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Cultura

The Pixies: una discusión de ida y vuelta

La historia de los grupos de rock está llena de amores y desencuentros entre personalidades en muchas ocasiones mediatizadas por sus egos. Suele decirse que tres son multitud, así que imaginar cuatro o más personas conviviendo casi a diario durante buena parte del año no hace más que alimentar las posibles tensiones latentes.

Pero las cosas no siempre han sido así, y los encontronazos entre Kim Deal y el líder y fundador, Black Francis, pusieron en más de una ocasión a la banda en la picota, provocando su disolución en 1993 y su vuelta once años después. Una historia que comenzó en 1986 con una anécdota ya legendaria. Francis y su compañero Joey Santiago publicaron en la prensa de su Boston natal un clasificado solicitando un bajista que adorara la música de Peter, Paul and Mary y Hüsker Dü. Era en ese inopinado contraste (una banda de folk-pop de los 60 frente a una célula de punk rabioso de los 80) en el que residía la esencia que marcaría la música de The Pixies. Una mezcla de melodías puramente pop con influencias de la música surf californiana aprisionada entre estallidos de energía punk cercana al ruidismo experimental, con cambios rítmicos y ambientales varios en la misma canción. Y todo ello con el desgarro vocal de Black Francis y su lírica entre el surrealismo y lo grotesco.

Anticipando la explosión de Nirvana

Sus primeros trabajos, el recopilatorio de maquetas Come on Pilgrim y los geniales Surfer Rosa y Doolittle tuvieron una mejor acogida en Europa que en Estados Unidos, pero les convirtieron en una de las puntas de lanza del movimiento independiente. De hecho, anticiparon la brutal explosión comercial que se originaría a principios de 1991 con la eclosión de Nirvana, que se declaraban fans absolutos de los de Boston.

Pero los Pixies no llegaron a beneficiarse directamente de ella. Los primeros problemas entre Black Francis y Kim Deal, que llegaron a tirarse los instrumentos en escena, trajeron como consecuencia su primer parón en 1989, durante el cual Deal montó The Breeders. Un año después, retomaron la sintonía, grabaron dos discos, Bossanova y Trompe le Monde, pero la tensión volvió a explotar y abandonaron definitivamente en 1993.

La estela de grupo de culto que desde entonces se les asignó, y posiblemente cierta madurez, les hicieron volver a la vida en 2004. Desde entonces, han girado juntos, han celebrado el vigésimo aniversario de Doolittle, han alimentado rumores sobre una posible vuelta discográfica... Tras la nueva marcha de Deal, veremos si la apuesta tiene continuidad.

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