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España

Guerra sucia: Sánchez intenta desestabilizar a los barones partidarios de que gobierne Rajoy

Pedro Sánchez, el pasado viernes en su escaño del Congreso.

“Que más querría Pedro que ver en dificultades a Susana, a Guillermo o a Emiliano”, dice un alto dirigente del PSOE madrileño en referencia a las maniobras que el líder socialista promueve desde hace tiempo desde Ferraz en diferentes federaciones del partido para debilitar la posición de los barones regionales que profesan un olímpico desprecio hacia él y ahora le urgen a romper el actual bloqueo político. Si la destitución de Tomás Gómez en Madrid hace año y medio le salió bien, ¿por qué no intentarlo con otros barones críticos que aguardan con ansiedad la convocatoria del 39º Congreso?, afirma este miembro del PSM.

Sánchez utiliza a César Luena para hacer imposible la vida a los barones díscolos en sus respectivas federaciones

En las federaciones socialistas de Andalucía, Asturias, Extremadura y Castilla-La Mancha es donde, sobre todo, más se han dejado notar las maniobras de desestabilización de Ferraz contra Susana Díaz, Javier Fernández, Guillermo Fernández Vara y Emiliano García-Page. A través de las agrupaciones locales y provinciales, como también desde algunas alcaldías, se está intentando estructurar un sector crítico que tenga voz y voto en el próximo Congreso federal y se haga eco del sentir de la militancia, el arma con el que Sánchez llegó a la secretaría general en julio de 2014 y el mismo que ahora amenaza con empuñar en el caso de que el próximo comité federal le obligue a facilitar, en contra de su voluntad, la investidura de Mariano Rajoy.

En la secretaría de Organización de la calle Ferraz se tiene una foto bastante fiable de los equilibrios de poder que operan en las diferentes federaciones y se sabe que en algunas de ellas, como la asturiana, la contestación a sus máximos responsables es cada vez más creciente. Este es uno de los problemas que ha frenado el paso adelante que muchos esperaban ver en Javier Fernández para disputar el liderazgo a Sánchez, al que tampoco son ajenas la organización andaluza, la extremeña o la castellano-manchega, estas dos últimas bastante castigadas por la influencia que sobre ellas está teniendo el pacto con Podemos.

“Se trata de una guerra sucia promovida por Sánchez en bastantes federaciones para aumentar sus apoyos, que no va a tener éxito porque está dirigida por alguien como César Luena, responsable de Organización, al que ni se quiere se respeta en el conjunto del partido”, asegura un miembro del comité federal al tanto de los movimientos que se están sucediendo para forzar al secretario general a que se abra un debate interno que permita recomponer la imagen del PSOE como partido de Gobierno y acabar con el actual parón político.

Las listas gallegas siembran la división

Los tentáculos de Ferraz para influir en el reparto del poder regional no se frenan ni siquiera en las federaciones más afines a Sánchez, como acaba de demostrarse en Galicia, donde la intromisión de éste último en la elaboración de la candidatura que concurre a las elecciones del próximo día 25 ha convertido en enemigos acérrimos al líder socialista y al actual alcalde de Vigo, Abel Caballero, miembro de la Ejecutiva federal y tenedor de una de las pocas mayorías absolutas que cosechó su partido en las últimas elecciones municipales.

Cada vez son más los dirigentes territoriales del PSOE y miembros de la vieja guardia que opinan que Sánchez está colocando al PSOE “al borde del precipicio”, trabajando a favor de su ruptura interna y, sobre todo, promoviendo un “plan personal” que está sembrando la desconfianza y evidenciando, cada vez más, la ausencia de un proyecto de partido con el que competir con éxito en futuras confrontaciones electorales.

La mayoría de los dirigentes regionales consideran que Sánchez se ha embarcado en un proyecto personal perjudicial para el partido

Por el momento, las organizaciones socialistas más afectadas por la aparición de este “ejército crítico” de Sánchez no ven en peligro su estabilidad, más allá del alcance ciertamente limitado de las campañas de desprestigio que sufren sus líderes, fomentadas por quienes defienden, por ejemplo, que Susana Díaz “sería un desastre” de Despeñaperros para arriba o que García-Page y Fernández Vara “están entregados a los intereses del PP” mientras están siendo sostenidos en sus cargos por Podemos.

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