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España

La obsesión de Pedro Sánchez por pisar La Moncloa moviliza en contra a los capos del PSOE

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, junto al expresidente del Gobierno Felipe González, durante un acto de la campaña.

Pedro Sánchez eligió un mal día para anunciar este lunes que se presentará a la reelección como secretario general en el congreso previsto por el PSOE para la primavera. Miembros de la ejecutiva federal, con la que se reunió por la mañana, pensaban que solo iba a hablar del puzzle político tan complicado abierto por las elecciones del domingo. Pero su líder aprovechó la ocasión para avisar a propios y extraños de que no tira la toalla. Los dirigentes territoriales de su partido han tomado nota del atrevimiento, pero lo que no están dispuestos a permitirle a Sánchez es que consume su ambición de aposentarse en La Moncloa a cualquier precio.

Felipe González telefoneó a Sánchez el domingo para que asumiera su papel como jefe de la oposición

En la noche del domingo, Sánchez abrió una ronda telefónica de contactos con los barones regionales para recabar su opinión. Habló también con Alfredo Pérez Rubalcaba y, un dato a tener en cuenta, recibió la llamada de Felipe González. El expresidente le recomendó que admitiera el triunfo electoral del PP, su obligación de intentar formar Gobierno, pero también, y esto es quizás lo más importante, que asumiera desde el primer momento el papel como jefe de la oposición. En otras palabras, que no alentara fantasmas y esparciera mayor incertidumbre todavía acariciando su ambición de llegar a La Moncloa, operación de alto riesgo para la que necesitaría no solo el concurso de Podemos, sino también de fuerzas nacionalistas e, incluso, independentistas.

Pedro Sánchez no hizo caso a los viejos ‘dinosaurios’ del PSOE –la misma sugerencia de González se la trasladó también Rubalcaba– y dejó abierta la puerta a pactar con Pablo Iglesias su acceso a la presidencia del Gobierno. Las alarmas se encendieron y este lunes mismo la presidenta andaluza, Susana Díaz, el extremeño Guillermo Fernández Vara y el castellano manchego Emiliano García-Page, le trazaron a Sánchez las líneas rojas que no debe cruzar si quiere seguir contando con su paciencia. “Nosotros no vamos a buscar pactos complejos ni pastiches de ningún tipo”, advirtió García-Page, dando por inviable un acuerdo con Podemos, fuerza que, paradójicamente, le sostiene a él y a otros dirigentes regionales de su partido en sus respectivos gobiernos.

Alergia a un acuerdo con Podemos y sus 'mareas'

El hipotético acuerdo de Gobierno con Podemos provoca alergia en las filas socialistas, donde se recuerdan algunos de sus efectos secundarios. Para empezar, necesitaría también del aval directo o indirecto de los diputados de Esquerra Republicana y de Convergencia (Democracia y Libertad), además de los nacionalistas vascos y canarios. Una melée en la que también tendrían que entrar las mareas gallegas y las fuerzas afines a Pablo Iglesias que le han servido el domingo de muleta en Cataluña y la Comunidad Valenciana.

Fuentes socialistas admiten que Pedro Sánchez y su equipo de confianza no comparten las mismas sensibilidades que la mayoría de los barones regionales sobre los pasos a dar en las próximas semanas/meses, aunque ven escaso margen para que no respeten sus opiniones. “Es algo tan sencillo como advertirle al secretario general que de los 90 diputados que ha conseguido el domingo, el peor resultado del partido en toda su historia, 22 de ellos son andaluces y, por lo tanto, actuarán en el grupo parlamentario bajo la disciplina de su federación. Estamos en condiciones de asegurar que, al final, no habrá pacto con Podemos”, aseguran fuentes cercanas a Susana Díaz.

El líder del PSOE espera para actuar a que Rajoy visualice su incapacidad para formar Gobierno

Mientras el horizonte de posibles acuerdos postelectorales se despeja, el equipo de Sánchez ha decidido jugar sus cartas por capítulos. Ahora de lo que se trata, según fuentes de su ejecutiva, es de esperar a que Mariano Rajoy mueva ficha y “demuestre que es incapaz de formar Gobierno”. Después, “todas las posibilidades están abiertas”. Incluso, la de que el PSOE se abstenga en la votación de investidura siempre que el PP proponga un candidato diferente a Mariano Rajoy. Muchas menos probabilidades tiene de prosperar la formación de un Gobierno conjunto con el PP porque, a diferencia de lo que opina Felipe González, la mayoría de los dirigentes socialistas comparten el criterio de que este paso sí que fracturaría a la organización y podría conducirla, incluso, a un espacio político marginal.

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