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Cultura

Martin Amis y los 80: la era jurásica del videojuego

Un detalle de la portada de La invasión de los marcianitos.

“Los extraterrestres han aterrizado y el mundo ya no volverá a ser igual. Creedme: estamos en guerra, y lo raro de esta contienda es que si cometes el error de enrolarte descubrirás que el servicio militar es incurablemente vicioso”, escribe un joven Steven Spielrgbeg en 1982, el año en que estrenó E.T, el extraterrestre. Estas palabras hacen las veces de introducción de un libro extraño, que se comporta como fuente primaria, casi objeto arqueológico: La invasión de los marcianitos, un ensayo en el que el novelista británico Martin Amis habla de la adicción a los videojuegos –valga decir que en la época de la Guerra de las Malvinas- y que la editorial Malpaso publica por primera vez en español.

A principios de los años ochenta, las ciudades de todo el mundo se vieron invadidas por un ejército de extraterrestres dispuestos a librar combates en las pantallas de los videojuegos. Martin Amis se convirtió en un auténtico adicto, dice él, a esos combates virtuales. Recorrió bares, salones recreativos y lugares de lo más variopinto en busca de la última novedad y de nuevos retos. En este libro se relata la experiencia del autor y se retrata la sociedad de principios de los años ochenta, una época en que la tecnología, la información constante y la fascinación por el espacio empezaron a formar parte de la vida cotidiana de las personas.

Para los que han nacido del año dos mil en adelante, puede parecer que del pimpón de bar al Atari no hay más que un triste y empolvado escalón que en nada separa el aburriento del sopor. Pero no: todo depende de la perspectiva con la que se mire la situación. En las páginas de La invasión de los marcianitos un entusiasta Martin Amis –que en aquel entonces había publicado cuatro novelas, entre ellas Niños muertos- se refiere a Lonan Bushnell, el creador de Atari, casi como si de Steve Jobs se tratara. Y en el fondo, seguramente, ambos asombros: el suyo con Bushnell y el nuestro con Apple sean caras distintas de la misma moneda…

Generación de la pantalla en blanco, pandilla de vagos y ociosos… ya la juventud era todo aquello en los años ochenta, aunque en aquel entonces –a juzgar por las afirmaciones de Martin Amis-, el desaliento parecía un privilegio y no un signo de los tiempos. Quizás por eso la entusiasta idea de la invasión, la épica de la ciencia ficción y el mundo como aquella esquizofrenia cocinada lentamente bajo el calor de la Guerra Fría. Claro, a finales de los ochenta vendrían los yuppies y a otra cosa mariposa.

Pero volvamos a Amis, quien hace gala en este libro de un frikismo entusiasta, incluso naive. “Deberías estar en la puta Fuerza Aérea, me dijo un joven admirador en un salón recreativo mientras yo esquivaba a un bomber, me cepillaba a un mutante y a dos swarmers, corregía el rumbo para aplastar un lander cargado y arrebatarle el paquete, me hiperespaciaba hacia el centro del escenario y acababa con tres pods y un baiter con bombas inteligentes hasta superar la quinta oleada. ‘Claro que sí’, le dije, y me puse a trabajar en la sexta oleada”, dice Amis paea referirse, por ejemplo, a su origiástica experiencia con Defender, de Atari.

El volumen incluye además una guía realizada por el propio Martin Amis en la que incluye una guía descriptiva y valorativa  de los juegos que marcaron esa época: PacMan, Space Invaders, Donkey Kong o el clásico Asteroids de Atari. A juzgar por el tono lírico que usa Amis, resulta imposible negar que éste sea un volumen perfecto para hípsters y nostálgicos, esas dos formas imprevistas de nostalgia y melancolía.

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