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Cultura

De mayor quiero ser un damn Beatnik

En ocasión de la película de Walter Salles que mancilla con bobadas el espíritu del On the road de Jack Kerouac, en Marabilias hemos decidido hacer un álbum de familia. Sí: una colección de retratos de estos chicos guapos, malos y brillantes. Ironías a un lado, hay que reconocer que resulta imposible no sentir que se hace uno un lifting -a decir de Iwasaki con Cortázar- con la relectura de un grupo de autores que podríamos llamar, prácticamente, de iniciación. Poetas furiosos, con su propia banda de groupies y que reventaron las costuras de un país encorsetado -la Norteamérica de los años 50-. Suelen caer en nuestras manos cuando rondamos nuestros tiernos 16. O por ahí. Son parte de nuestra educación sentimental literaria.

Lo cierto es que, sin duda, fueron renovadores: hijos de la generación perdida de los años 20 y 30 y padres de los hippies que vendrían en los 60 y 70. El grupo inicial lo formaron  Jack Kerouac, Neal Cassady, William Burroughs, Herbert Huncke, John Clellon Holmes, y Allen Ginsberg. En 1948 se unieron Carl Salomon y Philip Lamantia, en 1950 Gregory Corso y en 1954 Lawrence Ferlinghetti y Peter Orlovsky. Empezaron llamándose Beats o Beatniks entre ellos. La etiqueta, sin embargo, les quedó pegada cuando en 1952 apareciera en el New York Times Magazine un artículo de John Clellon Holmes titulado "This is the Beat Generation".

Beat, en inglés, significa abatir, golpear. En slang, to beat off, masturbarse. Incluso existe una acepción alusiva a la beatitud, atribuida a estos escritores a causa de su fascinación por las creencias religiosas orientales. Cada uno de sus significados supone, a su manera, una lista de actitudes del ser Beat o Beatnik. El desenfado, la incorporación del habla de la calle a la poesía, la prédica y exaltación de las drogas, la liberación homosexual y el amor libre. Todo eso no deja de ser, a su manera, la capa más vistosa de un movimiento cuyo desencanto provenía sin embargo de un lugar más complejo: la norteamérica puritana de una década en la que aumentó, por igual, el consumo de televisión y Prozac.

Las biblias literarias del movimiento suelen ser no necesariamente los mejores libros de sus autores, pero sí los más leídos: Howl (1956), de Allen Ginsberg (¿quién logró resistirse a memorizar  I'have seen the best minds of mi generation...?); Naked lunch (1959) de William S. Burroughs y On the road, de Jack Kerouac (1957), este último, un libro que la crítica calificó como la prueba de que Kerouac era el más aventajado "heredero de Charlie Parker".

En esta novela Kerouac narra lel viaje de dos chicos: Dean Moriarty (Neal Cassady) y Sal Paradise (Jack Keouac), que recorren Nueva York, Nueva Orleans, Ciudad de México, San Francisco, Chicago. Se trata de una ruta exagerada y desaforada: drogas, sexo, jazz, desencanto, periferia, cadillacs y literatura. Una crónica cuyos protagonistas, en la vida real y en el libro, fueron Jack Kerouac, Neal Cassady, Allen Ginsberg y William Burroughs. El años pasado se expuso en Londres el rollo entero del manuscrito original, en el que Kerouac mantuvo los nombres de sus correligionarios y compañeros de viaje, y que la editorial Anagrama ha editado recientemente.

Lo suyo sería terminar esta nota con el trailer de la película de Walter Salles, por esto de la pertinencia y la actualidad; la noticia, que le llaman. Pero para ver a tres sosainas destrozar a Kerouac -no lo digo yo; también Boyero-, dejemos que sea el propio Jack, entrevistado en el Show de Steven Allen, en 1959, el que nos hable de sí mismo. Para imposturas, mejor las originales.

https://youtube.com/watch?v=QzCF6hgEfto

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