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España

El parricida de Moraña, el primer español condenado a prisión permanente revisable

David Oubel, el parricida de Moraña

El parricida de Moraña, David Oubel, se ha convertido este jueves en el primer español condenado a prisión permanente revisable, después de que el jurado le haya declarado por unanimidad culpable del asesinato de sus dos hijas, a las que mató brutalmente en julio de 2015.

Tras poco más de hora y media de deliberaciones, el jurado ha considerado acreditado que Oubel mató a sus hijas Candela y Amaia, de nueve y cuatro años, usando una sierra radial eléctrica y un cuchillo de cocina, y tras haberlas drogado previamente para reducir sus posibilidades de defensa.

El juicio, que se ha celebrado en la Audiencia de Pontevedra, ha estado marcado por la confesión de David Oubel, que en la sesión de ayer reconoció ante el tribunal haber matado a sus hijas y estar "muy arrepentido", descartando además que sufriese algún tipo de trastorno mental, recoge EFE.

Ante esta confesión, su abogado ha aceptado que el parricida, tal y como solicitaba el fiscal y la acusación particular, sea condenado a la pena de prisión permanente revisable.

La magistrada, al existir esta conformidad, ha pronunciado la sentencia 'in voce' ya en la propia sala, condenando a David Oubel en los términos que reclamaba la Fiscalía.

Con alevosía

El tribunal entiende que lo hizo, además, con alevosía, como demuestran las diez veces que atacó a su hija mayor, a la que no le habían hecho efecto los sedantes que les obligó a ingerir para evitar que se escaparan.

Las dos menores, según han determinado los miembros del jurado, estaban "indefensas" y no tuvieron posibilidad de defenderse.

La sentencia, que es firme al ser aceptada por todas las partes, determina que el parricida sea condenado por dos delitos de asesinato cualificados con alevosía y agravados por el hecho de que las víctimas son menores de 16 años y por el parentesco que les unía.

Junto con la prisión permanente revisable, Oubel no podrá acercarse a menos de un kilómetro de la madre de las niñas ni comunicarse con ella por un periodo de treinta años, y deberá indemnizarla con 300.000 euros por el doble asesinato.

El fallo declara probado que el 31 de julio de 2015 las menores se encontraban en casa de su padre disfrutando del período de vacaciones estivales que le correspondían en virtud del acuerdo por la custodia alcanzado con su exmujer.

No presentaba señales de lucha o de huida

Tras drogarlas, el parricida mató primero a la más pequeña de las hermanas que, según la autopsia, tenía una herida "prácticamente única" y no presentaba señales de lucha o de huida, a diferencia de su hermana mayor que sí intentó escaparse.

La niña tenía solo una muñeca atada con cinta americana por lo que los forenses apuntan que "ella misma logró soltarse parcialmente", al no haberle hecho efecto las drogas suministradas por su padre tanto a ella como a su hermana.

Las lesiones que presentaban ambas víctimas son "compatibles" con el uso de una sierra radial y un cuchillo y los forenses han calificado el ataque como un "degüello", al centrarse prácticamente en el cuello de las víctimas.

Los psiquiatras que evaluaron al parricida tras el crimen explicaron en la vista oral que el crimen estaba "pensado y premeditado" y no puede catalogarse como un acto "impulsivo o descontrolado".

Personalidad narcisista o psicopática

Oubel presenta rasgos de personalidad "narcisista" o "psicopática" y una autoestima "muy elevada", pero no sufre ningún trastorno de la personalidad ni tampoco una patología psiquiátrica grave, según los psiquiatras.

Además, han explicado que David Oubel presentó en todo momento una actuación "poco empática" pese a la relación paterno-filial, demostrando un comportamiento "frío y distante".

Tras conocerse la sentencia, el abogado de la acusación particular, Valentín Vallejo, en representación de la madre de las dos niñas asesinadas, ha señalado visiblemente emocionado que el fallo es un "regalo" que ayudará en parte "a cubrir la ausencia" de sus hijas.

También el fiscal, Alejandro Pazos, se emocionó después de la lectura del veredicto y se echó a llorar tras solicitar a la magistrada que el acusado fuese condenado a prisión permanente revisable.

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