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Elecciones en Túnez: “No vamos a ceder ante los islamistas”

VozPópuli: ¿Cuál es el ambiente en Túnez unos días antes de las elecciones?
Sana Ouechtati: Son una nueva experiencia, estas elecciones, un gran salto hacia lo desconocido democrático, con todo lo hermoso y aterrador que conlleva. Se ven los preparativos en todas partes, los equipos organizarse, los partidos montando sus listas, los carteles electorales en todas las esquinas de las calles para incitar a que la gente vote con el lema "Túnez vota". El órgano superior independiente para las elecciones parece hacer todo lo posible para luchar contra la abstención.
Pero la gente está esperando. Aquellos que se rebelaron a principios del año con la esperanza de una vida digna ven ahora que la revolución no lo trajo. Pensaron que todo iba a cambiar con la salida de Ben Ali, pero no pueden entender la importancia de establecer una nueva constitución y la lentitud del proceso. La población se encuentra un poco desilusionada, muy tentada por el populismo o el voto de protesta.

¿Qué papel juega el partido islamista Ennahda, el favorito de estas elecciones?
Es un partido que siempre ha estado en la oposición, pero se dice falsamente democrático. Se proclama abierto y moderno, pero esconde mucho. Una persona de confianza me dijo lo que yo ya había oído hablar: los islamistas pagan y dan de comer a los pobres, animándoles a votar por ellos. Ennahda practica el doble discurso, la defensa de la laicidad en los medios de comunicación occidentales cuando dejan a entender en Túnez que el retorno de la poligamia sería una solución  para resolver el problema de las jóvenes solteras.
Pero lo peor es que Ennahda no revela cómo se financia. Ahora bien, ofrecer billetes de tren y ovejas para asegurarse los votos [La Fiesta del Cordero se celebra el 6 de noviembre], ningún otro partido se lo puede permitir. Así que no tengo ninguna duda de que países que podrían ser Arabia Saudí, las monarquías petroleras e Irán financien este partido, porque obviamente no tienen interés en que la democracia se desarrolle en el mundo árabe. Es incluso una cuestión de supervivencia para ellos.

Según usted, ¿Ennahda puede poner en peligro el proceso democrático en Túnez?
Desde fuera, es verdad que puede parecer preocupante. Pero estoy segura de que vamos a estar ahí para mantener el impulso de la democracia, no vamos a ceder ante los islamistas. El sistema electoral ha sido diseñado para ser tan amplio e inclusivo como sea posible. Ninguna lista podrá obtener más del 30% de los escaños de la Asamblea Constituyente. Y hay muchísimas listas: ¡en mi prefectura, hay 93! Y es similar en el resto del país. Así que ningún movimiento puede conseguir la mayoría absoluta, a no ser que forme una coalición.

¿Y es posible que haya la formación de una coalición islamista?
Es teóricamente posible. Ya hay conversaciones entre Ennahda y los partidos minoritarios. Por tanto, es factible que tomen la cabeza del gobierno de transición.

¿Esto no contradice la imagen de país abierto y progresista que Túnez siempre ha tenido?
Esto fue en parte una imagen dada por el régimen dictatorial de Ben Ali para darse legitimidad. La verdad es que la población tunecina no es extremista, pero tampoco está acostumbrada a la democracia. La revolución ha demostrado que la mayoría de los tunecinos no sólo quieren un estado liberal, sino también vinculado culturalmente a los valores sociales de Túnez. De hecho, el rechazo frente a las costumbres europeas, para muchos tunecinos, es una salida de emergencia. La religión, en este contexto, toma un lugar importante y juega un papel protector frente a los problemas económicos y sociales, que incluso han sido exacerbados con la Revolución. La contrarrevolución, en este contexto, es una amenaza real.

¿Puede explicar cómo usted se ha comprometido personalmente en estas elecciones?
Soy militante del PDM, el Polo democrático modernista, que comprende el ex Partido Comunista Tunecino Attajdid, el Partido de Izquierda Socialista y el Partido Republicano. Es una concertación de centro-izquierda que queríamos muy representativa, las cabezas de lista no son los líderes de los partidos, la mitad de los que se presentan son mujeres y la menor tiene 24 años. Queremos demostrar que podemos crear un sistema de libertades que garantiza la libertad de iniciativa empresarial, pero sin olvidar la solidaridad y el bienestar social. Se puede predecir que vamos a obtener el 10% de los votos.

¿Qué le preocupa más, y qué le hace seguir esperando en este largo proceso democrático?
Lo que me preocupa es la clara falta de cultura política sufrida por la sociedad tunecina. La falta de discernimiento, de análisis razonado de la situación deja paso a la seducción de las campañas de comunicación y el populismo. Me gustaría que este debate político se centre en los retos de la fundación de un sistema político democrático.
Pero confío en Túnez. Tenemos una larga tradición histórica de progresismo y tolerancia. Fuimos el primer país musulmán en abolir la esclavitud, a autorizar el aborto (en 1973, ¡antes que Francia!) y en abolir la poligamia y el repudio. El aliento democrático que sopló por el mundo árabe tiene claramente sus raíces en Túnez. Hoy está particularmente sacudido, pero sigo confiando.

¿Cuál será el principal reto de Túnez después de las elecciones?
No fracasar con este momento crucial de la historia. Seguir hacia adelante. El movimiento nacido el 14 de enero (fecha de salida de Ben Ali) no sólo tuvo un gran impacto en nuestro país sino también internacionalmente. Si la contrarrevolución da a luz a una nueva dictadura, sería una vergüenza para nosotros y también para el resto del mundo.

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