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‘Miniyo’, ‘Talibán’, ‘Colapso’… El porqué de los ocurrentes nombres de las operaciones policiales

Los nombres con los que las unidades de Policía y Guardia Civil denominan a sus operaciones van desde lo más obvio a lo más rebuscado. Todo depende del ingenio y espontaneidad que los agentes demuestren en el momento de bautizar los operativos y del interés que tengan en darle un par de vueltas al asunto para dar con un sobrenombre menos facilón o que se aleje de la seriedad con la que a veces se tratan estos temas. ‘Operación Miniyo’, ‘Operación Talibán’, ‘Operación Colapso’… Algunas actuaciones policiales se llevan a cabo bajo unos nombres tan particulares que cabe preguntarse de dónde salen. 

Dado que son los propios agentes de las diferentes unidades que participan en las operaciones (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal –UDEF-, Unidad de Drogas y Crimen Organizado –UDYCO-, o Unidad Central Operativa de la Guardia Civil –UCO- entre otras) los encargados de asignarles también una denominación, éstas no siempre responden a los mismos criterios. Mientras hay nombres clave de los que se puede deducir con relativa facilidad el ámbito sobre el que gira la investigación, otros lo ponen mucho más difícil y sería casi imposible adivinar su origen sin la explicación de la propia Policía, ya sea porque responden a alguna pista de las que solo las autoridades son conocedoras, o porque proceden de meras anécdotas. 

La 'Operación Talibán' debe su nombre a un 'tal Iván', protagonista de los pinchazos telefónicos. La Guardia Civil decidió evitar posibles mofas y cambió Taliván por Talibán

Así, no hay que estrujarse mucho la sesera para concluir que la ‘Operación Puerto’ perseguía una red de dopaje cuyos clientes eran fundamentalmente ciclistas, o que la ‘Operación Galgo’, también relativa a las prácticas ilícitas en el deporte de élite, se llama así porque su principal protagonista, la atleta Marta Domínguez, es conocida como ‘la Galgo’. Tampoco le dieron muchas vueltas a la hora de bautizar la investigación que desarticuló la mafia china liderada por el empresario Gao Ping como ‘Operación Emperador’. Otros, como el ‘caso Malaya’ o la trama ‘Gürtel’ deben sus nombres a juegos de palabras. Malaya es la palabra resultante de la unión entre Málaga y Marbella, ubicación donde se centró una extensa investigación judicial sobre corrupción urbanística, mientras que Gürtel viene de la traducción de la palabra correa al alemán. El cabecilla de la organización, Francisco Correa, merecía tal honor. 

Sin embargo, existen operaciones menos mediáticas que han sido apodadas atendiendo a razones menos obvias para el ciudadano de a pie o, por qué no, a cuestiones más divertidas. La ‘Operación Talibán’ nada tiene que ver con algún entramado fundamentalista islámico. La razón por la que la Guardia Civil denominó así el caso en el que perseguían a una banda de delincuentes es porque en los primeros pinchazos telefónicos efectuados se hablaba de ‘un tal Iván’. Ese hecho propició que en un primer momento la operación fuera conocida como Taliván, con v, pero el departamento de comunicación lo modificó. Imaginó las mofas de que podría ser objeto el cuerpo si la gente pensaba que la palabra incluía una falta de ortografía. Mejor con b y nos dejamos de líos, debieron pensar. 

Bautizar una operación contra el tráfico de drogas cuyo cabecilla se parecía a 'Miniyo' resultó bastante fácil a los miembros de la UCO

¿Fue la ‘Operación Miniyo’ un golpe contra el clon del malo malísimo que quería destruir el mundo en la saga cinematográfica Austin Powers? No, pero casi. La Guardia Civil desmanteló una gran red de tráfico de drogas y blanqueo de capitales con base en Venezuela, cuyo principal narco fue finalmente detenido en España. Se trataba de un tipo calvo y de poca estatura, así que su parecido físico con el personaje de Miniyo no solo dio lugar a las bromas pertinentes entre los miembros de la Sección de Blanqueo de Capitales de la UCO, sino que también sirvió para dar nombre a la intervención. 

¿Y por qué ‘Operación Colapso’? El mayor golpe al negocio del narcotráfico en Madrid -con laboratorio de cocaína, coches de lujo, millones de euros y locales nocturnos de por medio- debe su apodo a un hecho tan simple y anecdótico que ni siquiera el más concienzudo ejercicio de asociación daría con la clave. El primer día que un equipo de la Policía perseguía en coche al principal implicado en la red, se quedó atrapado en un atasco. Uno de los agentes allí presentes, que acabaría harto del colapso automovilístico, no dudó sobre cómo habría de llamarse el caso. 

Del ingenio al absoluto formalismo

Y es que en los grupos de trabajo siempre suele haber algún agente especialmente ingenioso, alguien a quien se le ocurren nombres algo más atípicos. Tanta libertad se toman a veces que en ocasiones el departamento de prensa, antes de dar difusión la información oficial y con la intención de evitar ofensas o malentendidos, se ha visto obligado a rebautizar alguna operación cuyo nombre original no era políticamente correcto. No es extraño tampoco que los nombres cambien a nivel interno en el momento que se hacen públicos para conseguir mayor discreción en el seno de la investigación. Aunque para discreción la de algunas unidades. Tanta seriedad imprimen y tan escaso interés muestran en adjudicar un sobrenombre a la investigación en cuestión, que ésta acaba conociéndose de forma idéntica al número de expediente del caso. Así, ni risas, ni acertijos… pero qué aburrido.

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