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Destinos

La ruta de las ánimas: 5 pueblos habitados por fantasmas

Ruinas en La Mussara (Wikimedia Commons - imagen con licencia CC BY-SA 3.0).

Jafra (Barcelona)

En la comarca del Garraf se esconde esta aldea abandonada donde se acumulan varias leyendas que hablan de almas en pena vagando por las noches. Una de las que tiene más adeptos es la del pozo que hay junto a la iglesia, donde cuentan que murió un niño. Dicen que su fantasma es el que han visto corriendo por el pueblo, el mismo que desaparece de pronto sin dejar rastro. Sonidos que parecen lamentos que surgen de la nada cuando cae el sol y sin que nadie los pueda ubicar y una casa encantada conocida en la zona como ‘la casa poltergeist’ son otros extraños fenómenos que los fieles al misterio achacan a seres de otro mundo.

Topas (Salamanca)

En esta localidad salmantina se encuentra un hotel, el del Castillo del Buen Amor, al que envuelve un halo de misterio. Levantado sobre los cimientos de una fortaleza del siglo XI, el castillo tuvo ilustres propietarios que protagonizaron historias de amor, celos e intrigas que quedaron encerradas entre estos muros. Una de ellas es la que da nombre al castillo, y se refiere al arzobispo de Santiago, Alonso de Fonseca,  y su amante, María de Ulloa. Se cree que el fantasma que algunos huéspedes aseguran haber visto es el de ella, mientras que los extraños ruidos que parecen provenir de las caballerizas se relacionan con el arzobispo. No son los únicos misterios: el sonido de cadenas que se arrastran o llamadas teléfonicas que proceden de habitaciones sin huéspedes se han sucedido con frecuencia según trabajadores del hotel. Cuando descuelgan, sólo escuchan un sonido: la respiración de alguien desde el más allá.

Bélmez de la Moraleda (Jaén)

El pueblo de Bélmez se hizo famoso en 1971, cuando la familia Pereira hizo públicas las extrañas manchas con rostros humanos que aparecían en el suelo de su casa. Después de limpiarlas y hacerlas desaparecer, el fenómeno volvía a suceder: nuevas caras aparecían en el mismo lugar, aparentemente sin explicación racional. El revuelo mediático que se originó en la casa de Los Pereira llevó a excavar el suelo, donde aparecieron huesos que indicaban que la casa se había construído sobre un antiguo cementerio. Después vinieron psicofonías, acusaciones de fraude, el cierre de la casa del que levantó acta un notario y tras el que aparecieron caras nuevas mientras que las antiguas se habían movido de sitio, un aluvión de investigadores parapsicológicos que se trasladaron a Bélmez para desentrañar el misterio... Hoy, 42 años después, sigue sin determinarse la procedencia de las famosas caras de Bélmez.

La Mussara (Tarragona)

Hace ya más de medio siglo que La Mussara fue abandonadona por sus habitantes, y aquello fue el principio de una leyenda. Cuentan que en este lugar se encuentra una puerta dimensional que traslada a quienes la cruzan a un punto de un universo paralelo, y que los casos de desaparecidos en La Mussara están relacionados con la llamada "Villa del 6", un supuesto lugar en ese otro universo. Aunque son muchas más las teorías que argumentan que hay otras explicaciones que sostienen de modo racional por qué han desaparecido personas en ese pueblo, como que la espesa niebla del lugar desorienta a los senderistas, quienes creen en esa otra dimensión argumentan que aún hay varios de esos desaparecidos a los que nunca se encontró y sobre los que no hay pistas de su paradero.

Ludeiros (Ourense)

En este pueblo, el fantasma de la casa de Escusella es tan conocido que hasta tiene nombre propio. Lo llaman Marrequiño, y quienes dicen haberlo visto aseguran que se trata de un fraile sin rostro que va acompañado de dos mujeres y que advierte a los que se encuentran en su casa que no vuelvan. Quien estaba seguro de la presencia de Marrequiño fue el último huésped de esta casa del siglo XVIII que se encuentra ahora en ruinas, un guardia portugués que la habitó a principios del siglo pasado. Se cree que Marrequiño es el fantasma de un cura que contrataba albañiles para terminar de construir A Escusella. Según la leyenda, para ahorrarse sus sueldos los mataba y después los enterraba en el patio. Por eso ahora a este fantasma se suman las ánimas de todas esas supuestas víctimas que se dejan ver en las noches de luna llena.

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