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Cultura

Moderna de pueblo cambia de barrio

Raquel Córcoles, Moderna de Pueblo.

Postureo, hipsterismo, modernez pura y dura. Una historia universal de la infamia con gafas Wayfarer y flequillo. Porque si alguien sabe del asunto es ella: Raquel Córcoles, alias Moderna de Pueblo, que en esta ocasión cambia de barrio pero no de tema.

La dibujante ha dejado atrás Malasaña –harta ya de pisos sin ascensor ni calefacción– y llega ahora a Tirso de Molina, un barrio que le sirve de laboratorio y muestrario para su nuevo libro, Cooltureta, un manual de rápido uso para reconocer su fauna predilecta: modernos y urbanitas; aspirantes a bohemios, novelistas en ciernes o cineastas a los que tantas viñetas ha dedicado y que ahora vuelven encarnados en un repertorio exhaustivo. Del gafapastismo and beyond

Su personaje principal es un chico que vive, al fin, la vida que siempre deseó: en un barrio en el que no faltan librerías y la gente planta maniquíes en los balcones como quien coloca macetas. Encantado, el cooltureta cumple a rajatabla un decálogo hilarante que procura llevar hasta sus últimas consecuencias. 

Nunca se quita las gafas y no bebería jamás un vino de menos de siete euros; se lo piensa muy bien antes de emitir un juicio o someterse al de otro; prefiere un festival de cine iraní a una película normal; tiene pesadillas con los libros que ha dejado a la mitad y los DVD pendientes; acude a fiestas en las que es capaz de pontificar sobre aquello que desconoce -incluido el coworking- y, al menos mientras conserve el juicio, no admitirá jamás que le gusta más jugar a la play con sus amigos que hacer cosas normales.

Sin flequillo alguno que le cubra el rostro, Moderna de Pueblo habla con un marcado acento catalán que no remite en ningún momento. Es dueña de unos enormes ojos azules, que ella remarca con una coqueta raya negra sobre el párpado… Se trata de Raquel Córcoles (Reus, 1986), la chica detrás de ‘moderna de pueblo’, un personaje a mitad de camino entre el alter-ego y la puesta en escena.

El año pasado publicó su primer libro, Los capullos no regalan flores, al que ahora sigue esta novela gráfica escrita a cuatro manos con Carlos Carrero, un desgarbado joven con camisa de leñador que -damos por hecho- alguna flor comprará para ella. Son, en efecto, pareja creativa y sentimental, un tándem perfecto del moderneo.

-El chiste comienza en la portada.

M.P. Totalmente. Nuestro personaje jamás diría cómic. Definiría el libro como una novela gráfica, aunque para nosotros sea lo mismo. Nos parecía un buen chiste. Que ya de primeras supieras de qué iba el asunto.

-No pensaréis presentar este libro en Tipos infames. ¿O sí?

M.P. (Risas) Seguro que ellos leen novela gráfica.

-Moderna de Pueblo se ha echado novio, pero no sólo eso: además se nos vuelve más sensible, más empática con los chicos.

CC. En este libro hemos intentado crear un personaje que permitiera a Moderna de Pueblo contar también cosas masculinas sin estigmatizarlas, sino aportando su visión.

MP. Carlos era ideal para eso, porque aportaba una visión distinta.

CC. Y yo creo que a ella le apetecía. Era una oportunidad para también contar cosas que le ocurren a los tíos.

-En el catálogo de hipsters, posmodernos y demás criaturas… ¿A la gente le gusta reconocerse?

M.P. Normalmente se reconocen y lo asumen como una forma de reírse de sí mismos.

C.C. Aunque siempre hay unos cuantos que se lo toman literalmente.

-¿Qué es el post-humor? ¿Vosotros hacéis algo de esto?

C.C. El post-humor es una corriente que hay ahora. Arrancó con Muchachada Nui, aunque ellos no hacían propiamente eso. Se trata más bien de conceptos abstractos.

M.P. Monólogos con una estructura completamente distinta a las que podemos estar acostumbrados, por ejemplo, con Paramount Comedy.

C.C. Hay muchísimos ejemplos: Miguel Noguera o Canódromo abandonado, que es de lo más raro. Es un humor que si no entiendes es casi tu culpa.

MP. O lo pillas o no lo pillas. Tiene un punto absurdo.

-El cooltureta y sus amigos viven buscando una opinión propia, maquinándola. Tienen más necesidad de demostrar algo que la propia Moderna de pueblo.

MP. Moderna comenzó a hablar de moda, pero ahora habla de relaciones. En ese sentido, la Moderna es más general y el cooltureta mucho más enfocado en la cultura.

-Tu lector suele ser hombre, pero qué edad tiene.

MP. Entre 25 y 35 años.

-¿El mundo del comic le ha abierto paso a las chicas?

MP. Creo que sí, cuando yo empecé había muchas menos. Ahora está La Volátil, Mamen Boreu, Sara Herranz, Ana Belén Rivero. En Francia hay un montón, también en Argentina. Gracias a Internet se han animado a enseñarlo.

-En lo que a modernez respecta, ¿en qué se vana transformar los modernos cuando envejezcan?

MP. Es una actitud de vida, un punto de vista más que una edad.

-Los modernos que forman la capilla del cooltureta no militan sin embargo en nada. No tienen seña ideológica o política.

CC. No queremos dar ninguna imagen política, menos ahora que no estamos de acuerdo ni con unos ni con otros.

MP. Es mejor desvincularse y que sirva para desconectar. Hemos hecho una viñeta que se llama Bohemios por obligación que busca justamente eso: no meternos en política.

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