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Cultura

Los libros son fotogénicos

Sobre la relación entre libros e imagen hemos dicho varias cosas, entre ellas, la publicación de una relación de los ejemplares literarios más raros y hermosos, ya sea por su diseño, forma, portada o ilustraciones. Dentro de la amplia clasificación de los libros como objetos artísticos, hay un apartado que merece especial atención y al que PhotoEspaña 2014, dedica un espacio en su edición número 17, que este año cuenta con más de 100 exposiciones y 400 artistas.

Se trata de la muestra Fotos y Libros. España 1905-1977, una exposición comisariada por Horacio Fernández que reúne los mejores fotolibros realizados en nuestro país durante durante el siglo pasado. Durante mucho tiempo la consideración estética de la fotografía se ha limitado a imágenes individuales, capaces de funcionar de manera semejante a pinturas o grabados, esquema desarrollado igualmente por historiadores y conservadores de museos para formar un canon de ‘obras maestras’ para su estudio y exhibición.

Pero este modelo no es el único, y muchos fotógrafos no pueden sintetizar su trabajo en una sola imagen, concibiendo su obra en forma de serie. Los dos modelos generan dos historias de la fotografía coherentes: una compuesta por fotos para colgar en las paredes, con un número limitado de copias, a la venta en galerías de arte; otra en forma de libros, con posible reedición, disponibles en librerías.

La mayoría de los fotógrafos prefieren esta última opción: “los cuadros en las paredes y las fotos en los libros” (Cartier-Bresson). Un fotolibro es una publicación compuesta por fotografías ordenadas como conjuntos de imágenes con argumentos y significados complejos. Es el medio utilizado por algunos de los principales fotógrafos para producir sus mejores obras.

A principios del siglo XX se publicaban muchos libros con fotos, pero muy pocos fotolibros. Con excepciones, claro. Por ejemplo, Joan Fontcuberta o Cristóbal Hara, entre los fotógrafos, y Mestizo o Photovisión, entre las editoriales. Precisamente fue Photovisión la editorial que publicó en el año 2000 el libro con el que comienza la muestra, Infinito, de David Jiménez, un excelente fotolibro que pasó desapercibido durante mucho tiempo y hoy se considera una obra maestra.

La historia de los fotolibros en España está determinada por acontecimientos como la Guerra Civil o la transición democrática, temas de algunos de los mejores trabajos. Justamente la naturaleza del fotolibro pemrite reunir un conjunto de imagen a partir de una continuidad argumental. Ha sido utilizado por algunos de los principales fotógrafos para producir sus mejores obras, un modelo de eficacia comprobada para presentar, comunicar y leer fotos cada vez más reconocido como el mejor medio para presentar conjuntos fotográficos.

También son asuntos destacados los cambios en la imagen y los papeles sociales de los campesinos y, sobre todo, de la mujer. La relación entre literatura y fotografía es otra característica de los fotolibros españoles, entre los que hay también obras más cercanas a la historia internacional, como las publicaciones de temática urbana. Con ocasión de esta muestra se publica un catálogo razonado coeditado por el Museo Reina Sofía, AC/E y RM.

Desde el origen de esta práctica artística, la edición de fotolibros en España ha sido intensa, pero apenas estudiada. Ello hacía necesario iniciar una investigación para catalogarlos, estudiarlos, y formar una colección de referencia. Esta muestra supone la apertura de una primera línea de investigación. Junto a fotógrafos conocidos como Ortiz Echagüe, Alfonso, Català-Roca, Masats o Miserachs, recoge un buen número de autores de primera fila poco menos que inéditos, a pesar de haber publicado en su momento espléndidos conjuntos fotográficos. Es el caso de Antonio Cánovas, el colectivo Misiones Pedagógicas o José Compte.

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