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De Sevilla a Granada por el camino de Washington Irving

La Alhambra de Granada (flickr | jiuguangw - imagen con licencia CC BY-SA 2.0).

Buscar hoy los pasos del escritor no quiere decir necesariamente hacerlo en sus mismas condiciones, penosas en la mayoría de los casos. Irving, como buen romántico, encontraba encanto y poesía en todo. Lo que era un viejo camino histórico tenía para muchos escritores ese tinte costumbrista que tanto seduce todavía. La componente física hace mucho. El paisaje agrícola de la campiña sevillana hacia los pasos más quebrados de Antequera. La naturaleza parece enfadase a partir de Estepa y se vuelve más caprichosa con una colección de lagunas como la famosa Fuente de Piedras y su población de flamencos, o esas fértiles vegas, cuando nos adentramos en Granada. Huétor, Loja o Chauchina son un buen ejemplo.

Para muchos, el pueblo que más sorprende de esta ruta es Alhama de Granada.

A lo largo de los casi 300 kilómetros que podemos recorrer, la arquitectura es la verdadera protagonista. Sobre la base de poderosa arquitectura popular aparece una gran colección de castillos de origen medieval que se complementan con joyas del barroco andaluz. Los recintos amurallados de Alcalá de Guadaira, Osuna o Montefrío, son un complemento a Estepa, Marchena o Loja.

Las calles de Marchena, por ejemplo, mantienen los típicos enrejados de sus ventanas apoyadas en sus poyetes. Osuna encadena necrópolis, colegiata y panteón en un derroche de riqueza… Para muchos, el pueblo que más sorprende es Alhama de Granada. Parece que está pensado para la foto perfecta. Teófilo Gautier fue su mejor publicista cuando la definió como un nido de águilas “colgado sobre una enorme roca.” Sus hammams siempre han sido una referencia, dando nombre a un emplazamiento que sigue siendo lugar de relax por la calidad de sus aguas.

Espárragos y alfajores

Otro buen buen ejemplo de esta capacidad de integración es la gastronomía. Desde lo más sencillo, como puede ser el pan, hasta lo más sofisticado, como la respostería, siempre vamos a encontrar alguna novedad. Esos molletes de Antequera no se entienden sin el aceite de la campiña sevillana con kilómetros y kilómetros de caminos entre olivos que nos llevan desde Estepa hasta Carmona. Espárragos de Huétor o la porra de Antequera son un buen complemento a los dulces de varios conventos que todavía elaboran roscos de vino o alfajores, porque aquí la gula se entiende mejor.

Las raíces árabes que inspiraran a Irving siguen latentes en Granada.

Por supuesto que tan importante como los elementos arquitectónicos es el factor humano. Washington Irving realizó este viaje acompañado de un funcionario de la embajada rusa en Madrid, y una especie de “guía-guardaespaldas-ayuda de cámara” al que apodaron Sancho en honor al famoso escudero de Don Quijote. Nosotros hoy vamos a encontrar toda clase de héroes cotidianos: domadores de caballos, peregrinos del senderismo o cicloturistas más amigos de la gastronomía que del deporte. Aquí cualquier excusa es buena para llegar hasta Granada… y disfrutar.

Los Cuentos de la Alhambra están más vivos que nunca. Esas mismas raíces árabes que inspiraran los cuentos del escritor norteamericano no tienen la misma repercusión que los comentarios de Bill Clinton, pero siguen latentes en Granada, en las colinas de la Alhambra o las callejuelas del Albaicín donde se encuentran rincones moriscos, taifas y califales, con sus callejas estrechas, retorcidas y empinadas y con pequeñas puertas de hierro tras las que se esconden esos maravillosos cármenes. En eso radica su belleza, en la intemporalidad de su esencia.

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