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Cultura

Principito no, Pequeño Príncipe

Antoine de Saint-Exupéry despegó el 31 de julio de 1944 de su base en la isla de Córcega para una misión de reconocimiento a bordo de un avión Lightning P38, pero nunca regresó. Durante años, nos conformamos con su desaparición como una metáfora, un atajo de esos que a veces ejecuta la vida real para ablandar las verdades feas. Pero no. Saint-Exupéry no cursaba un viaje alrededor de seis planetas, ni planeaba regresar a cuidar de ninguna rosa. Descubrimos, hace apenas unos años, que su aeroplano del Ejército de la Francia Libre había sido abatido por un caza alemán.

Nacido en Lyon, Francia, en 1900,  Antoine Saint-Exupéry es el autor de una de las historias más leídas por niños y adultos. Se trata, sin duda, de una especie de silabario en nuestro apresto sentimental:  El pequeño príncipe -que no El Principito, como aclara Pedro Sorela-, una obra que este mes cumple 70 años. Fue publicada por la editorial estadounidense Reynal & Hitchcock Editions, el 6 de abril de 1943. Tres años más tarde, luego de acabar la segunda guerra mundial, la mítica Gallimard lo publicó el Francia.

Novela, fábula, relato, poema en prosa… ¿Qué es El pequeño príncipe? Sin duda una historia tan autobiográfica como universal; de una lógica simple y a la vez total.  La escribió el francés en Nueva York, en una casa solariega de Long Island, durante un exilio de dos años que continuaría en California. Saint-Exupéry era aviador, y hacía vuelos de reconocimiento para Francia antes de la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Puede que justamente de ahí, de la experiencia vital del piloto, provenga la historia de Le petit Prince.

En 1935, al tratar de romper el récord de velocidad para unir París y Saigón, se estrelló en el Sahara. Lo que hace creer a muchos que el incidente inspirara fragmentos del libro. Justamente su fábula sobre aquel niño sabio y humilde del Asteroide B-612 comienza con el encuentro de éste con un piloto varado, tras un accidente, en el desierto africano. Nunca de una tierra tan árida brotó historia más hermosa. Y aunque hoy una parte de la crítica reclame el poco conocimiento del total de su obra  y vida y nos acuse de encasillarlo como un autor infantil, resulta inevitable no reconocerle como el creador de un universo autónomo en el que crecimos muchos lectores.

“No sabré nunca en qué momento preparar mi corazón”

Tras su encuentro con el aviador entre dunas desérticas, durante ocho días, el principito va describiéndole al trasunto de Saint Expupéry de dónde viene y porqué decidió abandonar su planeta de tres volcanes y una rosa. Cansado de los reproches y reclamos de su flor, el joven explorador aprovecha una migración de pájaros para abandonar su minúsculo asteroide de baobabs y emprende un viaje por el universo.

Es así como visita seis planetas, cada uno de ellos habitado por un personaje: un rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo, un peregrinaje del que extrae, por cada parada, una enseñanza o, mejor dicho, una moraleja. El último personaje que conoce, el geógrafo, le recomienda viajar a un planeta específico, la Tierra. Allí conoce a una serpiente y a un zorro, este último, probablemente, uno de los encuentros más lúcidos en la historia de la literatura. Ocurre en el capítulo XXI.

El pequeño príncipe está triste y quiere jugar; se lo ha pedido a un zorro que acaba de encontrar. Pero el zorro se excusa. No puede hacerlo. No está domesticado. ¿Qué significa "domesticar"?, le pregunta el joven viajero. “Crear lazos”, le responde el zorro. De aquí esa estampa entrañable.  

“Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú a mí. No soy para tí más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas..., sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo...

-Creo que empiezo a entender-dijo el principito- Hay una flor... Creo que me ha domesticado. (…)

-¿Sabes...? Sólo se conocen las cosas que se domestican-afirmó el zorro. Los hombres carecen ya de tiempo. Compran a los mercaderes cosas ya hechas. Y... como no existen mercaderes de amigos, es muy simple, los hombres ya no tienen amigos. Si realmente deseas un amigo, domestícame!

-¿Y... qué es lo que debo hacer?-preguntó el principito.

-Debes tener suficiente paciencia-respondió el zorro- En un principio, te sentarás a cierta distancia, algo lejos de mi sobre la hierba. Yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra suele ser fuente de malentendidos. Cada día podrás sentarte un poco más cerca (…)Lo mejor es venir siempre a la misma hora-dijo el zorro- Si sé que vienes a las cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres. A medida que se acerque la hora más feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto; ¡comenzaré a descubrir el precio de la felicidad! En cambio, si vienes a distintas horas, no sabré nunca en qué momento preparar mi corazón... Los ritos son necesarios”.

La anterior es sólo una de las poderosísimas imágenes poéticas de un libro que ha sido catalogado, miles de veces, como literatura para niños. Y aunque podría, no cabe la menor duda de que Saint-Exupéry lo escribió pensando en adultos, esos “extraños” seres a los que el jovencito logra retratar con la lógica simple de un niño. El niño que probablemente hemos dejado de ser y al que el francés nos obliga a volver en cada una de sus líneas.  

El año de Le petit Prince

Como toda conmemoración, a ésta no le faltan excusas: para releer, reencontrar y, por supuesto, vender.  La editorial Houghton Mifflin Harcourt –el nombre que adoptó Reynal & Hitchcock- tiene previsto sacar un audiolibro leído por Viggo Mortensen.

Como parte también de las celebraciones, la editorial francesa Gallimard ha editado un libro animado y una novela gráfica firmada por Joann Sfar. Tienen previsto, también, publicar una biografía de Saint-Exupéry escrita por Virgil Tanase, y una versión en cómic del libro.

A esto se suma el salto a la gran pantalla, y en 3D , del pequeño explorador. Los productores Aton Soumache y Dimitri Rassam ya han anunciado que el presupuesto de la película será de 45 millones de euros y que comunicarán el nombre de los actores que pondrán su voz en el próximo Festival de Cannes, que tendrá lugar del 15 al 26 de mayo.

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