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España

El PP presume de su campaña y está convencido de que logrará una amplia mayoría absoluta

Es tan nítido el clima de pesimismo que invade el ánimo de los ciudadanos y también tan evidente el desgaste del Gobierno socialista como consecuencia de la pésima gestión de la crisis, que esta era una campaña relativamente fácil de diseñar. Así se opina en el cuartel general del PP, donde reina la satisfacción porque se ha logrado transmitir a los electores que el respaldo electoral a Mariano Rajoy es útil para salir del agujero.

El líder del PP ha despreciado tradicionalmente la importancia de las campañas electorales porque siempre ha pensado que tienen un peso bastante relativo en el movimiento del voto, sobre todo cuando las distancias electorales entre los dos principales partidos es tan acusada como pronostican todas las encuestas. La horquilla va, según los distintos sondeos, desde los 13 puntos hasta los 19, siempre a favor del PP. Los expertos en estrategia electoral coinciden en que las campañas electorales solo son decisivas cuando el apoyo a las grandes formaciones está muy igualado antes del comienzo de la carrera.

Los asesores de Rajoy opinan también que el PP ha sabido situar desde el principio el campo de juego de la campaña donde más le interesaba, esto es en la crisis económica. Todos los intentos del PSOE de desviar la atención, en un principio introduciendo el supuesto fin del terrorismo y más tarde mediante el lanzamiento de propuestas orientadas a crear polémica y distraer la atención de los electores, han fracasado.

La insistencia con la que Mariano Rajoy y los dirigentes del PP han acentuado la gravedad de la crisis y la deficiente gestión que ha hecho de ella Zapatero, ha surtido efecto, sobre todo porque, según las mismas fuentes, ha focalizado la mirada del ciudadano sobre un área, la económica, donde el PP conserva mayor credibilidad que el PSOE en todos los sondeos de opinión. En este sentido, el equipo de Rajoy está seguro de que la campaña solo ha servido para reafirmar a los ciudadanos en las mismas posiciones que ya tenían antes del inicio de la campaña.

En el diseño de la estrategia electoral, el PP también ha tenido en cuenta las dificultades objetivas de Rubalcaba para hacer balance de la gestión del Gobierno. Los errores que Zapatero ha cometido en la conducción de la política económica han arrebatado al PSOE cualquier margen de maniobra para elaborar propuestas que incidan en la acción del Gabinete socialista, por lo que el candidato se ha ido al extremo contrario lanzando, incluso, algunas iniciativas contradictorias con la gestión del propio Zapatero. Los ejemplos más directos han sido su oferta de recuperar el Impuesto sobre el Patrimonio o la petición de una moratoria para el cumplimiento de los objetivos de déficit, desautorizada por la vicepresidenta Salgado.

Los problemas para hacer recuento de la gestión gubernamental desde 2008 han inclinado la campaña del PSOE hacia las críticas al PP, sembrando la sospecha sobre el alcance de los recortes que prepararía Rajoy en temas tan sensibles como la sanidad o la educación. Sin embargo, esta técnica no ha tenido la dureza de la ‘campaña del doberman’ que los socialistas ensayaron en 1993 y 1996, antes de la victoria del PP.

En paralelo a las dificultades del PSOE para articular una campaña coherente, el PP ha explotado en las últimas semanas su oferta de rebajar de forma selectiva los impuestos como ya hiciera con éxito, bajo unas condiciones económicas radicalmente distintas, en la etapa de José María Aznar. Eso ha sido un acierto porque, a juicio de los colaboradores de Rajoy, es un asunto en el que el PP sigue gozando de una gran credibilidad.

La conclusión que extrae la cúpula del PP sobre la campaña incorpora la convicción de que el domingo obtendrá una amplia mayoría absoluta ya que no se han cometido errores dignos de mención y Rubalcaba no ha logrado su objetivo de movilizar a los indecisos.

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