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Cultura

Anglada Camarasa, un maestro catalán en Zaragoza

Fue uno de los artistas más conocidos de su tiempo junto a Joaquín Sorolla o Ignacio Zuloaga, dos visiones de la España del 98 a la que se suma la suya. Su obra se expuso en toda Europa, de Roma a Praga y de París a Moscú, y suscitó un importante coleccionismo en las principales capitales europeas y en los Estados Unidos. Sus telas, de una radiante plasticidad y sensualismo, se han convertido en símbolo de la Belle Époque. Se trata del pintor catalán Hermen Anglada-Camarasa (1871-1959), cuya obra se encuentra expuesta en la Sala de Exposiciones Palacio de Sástago, en Zaragoza.

La exposición presenta cincuenta y nueve obras (38 óleos y 21 dibujos) procedentes de distintas instituciones (Diputación de Barcelona, Colección Anglada-Camarasa, Fundación La Caixa, Biblioteca Museu Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú, Colección El Conventet de Barcelona) y de diversas colecciones privadas. Se incluye también un apartado documental en el que se presentan fotografías, catálogos de exposiciones y publicaciones, y la proyección de un documental centrado en la figura del artista.

En su diseño, Anglada-Camarasa (1871-1959)  plantea un recorrido  a través de  las distintas etapas creativas del pintor, desde sus primeras obras, que datan de finales del siglo XIX, deteniéndose ampliamente en su producción parisina, para continuar con los magníficos paisajes pintados en Mallorca. El recorrido finaliza con varios óleos correspondientes a su última etapa, que coincide con los años de la Guerra Civil española y la postguerra.

La selección revela el carácter individual y cosmopolita del artista, quien se caracterizó por su desapego de las modas, y a quien se considera un nombre aglutinador del post-impresionismo. La obra de Anglada-Camarasa suscita todavía hoy la curiosidad de investigadores y comisarios. En los últimos años se han dedicado estupendas  retrospectivas  de su trabajo: en la Fundación Mapfre y el Museo Carmen Thyssen de Málaga.

Una vida, seis etapas

La muestra se divide en seis capítulos cuyo recorrido comienza  con tres obras: Sibila, de su etapa parisina; Después de la tormenta, un paisaje de Mallorca, y Gallo de San Pedro, de su fase tardía, en la que retomó temas anteriores como el fondo marino de esta última pintura.

Tras una introducción, el espectador se encuentra con piezas de su etapa catalana (1885-1894), en la que predominaba el realismo en los estudios académicos y a la que siguen los lienzos  París, la nuit o Interior de noche. Moulin Rouge, de su primera etapa parisiense. Durante aquellos años se concentró en escenas nocturnas, caballos, bailes gitanos, la luz eléctrica que le fascinaba o la elegancia y la figura de las mujeres, ha agregado la comisaria.

De  su segunda etapa en la ciudad de la luz (1904-1914) destaca en la muestra Los enamorados de Jaca, de 1910, una pieza de grandes dimensiones y enmarcada en la temática folclórica que comenzó a raíz de un viaje a Valencia que le hizo cambiar su visión del entorno, ha dicho Pizarro, quien ha agregado que el tema aragonés es "inusual" en sus creaciones.

Aunque en la muestra también se pueden ver dos pequeños dibujos que relacionan a Anglada-Camarasa con Aragón, no hay certeza exacta de su paso por Zaragoza. De la primera etapa mallorquina (1914-1936) se exponen paisajes, un tema en que centró su creación, como Acantilado en Formentor, y de la dedicada a la Guerra Civil y postguerra (1936-1959), cuando estuvo refugiado en Montserrat, Peral en flor o Campesinas. Puesta de sol. La exposición  se cierra con una sala dedicada a documentación sobre el artista, con fotografías y catálogos.

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