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¿Por qué Fuerteventura es la mejor isla de España?

Los primeros habitantes dejaron sus huellas en la montaña de Tindaya en forma de podomorfos orientados al paisaje celeste (flickr | Jose Mesa - imagen con licencia CC BY-SA 2.0).

Ellos son quienes han decidido que la espectacular Fuerteventura es la mejor isla de España para este 2015. Y no sólo eso: uno de sus municipios, La Oliva, fue votado unas semanas antes como el segundo mejor destino del país, sólo por detrás de Barcelona.

¿Qué tiene Fuerteventura para volver locos a familias, singles, parejas sin hijos, grupos de amigos, jubilados con animales de compañía y todas las combinaciones de viajeros que se os pasen por la cabeza? Para empezar, precisamente eso: que se trata de una isla tan ecléctica que todo el mundo es más que bienvenido. La fama de auténtico paraíso que cosechaba entre los amantes de los deportes acuáticos y los ecoturistas se trasladó enseguida al resto de tribus, urbanas y campestres, así que hay sitio para todos.

Fuerteventura, auténtica y salvaje

Para seguir, que a pesar del boom turístico, Fuerteventura mantiene ese aire de isla auténtica y salvaje, donde guris y locales se cruzan sin problema mientras ambos mantienen sus costumbres. Y para terminar, que tiene algunos de los paisajes más alucinantes que veréis jamás. Tanto que para protegerlos hace ya 6 años que la UNESCO declaró la isla al completo Reserva de la Biosfera. Pero ahí no acaban sus atractivos. La lista es tan larga que necesitaríamos un rato de los largos para no dejarnos nada en el tintero. De momento, ahí va un aperitivo.

Playazas y más playazas

Desde el norte hasta el sur, o desde Corralejo hasta la península de Jandía, la cantidad de espectaculares playas que dibujan la isla es uno de los principales reclamos. Disfrutarlas es un regalazo de los de verdad porque hay pocas playas tan alucinantes como estas, de arena fina dorada y aguas color turquesa. ¿Lo mejor? Que el ‘catálogo’ es tan amplio que hay para todos los gustos: con dunas, sin ellas, con olas, en calma... Pero ninguna abarratoda y todas prácticamente vírgenes. Hay quienes tienen su paraíso en la extraordinaria Cofete, otros lo sitúan en las playas de El Cotillo, también están los que prefieren alguna de las situadas en el Parque Natural Grandes Dunas de Corralejo, los que se declaran verdaderos amantes de la isla de Lobos, a apenas dos kilómetros... En el sitio web oficial de Turismo de Fuerteventura encontrarás una buena guía para elegir. Sólo podemos añadir que incluso los poco amigos del mar y la arena acaban convirtiéndose y rindiéndose a la evidencia: si el paraíso existe, debe encontrarse por aquí cerca.

Un cielo espectacular para los amantes de las estrellas

Dicen los aficionados a la astronomía que hay pocos cielos como el de Fuerteventura. De hecho, la posibilidad de poder contemplar aquí la Vía Láctea abarrotada de estrellas fue la culpable de que la UNESCO iniciara el procedimiento para convertir esta isla en Reserva StarLight, mención con la que se reconocen aquellos puntos del planeta donde las condiciones de iluminación natural y nitidez del cielo nocturno son perfectas para contemplar el cielo estrellado. Quizá por eso a Fuerteventura la tradición de mirar las estrellas le viene de lejos: cuentan que los primeros habitantes de la isla dejaron sus huellas en la montaña de Tindaya en forma de podomorfos orientados no sólo a elementos del paisaje terrestre sino también del paisaje celeste.

Caminatas entre volcanes

Aunque casi siempre que se escucha algo sobre Fuerteventura está relacionado con deportes acuáticos o playas, también es buen destino para los aficionados a los volcanes. De hecho, es el origen volcánico de la isla el que ha hecho de ella un lugar con una orografía tan original. Desde la localidad norteña de Lajares en dirección Corralejo hay una serie de volcanes alineados entre los que se encuentra un cráter casi perfecto, de nada menos que 70 metros de profundidad, cuyo acceso es muy sencillo además de libre. Al llegar a la cima encontrarás unas impresionantes vistas que merecen mucho la pena hasta para los que sufrimos cierto vértigo. Palabra de miedosa a las alturas.

Diversión para estómago y espíritu

Otra virtud más o menos desconocida de esta isla es que se disfruta y mucho al sentarse a la mesa. Nada de cómida rápida para engañar el estómago sin más. A pesar de que el turismo extranjero tiene una buena cuota de representación, los restaurantes autóctonos se mantienen y miman mucho al cliente. Entre los imprescindibles de la gastronomía majorera se encuentran sus riquísimos quesos, la carne de cabrito, el sancocho, el gofio, las papas... Y además, a precios más que económicos. ¿Qué más se puede pedir?

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