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España

ZP, gin tonic por medio, se arrepiente de dejar así a España

La confesión la deslizó el presidente del Gobierno el pasado 29 de septiembre en Varsovia, donde viajó para participar en una aburrida cumbre comunitaria. Se encontraba con sus colaboradores en el hotel y los documentos que tenía entre manos versaban sobre las relaciones con los países del este, en particular la situación en Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia y Ucrania dentro de lo que se conoce como el Partenariado Oriental. A Zapatero no se le veía muy contento hasta que se enteró que en el grupo de periodistas que cubrían el viaje todas eran mujeres. Le hizo gracia el detalle y ordenó a uno de sus fontaneros que invitara a las informadoras a pasar un rato con él para mantener una cita informal en off the record.

 

Como el presidente no se prodiga últimamente en este tipo de encuentros, ni siquiera cuando sale al extranjero, a las periodistas les pilló la invitación por sorpresa. Delante de un gin tonic, un Zapatero relajado y con ganas de conversación comentó en un clima desenfadado que personalmente alberga un sentimiento ambivalente porque por una parte está deseando dejar La Moncloa y refugiarse en León pero, por otra, siente dejar España en este estado de shock.

 

De los comentarios vertidos por Zapatero ante las periodistas, éstas deducen que le hubiera gustado presentarse de nuevo como candidato a un tercer mandato, pero que el desplome de popularidad en las encuestas como consecuencia del azote de la crisis se lo ha hecho imposible. Es más, durante los meses en que mantuvo la incógnita sobre si repetía o no en el cartel electoral fue sincero: su retirada fue una decisión que tomó a última hora.

 

Un apunte final que invita al optimismo: el presidente está plenamente convencido de que ETA está finiquitada.
 

El buscón

 

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