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Cultura

Cinco destinos para dejarlo todo y encerrarse… ¡a crear!

En Barcelona, Sinead Spelman y Alberto Peral han cedido la que fuera su casa para crear Halfhouse

Reinventarse. Es un verbo ahora demasiado frecuente. ¿Y por qué no? Dejarlo todo y hacer lo que siempre se deseó: el libro que nunca pudo ser escrito, la carrera plástica aparcada o sencillamente, la necesidad de conseguir un espacio propio. Para eso, sin duda, las residencias artísticas.

Son antiguas, mucho. Ya  desde 1913, por la Residencia de Estudiantes madrileña desfilaron Dalí o Buñuel. En la actualidad, sus espacios acogen a más de 3.000 investigadores y artistas al año. También  la Casa de Velázquez cuenta desde su fundación en 1928 con una sección artística (equivalente a la Villa Médicis de Roma), cuya misión es potenciar la actividad creativa vinculada a España e Iberoamérica.

 

En la actualidad, la Casa Velázquez cuenta con estudios para 13 artistas (de cualquier nacionalidad, pero seleccionados en París). En San Sebastián existe también Arteleku, una residencia artística que en los años 80 fue una referencia en España.

 

Desde finales de 2011, Hangar –en Cataluña- cuenta con una residencia para artistas que ocupa la antigua casa del guarda del recinto de Can Ricart. El equipamiento dispone de una planta baja y un primer piso (80,99 m2 y 62,59 m2 respectivamente) con dos habitaciones dobles, un baño, un salón y una cocina cada una. Además tiene salida a un jardín compartido con otros de los espacios de Hangar. La residencia está destinada a acoger hasta un máximo de cuatro artistas al mismo tiempo durante estancias cortas que van desde una semana hasta tres meses.


En Madrid existe El Ranchito, un programa artístico muy amplio que incluye también residencias para artistas. Se trata de un proyecto de investigación y creación promovido por Matadero Madrid que explora alternativas a los formatos convencionales de exhibición y busca nuevos modelos de organización dentro de las instituciones culturales.

 

Este  programa experimental arranca hace poco más de un año y medio cuando se invita a un colectivo de artistas, comisarios y gestores culturales a buscar nuevas maneras de trabajar que permitan evitar la parálisis que provoca la crisis. En Barcelona, Sinead Spelman y Alberto Peral han cedido la que fuera su casa para crear Halfhouse, una mitad funciona como vivienda y la otra como estudio en el que reciben cada año a un artista.

 

Existen otras opciones alejadas de las grandes ciudades. La intención es disponerlo todo para propiciar la creación en entornos alejados del ruido y el desorden. En Barcelona están las masías del Cal Gras y Can Serrat. También el convento cordobés La Fragua o el proyecto Campo Adentro, programa dirigido por Fernando García-Dory, y que inicia ahora su segunda fase de residencias.

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