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España

El rey salta a escena: dos intervenciones clave de la Corona tras el laberinto electoral

El rey Felipe VI, durante su primer discurso de Navidad

El papel del monarca cobra estos días de general incertidumbre una notable relevancia. Pronuncia su mensaje navideño a escasos cinco días de celebrarse unos comicios que han supuesto un vuelco en el panorama político. Y días después, deberá proponer a las Cortes el nombre del candidato a ser investido presidente del Gobierno, en un procedimiento que muchos creen condenado al fracaso. Dos intervenciones que subrayan el papel protagonista de un monarca que, desde su proclamación, ha optado por desarrollar un perfil muy plano, sobrio y alejado de las convulsiones políticas. Esta asepsia institucional, que dicta la Constitución, no termina de ser comprendida en algunos círculos políticos y sociales, que reclaman del monarca un papel más activo dadas las circunstancias tan especiales por las que atraviesa nuestro país.

El rey no ha hablado desde las elecciones. Este jueves rompe su silencio oficial con ocasión de su mensaje de Navidad, el único que se elabora en la Zarzuela

El rey no ha hablado desde las elecciones. Este jueves rompe su silencio oficial con ocasión de su mensaje de Navidad, el único que se elabora en la Zarzuela y pasa luego a revisión del Ejecutivo. El pasado año, la atención se centraba en el hecho de que se trataba del primer discurso navideño del monarca desde su proclamación.

En esta ocasión, las circunstancias son diferentes. La intervención de Don Felipe, que se grabó este martes en el Palacio Real, por vez primera, para trasladarle mayor solemnidad, se produce en un momento de singular inestabilidad política puesto que las urnas no han arrojado una solución clara para la formación de Gobierno.

Con un presidente interino y un Ejecutivo en funciones, con el Parlamento aún sin constituir y con la amenaza de unas elecciones anticipadas a la vuelta de la esquina, nadie puede hablar de un momento de normalidad. Tanto que Rajoy y Sánchez se reúnen este miercoles en Moncloa para acercar alguna postura de cara al futuro inmediato, lo que se adivina imposible.

Invocaciones implícitas, mensajes sutiles

No habrá, dicen en Zarzuela, referencias concretas en el mensaje de Su Majestad a esta coyuntura tan especial. Sí ha trascendido, sin embargo, que las palabras del rey llevarán implícitas una serie de invocaciones a la necesidad del diálogo y el entendimiento, y a la importancia de los sacrificios particulares en aras de la estabilidad, elemento clave de su intervención. En este momento de enormes incertidumbres que se ciernen sobre nuestro país, se asegura que el rey transmitirá una apelación a la prudencia y una referencia optimista en el futuro.

En su primer mensaje de Nochebuena, el pasado año, don Felipe sorprendió con referencias muy concretas a la lucha contra la corrupción, al problema del paro, de los empleos de escasa calidad, de los movimientos solidarios y organizaciones sociales que apoyan a los más desfavorecidos. En suma, del Estado de Bienestar. Hizo también referencias a Cataluña y la necesidad de respetar la Constitución. Pese a algunas suspicacias, sus palabras recibieron elogios generales desde la clase política, con excepción de los nacionalistas catalanes que las consideraron poco adecuadas para afrontar el problema territorial.

En cícrulos políticos se destaca estos días la importancia institucional que cobra la figura del Jefe del Estado en la actual coyuntura. Será el encargado, precisamente, de proponer el candidato a presidente de Gobierno, tal y como reza la Carta Magna. Para adoptar esa decisión, el Monarca "propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno" una vez escuchados a los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria. Es el presidente del Congreso quien le traslada al rey la lista con sus interlocutores. Y es el monarca quien, una vez recibidos a todos ellos en la Zarzuela, propone al presidente de la Cámara el nombre del candidato a ser investido.

Un proceso mecánico

En situaciones normales, este proceso es mecánico, rutinario, sin demasiados problemas. Ahora estamos ante una situación erizada de excepcionalidades. Tanto, que es posible que el candidato propuesto en primera instancia, esto es, el jefe del grupo parlamentario con mayor número de escaños, a la sazón Mariano Rajoy, no logre los respaldos suficientes para superar la votación de investidura. Entonces el monarca propondrá otros candidatos. Transcurridos dos meses, y si no se consigue un acuerdo, se procede a la disolución de las Cortes y a la convocatoria de nuevas elecciones.

Hay voces políticas que pretenden estos días trasladar al rey unas funciones como impulsor de acuerdos o de mediador para superar la situación de bloqueo que algunos adivinan

Hay voces políticas que pretenden estos días trasladar al rey unas funciones como impulsor de acuerdos o de mediador para superar la situación de bloqueo que algunos adivinan. Estas fuentes mencionan que las consultas regias revisten otra importancia cuando, como ahora, los resultados electorales no permiten un acuerdo claro. Nada más cierto. El papel del rey, según la Constitución, se reduce a escuchar a los jefes de grupos políticos presentes en la Cámara y proponer el nombre del candidato con más respaldo parlamentario.

El papel de la Corona, según la Constitución, es estrictamente el de 'moderación y arbitraje', amén de salvaguarda de la unidad de la Nación. Pero estos días hay voces aisladas muy interesados en efectuar una lectura muy laxa de estos dos cometidos institucionales de la Corona. Pretenden implicar a Don Felipe en la solución del laberinto político en el que nos encontramos.

El texto Constitucional tampoco fija los plazos o el calendario para las consultas previas. Lo normal viene siendo que el Jefe del Estado abra esta ronda cuatro o cinco días después de la constitución del Congreso. Si el primer candidato es rechazado, se inicia otro periodo de consultas, que tampoco tienen marcado el calendario oficial. Tan relajada es la normativa que el rey podría alargar este trámite todo el tiempo que quisiera, algo que políticamente resulta impensable.

Don Felipe culmina el año con un discurso sumamente esperado y arrancará el próximo con una serie de consultas de relevancia notable para el país. Dos momentos trascendentales con la Corona como protagonista. 

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