Quantcast

España

La 'baronesa' andaluza provoca miedo al equipo de Rubalcaba al convertirse en palanca del relevo generacional del PSOE

Ayer acudieron a escuchar a Susana Díaz el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, su antecesor en la Junta, José Antonio Griñán, la exvicepresidenta Elena Salgado, el exministro de Fomento José Blanco y la mayoría de los que tuvieron peso en la etapa de gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y ahora conservan peso en la sede socialista de Ferraz. También presenciaron la puesta de largo de la ‘baronesa’ andaluza en Madrid los empresarios más representativos de su comunidad y el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, a quien le toca sufrir desde hace casi dos años los desplantes de la Junta. Era importante medir el poder de convocatoria de Susana Díaz y, sobre todo, sus mensajes, que han sido interpretados con mucha suspicacia en la cúpula de su partido por la ostentación que hizo de su juventud: “Tengo 38 años”, dijo como tarjeta de presentación.

"Tengo 38 años", dijo ayer en Madrid Susana Díaz como tarjeta de presentación ante un auditorio muy concurrido

Pero lo que más incomodó a algunos miembros de la dirección del PSOE fue el esfuerzo de la mujer que más poder institucional acumula en la organización por hacer tabla rasa del pasado, del que solo habló para criticarlo. “Se nos ha exhibido como una mujer virgen en los asuntos de corrupción, simplemente por ser joven, como si los que tenemos más edad y hemos hecho tanto por el partido estuviéramos apestados”, comentaba un diputado socialista asistente al desayuno. También molestaron los reproches que le regaló a Zapatero por la forma en que gestionó desde el Gobierno el Estatuto catalán –“No fue un acierto decir que apoyaría la reforma que aprobara el Parlamento de Cataluña”– aunque repartió leña doméstica bastante generalizada, recordando también el patinazo del anterior Ejecutivo con el anticipo de los brotes verdes. Los dirigentes socialistas, un tanto alarmados, tomaron nota también de la naturalidad con que la ‘baronesa’ vio la posibilidad de que el pacto PSOE-IU que funciona en su tierra sea trasladado en el futuro al Gobierno central siempre que “se encuentre un marco de acuerdo”.

Desde el PSOE se critica a la presidenta de la Junta andaluza por querer hacer tabla rasa del pasado y presentarse como abanderada del relevo generacional

Si hace un mes, cuando tomó posesión, la mayoría de los dirigentes del PSOE pensaban que la presidenta andaluza estaba bajo control y respetaría el calendario fijado por Rubalcaba para elegir el futuro candidato, ahora hay quien sospecha todo lo contrario. Desde que Griñán la cedió el sillón del Palacio de San Telmo, Susana Díaz, ha almorzado con Felipe González, con Alfonso Guerra y con los expresidentes socialistas que la precedieron en la Junta. Ellos llegaron a creer que les pedía una cierta protección y que con sus consejos la tenían domada, pero esta sensación empezó a desplomarse ayer por su propio peso. “Había compañeros que pensaban que Díaz era puro ‘aparato’ y carecía de la ilustración necesaria para ser líder, pero hoy ha demostrado que puede ser la persona que ventile el discurso del PSOE actuando como palanca para un relevo generacional que el electorado nos pide a gritos”, comentaba un diputado andaluz. “Es el discurso fresco y no contaminado de alguien de 38 años frente al de un secretario general con 62, eso lo resume todo”, añadía el mismo parlamentario.

Solo los más optimistas en la ejecutiva socialista cren que Díaz no romperá el esternón a Rubalcaba y respetará su guión

Los más optimistas con asiento en la ejecutiva federal siguen opinando que la ‘baronesa’ no le romperá a Rubalcaba el esternón y respetará su guión –conferencia política, elecciones europeas y primarias para la elección del candidato– porque su prioridad consiste en asentarse en la Presidencia de la comunidad con más paro de España y en engrasar las relaciones de gobierno con Izquierda Unida. Sin embargo, ayer no se la escuchó un solo elogio a Rubalcaba y sí numerosos matices que anticipan su disposición a poner el cuentakilómetros de su  partido a cero, incluido el que quedó pasado de vueltas por el escándalo que trasvasó cientos de millones del desempleo a bolsillos amigos, el mismo que ha terminado trasladando al Senado la nómina de Griñán.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.