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De pazos por Galicia

Casa Grande de Rosende.

Pazo do Castro (O Barco de Valdeorras, Ourense)

Hay lugares donde apenas hay que usar la imaginación para hacerse una idea de cómo sería la vida allí unos siglos atrás. Y lo bueno de la experiencia es que lo imaginarás como noble, porque en este palacio declarado Edificio Histórico Artístico vivieron varias generaciones de aristócratas desde el siglo XVII. Pasearse por sus  salones, la biblioteca o la capilla ya es toda una experiencia que se puede completar visitando los jardines de bojs centenarios que rodean el pazo. Además, es un buen punto de partida para visitar la  Ribera Sacra, una de las zonas más espectaculares de Galicia.

Torre do Rio (Caldas de Reis, Pontevedra)

Junto al río Umia, en una finca de más de 10.000 metros cuadrados donde la naturaleza gallega muestra su versión más auténtica, se encuentra un antiguo complejo textil del siglo XVIII ahora reconvertido en hotel rural. ¿Qué planes hacer por allí, aparte de deleitarse sin más? Por ejemplo, visitar los espacios termales de la zona (Caldas y Cuntis), ser testigo de primera línea del alucinante salto del río Umia o visitar los puentes romanos de los alrededores. Para todos los gustos.

Casa Grande de Rosende (Sober, Lugo)

¿Qué tal dormir en un pazo levantado allá por 1511 que conserva la capilla, la lareira y la solaina junto a bodegas y un entorno como para gastar unas cuantas tarjetas de memoria haciendo fotos? Es lo que encontraréis en este pazo o antiguo palacio en el que parece que se ha detenido el tiempo muchos siglos atrás, sólo que con la ventaja de estar acondicionado a las necesidades modernas. Uno de los que son apuesta segura.

Pazo do Souto (Carballo, A Coruña)

Los privilegiados que pertenecían a la alta sociedad no construían sus grandes casas solariegas en cualquier parte, que para eso tenían donde elegir. Prueba de ello es el Pazo do Souto, levantado en 1672 por el marqués de Montenegro nada más y nada menos que sobre una torre medieval en un antiguo castro celta. Pero ahí no acaban las buenas sorpresas: enclavado en una enorme finca de 25.000 metros cuadrados, está rodeado de campos verdes en los que los castaños ocupan un lugar privilegiado. Los que quieran movimiento, han llegado el enclave perfecto: desde aquí es posible acceder a varias rutas de la alucinante Costa da Morte y Finisterre, entre otras alternativas. Un capricho que hay que darse.

Pazo A Freiría (Pobra de Trives, Ourense)

Aunque se construyó en el siglo XII como asentamiento monástico de la orden de San Juan de Jerusalén, a partir del siglo XVI pasó a manos de la nobleza, que lo convirtió en residencia y casa de labranza. Casi diez siglos después acoge a los viajeros que vengan buscando rincones con encanto en un entorno privilegiado como este: se encuentra rodeado de bosques de castaños, en una finca de 15 hectáreas donde la mejor opción es disfrutar de la naturaleza. Por ejemplo, de los cañones del Sil, a muy poca distancia. Para desconectar a lo grande.

La Rectoral de Cobres (Vilaboa, Pontevedra)

Ubicado sobre una colina con unas estupendas vistas a la ría de Vigo, esta casa se construyó en 1729 en uno de los mejores lugares de la parroquia de San Adrián de Cobres, en el Concello de Vilaboa (Pontevedra). Se conservan, además de la propia casa, el hórreo, la panera y la capilla. El lugar perfecto para una escapada si lo que buscas es desconectar disfrutando de pequeños grandes placeres.

Pazo de Hermida y Luaces (Dodro, A Coruña)

Tras los muros de este pazo -construido en el siglo XVII al unir las torres desde las que se controlaba la entrada de embarcaciones por el río Ulla-, hay historias como la del pacto de Lestrove por la República, que se firmó en este lugar. O como la de la doña Rosalía de Castro, que escribió, descansó y también tuvo a sus hijos gemelos en este pazo allá por el año 1871 (cuentan que todavía se conservan las azaleas que ellá plantó en el jardín). Por eso es el pazo perfecto para los amantes de la historia, la literatura y también la naturaleza, ya que se encuentra en mitad de un entorno privilegiado: el de la cabecera de la ría de Arousa. Para no perdérselo.

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