es moderada y los desniveles son muy escasos. Sólo hay que salvar pequeñas rampas en las esclusas. Además, si optamos por hacerlo en bicicleta podemos tener sombra casi continua, pues el canal está bordeado en toda su longitud por distintos tipos de árboles. Por último, es una ruta que goza de una temperatura favorecida por el excelente clima del sur de Francia.

Una de las principales atracciones que tiene la ruta del Canal du Midi, que recorre 240 kilómetros entre la laguna de Thau (cerca de Sète) y Toulouse, es contemplar la variedad de barcos que circulan o están anclados en sus aguas, desde los yates más cool hasta barcos tradicionales, muchos de ellos convertidos en residencias flotantes.

Desde Toulouse

También se puede iniciar la ruta por este canal en Toulouse, una de las principales ciudades de Francia, con un casco antiguo en el que destacan sus coquetas y animadas calles. Entre Toulouse y Carcassonne el canal funciona como una poderosa red de ocio entre la N 113 y las autopistas. De un modo discreto el agua anima a un picnic o un pequeño paseo. La vida fluye con tanta facilidad que da igual que sea laborable o festivo.

En una segunda etapa sería conveniente pasar por Naurouze, donde se inicia la alimentación del Canal du Midi con las aguas procedentes de la Montaña Negra. Los atractivos se suceden. El ocio lo podemos encontrar en Port Lauragais, que es un puerto de recreo en el interior perfecto para un picnic al mediodía o preparar nuestras mochilas para una buena caminata. Además de la dársena octogonal que hoy se encuentra cegada, Naurouze cuenta con un obelisco levantado en honor de Pierre-Paul Riquet entre 1825 y 1827.

 Al visitar Castelnaudary nos encontramos con uno de los puertos más importantes del canal, denominado el Gran Estanque. El casco antiguo y sus monumentos reflejan sus siluetas en las aguas de este lago de reducidas dimensiones que termina en la esclusa de San Roque, formada por cuatro desniveles consecutivos que permiten superar 9,5 metros.

Triple esclusa

Es interesante también darse una vuelta y visitar el acueducto de Orbiel, asentado sobre tres arcos por los que el canal supera el río que da nombre al acueducto, se construyó según los planos de Vauban en 1688. Un poco más lejos encontramos la triple esclusa de Trèbes, parcialmente excavada en la roca. Junto a ella se erige un molino de casi 300 años de antigüedad.

Otra buena opción nos puede llevar hacia las ciudades. Carcassonne y Béziers son los dos lugares de referencia. La primera con su ciudadela que nos transporta hacia el mundo medieval. La Cité un gran teatro donde los turistas y la iluminación nocturna crean una fantasía continua. Cada una de sus puertas es un camino hacia la intriga histórica. Posiblemente, la basílica de St. Nazaire sea la otra visita obligada.

Beziers no es tan turística, pero su atractivo es evidente. Ver la catedral de St. Nazaire desde el puente viejo sobre el río Orb es una forma perfecta de entender el románico. Un sueño donde la conducción es difucultusa, por lo que conviene olvidarnos del coche y disfrutar de sus cuestas y sus calles inclinadas Las esclusas de Fonseranes nos demuestran las capacidades de la ingeniería del siglo XIX. Ocho puertas sirven para superar los 312 metros de desnivel, el agua y las leyes de la física hacen el resto. El mar ya está más cerca.

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