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España

El rey anima a atajar la corrupción, pero no alude a la infanta ni pide disculpas en nombre de la Familia Real

Felipe VI ha estrenado su primera Navidad como rey y lo ha hecho con un discurso a los españoles poco ambicioso, acaso demasiado comprometido con las políticas del gobierno de Rajoy, un discurso de mínimos en el que no ha citado la imputación de su hermana la infanta Cristina y de su marido, Iñaki Urdangarin, que tendrán que sentarse en el banquillo por supuesta corrupción y en el que no ha asumido ninguna responsabilidad de la Corona en lo ocurrido ni ha pedido disculpas en nombre de la Familia Real, lo que hubiera sido un excelente revulsivo en la España actual.

Sin embargo, el rey sí ha hablado de regenerar nuestra vida pública, de recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, de garantizar el actual Estado del Bienestar y de preservar la unidad de España “desde la pluralidad”. Esos han sido, aunque en forma de titular y sin entrar en mayores vuelos, los grandes ejes del primer discurso navideño del rey Felipe VI. No ha habido propuestas nuevas, aunque sí referencias genéricas a todas esas cuestiones.

El rey, por ejemplo, no ha citado textualmente a su hermana, la Infanta Cristina, imputada junto a marido Iñaki Urdangarin por el caso Noós, pero sí ha hablado en general de la corrupción de los servidores públicos y ha dicho que “las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto”.

Consciente de la gravedad del momento, el rey Felipe VI inició su primer discurso navideño hablando extensamente de la corrupción, uno de los mayores problemas, junto con el económico, que preocupan a los ciudadanos. Es cierto que Felipe VI obvió el caso de su hermana, la Infanta Cristina, y mucho menos abordó la posibilidad de que renuncie a sus derechos dinásticos; pero la situación judicial de su hermana y su marido estaba plenamente integrado en el mensaje del rey.

El rey, contra la corrupción: “Indignación y desencanto”

“Estamos viviendo tiempos complejos y difíciles para muchos ciudadanos y para España en general”, inició su discurso el rey, y no solamente por la dureza y duración de la crisis económica que produce en muchas familias incertidumbre por su futuro, sino porque algunos de nuestros problemas políticos generan inquietud “y las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto”.

“Necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. La lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable”

A partir de ahí, Felipe VI ha sido taxativo: ha reconocido que hay “preocupación social” por la corrupción, pero ha dicho que “no debemos dejarnos vencer por el pesimismo, el malestar social, o por el desánimo” y ha animado a “afrontar con firmeza y eficacia” las causas de esos problemas para “recuperar el sosiego y la serenidad” que requiere nuestra sociedad.

En ese punto, recordó unas palabras ya pronunciadas el pasado mes de octubre en Asturias sobre que “necesitábamos un gran impulso moral colectivo”, para añadir ahora, dos días después de la imputación de la Infanta Cristina, que “necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable”.

En esta parte fundamental de su discurso, eminentemente político, hay una frase que parece dirigida especialmente a su hermana la Infanta Cristina: “Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho. Como es verdad también que la gran mayoría de los servidores públicos desempeñan sus tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales”.

“Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia”

Sin embargo, pese al reconocimiento de que la justicia está reaccionando, el rey ha advertido a los poderes públicos que “es necesario evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro”, porque los ciudadanos “necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo”.

En definitiva, el rey ha dicho a los políticos que “debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia”.

Economía: “Los índices de desempleo son todavía inaceptables”

El segundo eje del discurso de Felipe VI ha ido destinado a la situación económica española. El rey ha empezado diciendo que “continúa siendo un motivo de grave preocupación para todos”, porque “los índices de desempleo son todavía inaceptables”, y ha añadido que, aunque tenemos empresas punteras en muchos sectores en todo el mundo, “nuestra economía no ha sido capaz, todavía, de resolver de manera definitiva este desequilibrio fundamental”.

No obstante, ha querido ver brotes verdes en la actualidad y ha reconocido, al igual que el Gobierno, que las principales magnitudes macroeconómicas están mejorando y que hemos recuperado el crecimiento económico y la creación de empleo: “Estos datos son una base nueva para la esperanza de que, en el futuro, puedan generarse de forma sostenible muchos más empleos y, especialmente, empleos de calidad”.

“Debemos seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar, que ha sido durante estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social”

Para superar esta grave crisis, Felipe VI ha pedido que los agentes políticos, económicos y sociales trabajen unidos permanentemente en esta dirección, “anteponiendo sólo el interés de la ciudadanía”, porque “el sacrificio y el esfuerzo de los ciudadanos durante toda la crisis económica” así lo exige.

En este punto, el rey ha lanzado un mensaje muy directo a los que quieren recortar los derechos sociales: “Debemos seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar, que ha sido durante estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social, junto a las familias y a las asociaciones y movimientos solidarios. Algo de lo que debemos realmente sentirnos orgullosos”.

“Millones de españoles llevamos a Cataluña en el corazón”

El rey Felipe VI no ha obviado el problema catalán en su discurso, y al órdago independentista se ha referido de una forma directa. Ha recordado que la Constitución de 1978 proclamó nuestra unidad histórica y política y reconoció el derecho de todos a sentirse y ser respetados en su propia personalidad, en su cultura, tradiciones, lenguas e instituciones. Y que “bajo ese espíritu constitucional, hemos convivido estos años”.

Y aquí, el rey lanzó un mensaje de unidad: “Todos nos necesitamos. Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y de todos en conjunto”, y no sólo por economía o por intereses, sino también por sentimientos.

“Me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales. Nadie en la España de hoy es adversario de nadie”

En ese contexto, el rey lanzó una de las frases más emocionales de este discurso: “Millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña en el corazón. Como también para millones de catalanes los demás españoles forman parte de su propio ser. Por eso me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos. Nadie en la España de hoy es adversario de nadie”.

“Respetemos la Constitución que es la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad”

Pero dejó también muy claro que “los desencuentros no se resuelven con rupturas emocionales o sentimentales. Hagamos todos un esfuerzo leal y sincero, y reencontrémonos en lo que nunca deberíamos perder: los afectos mutuos y los sentimientos que compartimos. Respetemos la Constitución que es la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad. Y sigamos construyendo todos juntos un proyecto que respete nuestra pluralidad y genere ilusión y confianza en el futuro”.

“Me he sentido querido y apreciado y os lo agradezco de corazón”

Felipe VI no quiso dejar obviar la abdicación de su padre, Juan Carlos I, y su propio ascenso como rey, y calificó ese hecho con un “España se dio a sí misma y al mundo un ejemplo de seriedad y dignidad”. Añadió al respecto que en estos últimos meses “me habéis rodeado de vuestro respeto, afecto y cariño”, dijo que “me he sentido querido y apreciado y os lo agradezco de corazón”, y se sintió reconfortado porque “he visto ilusión en muchos de vosotros, en vuestras miradas, en vuestras palabras, ante el inicio de una nueva época en nuestra historia”.

“Nos corresponde a los españoles de hoy continuar la tarea de labrar nuestro mejor futuro, que ha empezado ya”

En este apunto apostó sin duda por la renovación: “Ahora nos corresponde a los españoles de hoy continuar la tarea de labrar nuestro mejor futuro; que empieza ya, que ha empezado ya”. Y aquí volvió a reconocer que ha habido fallos que hay que corregir para “acrecentar los activos de la España de hoy, con la vista puesta en un futuro que nos pertenece a todos los españoles”, porque “somos una democracia consolidada” y porque “disfrutamos de una estabilidad política como nunca antes en nuestra historia”.

Para Felipe VI hay esperanza, porque somos una nación “respetada y apreciada en el mundo” y porque hoy “somos parte fundamental de un proyecto europeo que nos hace más fuertes, más competitivos y más protagonistas de un futuro de integración”.

“Tenemos capacidad y coraje de sobra. Tenemos también el deseo y la voluntad” para superar nuestros retos

La parte final de su discurso la dedicó Felipe VI a resumir los grandes ejes que lo habían conformado; es decir, enumerar los grandes retos que nos esperan y que van a marcar su línea de reinado: “Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad”. Reconoció que “no son tareas sencillas. No son retos fáciles. Pero los vamos a superar, sin duda; estoy convencido de ello".

El rey, que despidió su discurso con un “Feliz Navidad” en las lenguas cooficiales (Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas), ofreció el resto de lo que debe ser la preocupación inmediata de España: recuperar el “orgullo de nuestra conciencia nacional”: la de una España “moderna, de profundas convicciones democráticas, diversa, abierta al mundo, solidaria, potente y con empuje”. Y en ese mismo empuje, dijo, “estaré siempre a vuestro lado como el primer servidor de los españoles”.

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