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España

Fomento liquida las sociedades de alta velocidad y acaba con el delirio de muchos ayuntamientos

Interior de la estación Campo Grande, en Valladolid, término cuya sociedad de alta velocidad se ha visto adelgazada.

Aquel barrio nuevo que vería la luz sobre las ruinas de la antigua estación de trenes, la cual sería trasladada a otra parte de la ciudad, junto con los talleres de Renfe, además de estar preparada para acoger el AVE –cuyos raíles a su vez estarían debidamente soterrados- no fue un placentero sueño adobado con delirios de grandeza municipal: fue una pesadilla. A comienzos de la pasada década, brotaron como setas sociedades locales de alta velocidad pensadas para aprovechar la llegada de este tren al municipio, revolucionando de paso el espacio urbano. Hoy, tras cinco años de crisis y con las arcas más vacías, están desapareciendo.

Participadas en un 50% por el Ministerio de Fomento, en un 25% por la comunidad autónoma y en otro 25% por el ayuntamiento o la diputación de turno, las sociedades bosquejaron ambiciosos y carísimos proyectos, a veces encargados a arquitectos de enjundia como Richard Rogers. Proyectos basados en la boyante ficción del ladrillo que suman cerca de 15.000 millones de euros (sin contar con el casi seguro sobrecoste) entre todas las ciudades. Por eso estos días Fomento está liquidando los entes uno por uno.

Los ayuntamientos se empecinan en reclamar a Fomento obras imposibles como el soterramiento.

Las primeras sociedades de alta velocidad en morir han sido las de Palencia y León, dos localidades que aguardan la continuación de la línea de AVE hacia el País Vasco, hoy detenida en Valladolid. Precisamente en la ciudad del Pisuerga su consorcio de alta velocidad  ha encogido su estructura en aras de ahorrar, empezando por la destitución del director general, Cayetano Roca, que se embolsaba nada menos que 120.000 euros anuales al frente de un ente de dudosa productividad.

León Alta Velocidad desaparece tras diez años y ni la mitad de los objetivos logrados, recoge la prensa local. La misma suerte ha corrido el consorcio palentino. Y con el resto, casi 20 en toda España, sucederá igual, según cuentan todas las partes consultadas excepto el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), que, si bien no asume la futura desaparición de todas ellas, sí reconoce a este medio que el “escenario económico en el que se plantearon las operaciones no es el de ahora”.    

El AVE es un arma electoral venida a menos, ya que la sociedad es cada vez más consciente de su inviabilidad. 

El otro problema para Fomento es el empecinamiento de los ayuntamientos a la hora de reclamar obras imposibles como el soterramiento o en no renunciar a acoger el AVE, pese a que ningún estudio en España demuestra la rentabilidad de expandir este tipo de tren para los tiempos que corren. La alta velocidad sigue siendo un arma electoral, aunque venida a menos: cada vez se descubren más desmanes de la época del boom ferroviario, que fue indiscutiblemente la década pasada. Tras un quiero y no puedo que se ha prolongado durante lo que va de crisis, no ha sido hasta comienzos de este año cuando el ministerio que tutela Ana Pastor se ha plantado, aunque solo tibiamente.

“El proyecto no languidece, sino que está parado porque la inversión que hay que hacer es importante y no parece prudente de momento”, señaló el 16 de enero el alcalde vallisoletano, Francisco Javier León de la Riva. Fuentes del sector consultadas se desternillan con las palabras del regidor. En la capital castellana ya se han erigido los nuevos talleres de Renfe en una zona alejada del casco antiguo de la ciudad. En el espacio en el que se asientan los antiguos iba a nacer un barrio nuevo, bajo el cual las vías del AVE iban a quedar soterradas… “De la Riva delira y los medios locales se lo compran”, sentencia una fuente conocedora de la situación. La Junta de Castilla y León mantiene la versión del alcalde pucelano para los casos de Palencia y León. “En el momento en que empiecen a desaparecer sociedades, veremos a más administraciones exigir a Fomento esta clase de pretensiones imbéciles”, vaticinan en Renfe.    

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