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Cultura

Nuevos directores de cine: actores tras las cámaras

Natalie Portman deja indiferente con su ópera prima A Tale of Love and Darkness (Gtresonline).

Leticia Dolera. La entrañable ternura indie de Requisitos para ser una persona normal.

La actriz acaba de debutar en el largometraje con una deliciosa fábula indie que incide en los tópicos sociales y la dificultad de encajar en los clichés preestablecidos. Ganadora de cinco premios en el Festival de Málaga, Requisitos para ser una persona normal acaba de estrenarse en los cines de toda España y ha recibido las mejores críticas, siendo considerada ‘la Amelie española’.

La intérprete catalana ya llamó la atención con sus tres cortometrajes anteriores. Fue en el año 2009 cuando se puso por primera vez detrás de las cámaras para narrar una historia de ciencia ficción con toques naïf en Lo siento, te quiero, que ganó el premio al mejor cortometraje fantástico en la convención Fantastic Fest. Después, dirigió el corto A o B, que ahonda con ironía en los vericuetos de la carrera de actriz. En 2013 dirigió Habitantes, con el que logró varios premios, entre ellos, una mención especial en la SEMINCI.

Daniel Guzmán. Biznaga de Oro en el Festival de Málaga con su primer largo A Cambio de nada.

El actor, que ha trabajado en numerosos proyectos de cine y televisión fue el gran triunfador en la pasada edición del Festival de Cine de Málaga con su ópera prima A cambio de nada, una historia de amistad narrada en clave de comedia.

No ha sido ésta la primera vez que el intérprete se ha puesto detrás de las cámaras pues ya tiene en su haber reconocidos premios por sus cortometrajes. En 2003 se alzó con el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción por su segundo corto Sueños, una historia autobiográfica sobre los temores adolescentes. Además también ha probado otros géneros como el documental. Tras el desastre del Prestige rodó Mar de fondo donde retrata la dureza de la catástrofe ecológica vivida en Galicia.

Natalie Portman deja indiferente con su ópera prima A Tale of Love and Darkness.

Nada menos que diez años le ha llevado a la oscarizada actriz llevar a cabo su primera película como directora, A Tale of Love and Darkness, una adaptación autobiográfica del escritor israelí, Amos Oz, Premio Príncipe de Asturias 2007, que narra de forma entrecruzada la creación del Estado israelí y la dramática situación familiar que atraviesa el protagonista.

La película que se estrenó en el pasado Festival de Cannes fuera de concurso está protagonizada por la propia Portman, en el papel de la madre de Oz. La ganadora de un Oscar por El cisne negro (Aronofsky, 2010) recuerda sus orígenes israelíes, donde vivió hasta los tres años, en este filme que ha dejado un poco indiferente a la crítica. No sabemos si esta frialdad en su acogida le hará pensar sobre su continuidad en la dirección pero lo cierto es que la protagonista de Closer (Nichols, 2004) ya está embarcada en su próximo proyecto como actriz en el que interpretará a la mismísima Jackie Kennedy bajo las órdenes del chileno, Pablo Larráin.

Ryan Gosling. Su discreto debut con Lost River.

El protagonista de interesantes filmes independientes como Drive, Sólo Dios perdona o Blue Valentine se ha lanzado a la dirección aunque su debut ha sido de lo más discreto, por no decir, decepcionante. Gosling imprime un halo indie -ese que tanto ha mamado- en su opera prima Lost River, una historia sobre la decadencia y el abandono que no convenció a Cannes en la edición pasada, donde fue recibida con duras críticas. El diario The Guardian la tildó nada menos que de “insufriblemente presuntuosa”. No sabemos si Guillermo del Toro, que elogió al actor tras pasarle éste el bruto de la película, se equivocó al animarle a seguir.

Russell Crowe y su proyecto antibelicista El maestro del agua.

Mejor comienzo en la dirección ha tenido el ganador de un Oscar en 2001 por Gladiator. El intérprete se marca con El maestro del agua una personal y antibelicista película que ha tenido una buena acogida aunque sin llegar a la gloria (fue número uno en España). El filme cuenta la historia de un granjero australiano, protagonizado por el propio actor, que viaja a Estambul para descubrir el paradero de sus hijos desaparecidos en la batalla de Galípoli. El bueno de Crowe le ha cogido gusto a la dirección. De hecho, él mismo ha declarado recientemente en una entrevista para El País que detrás de las cámaras es donde logra la “libertad creativa” ansiada y que ya no va a aprender nada nuevo de ningún director. Suena presuntuoso pero ¿quién sabe si no es éste el principio de una magnífica carrera como realizador? Ya lo veremos. 

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