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Cultura

'Bésame, tonto, y luego hablas'

Está el beso que empieza antes de hacerlo, el de Kristen Stewart y Robert Pattison en Crepúsculo. Él la mira fijamente, como con deseo, se acerca con sigilo y tras crear el instante le sella los labios. El beso crepúsculo es lento, pausado, tranquilo. Origina una tensión sexual que no acaba de resolverse y deja a este amor vampirico-juvenil con los labios húmedos y con ganas de más.

El de la señorita Poulain, sin duda, se lleva la palma. Tan original como tierno. Un beso de colores, con instrucciones al uso. Es cierto que no es una chica como las demás. Amelie vio a su pez de colores deslizarse hacia el alcantarillado público y a su padre dar cariño al gnomo de su jardín. ¿Alguien esperó un beso normal en esta peli? El de Amelie es un beso de la línea del Vick’s Vaporubs: uno en la comisura del labio, dos en el cuello y tres en el párpado. Claro, un tres por uno en toda regla.

Quiso protegerla con su cuerpo ya mortal y cuando la tuvo delante se paró y tembló. No, más bien nos hizo temblar a todos. Ella amasaba una vasija de barro. La escena de la cerámica y los dedos entrecruzados entre Patrick Swayze y Demi Moore en Ghost es de las más recordadas de la historia. Un beso modelado en el barro que no ha conseguido quebrarse con el tiempo.

La melancolía nunca es glamurosa. Un viejo cuaderno de notas, un lector y alguien que escucha tal vez sin entender demasiado. En una residencia, James Garner lee a su anciana mujer la historia de Noah y Allie. El beso entre ambos convence y enternece. En un embarcadero y bajo la lluvia, un momento pasado por agua. Es una historia normal, o todo lo normal que puede resultar un amor para toda la vida, que termina en un beso kleenex.

Mojadito también pero elegante y sexy el de Holly y Paul Varjak. En plena calle, empapados, un medio beso que empieza con timidez en la mejilla y termina surcando los labios con más diamantes de la historia del cine. Tan perplejos nos dejó este beso que allí no se movió ni “el gato”.

El épico beso de ‘Titanic’

El beso épico, el de Titanic. Una escena de más de dos minutos de duración que sitúa a Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en la proa de un barco “insumergible”. El beso del rey del mundo se da casi de espaldas, con el cuello ligeramente inclinado hacia los labios de la dama y los brazos extendidos sintiendo como el viento les corta la respiración. Un beso que nos deja volando.

Pongamos que estamos en 1939 ante una peli de época, en plena Guerra de Secesión. De un lado el personaje femenino más recordado de la historia del cine, Escarlata O´Hara, seductora, caprichosa y cruel, frente a Rhett Butler (Clark Gable). Un momento milimétricamente calculado. Rhett coge a Escarlata y en lo que ella se resiste, la estrecha entre sus manos y la besa. Después de este momento la joven acaba haciendo esa clásica caída de ojos de las actrices de entonces. Aquí el viento nos dejó un beso inmortal.

El de ahora lleva un poco de pluma. Un beso con tinta y verso. Una mujer envuelta en las vestimentas de un hombre para poder actuar encima de un escenario y un escritor que tiene que someterse a una época de aridez de palabras. La historia da un giro cuando el joven William descubre a Lady Viola. El inocente dramaturgo besa a una controvertida Gwyneth Paltrow tras quitarle la venda que le oprime los pechos. Un beso algo performance el de Shakespeare in Love.

En Spiderman, Tobey Maguire y Mary Jane protagonizan uno de los más contorsionistas; el beso colgado. Después de que Kirsten Dunst fuera rescatada de un grupo de matones, gracias a la intervención del hombre araña, nuestra señorita no pudo por menos que bajarle la máscara al héroe y plantarle un agradecido beso que a él lo dejó patas arriba y a nosotros boca abajo.

Uno de despedida “que ni juega al azar ni cree en la casualidad”; esporádico, enigmático y justiciero. Beso con toque de queda es el que la da la rapadísima Natalie Portman al misterioso V. Natalie en un juego entre venganza y amor, con rabia y dulzura se acerca al enmascarado y roza los labios de su careta; unas comisuras tan finas que en lugar de besar, cortan.

Así que a mí al final ya me da igual, si me lo roban, si me lo piden, si me lo entregan o simplemente me lo dan. Lo importante es que nadie lo mendigue, porque por muy míos que sean, desde hoy estoy dispuesta a compartirlos. Eso sí, lo único que pido es que sea puro, sincero y honesto. Un beso lleno y para mí. Porque, como bien decía la canción, “yo un beso de amor no se lo doy a cualquiera”, que para eso ya está el cine.

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