Quantcast

España

Ciudadanos empuja al PP a la esquizofrenia: entre los pactos y las burlas de Rajoy

Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre durante la cena de navidad del Partido Popular

La actitud del Partido Popular ante el fenómeno Ciudadanos oscila entre el temor y la perplejidad. Las torpes incursiones en el ataque frontal y el menosprecio despectivo se saldaron con un revés antológico en las urnas andaluzas. Esa artillería gruesa en forma de 'naranjito', 'chutatans', los orígenes catalanes de Rivera... produjeron un claro rechazo entre los votantes del PP, que no contemplan a Ciudadanos como un enemigo.

Ni amables ni complacientes

Sin embargo Mariano Rajoy parece decidido a conducir su estrategia por el sendero de la confrontación. Nada de palabras amables o complacientes. "No somos de esos partidos que buscan a sus candidatos por las cafeterías", dijo el martes ante medio millar de enmudecidos dirigentes congregados en Génova. Este miércoles en Ciudad Real, también le dedicó unas chanzas a la propuesta de Luis Garicano, gurú económico de Rivera, sobre el AVE. "Ya sólo hay uno que anda por ahí que dice que hay que cerrar líneas de AVE y que España tenía que haber sido rescatada", comentó el presidente del Gobierno. Garicano, en efecto, se inclinó en su día por una solución estilo Portugal o Irlanda para nuestro país. Estas embestidas de Rajoy producen reacciones de enorme perplejidad en el partido.

Rajoy no puede con Ciudadanos. Le irrita, le enerva como en su día le ocurría con Rosa Díez

Rajoy no puede con Ciudadanos. Le irrita, le enerva como en su día le ocurría con Rosa Díez, ahora ya casi periclitada. En Ciudad Real, el presidente del PP insistía en sus reproches y cesuras hacia el partido de Rivera. "Qué fácil es hablar y qué difícil es gobernar", apostillaba junto a una Cospedal a quien colmó de lisonjas y alabanzas. La secretaria general del PP ha salido fortalecida de su pulso artero con Arenas. Al menos hasta el 24 M. "Me tengo que quitar el sombrero y me lo quito ante ella", dijo el presidente, en un larga retahíla de referencias muy elogiosas hacia su número dos en el partido.

Hace tan sólo unos días, Alfonso Alonso, uno de los ministros con mayor predicamento en el terreno de la comunicación, mencionaba abiertamente que "es un error no considerar o despreciar al adversario. Eso no se debe hacer nunca". Incluso hablaba de alcanzar posible pactos con Ciudadanos. Son legión los candidatos del PP que se afanan estos días por tender puentes hacia el partido de Rivera, a la vista de la necesidad de acuerdos postelectorales que avisan las encuestas. Albert Fabra, por ejemplo, da por hecho que los necesitará si quiere conservar la presidencia de la Comunidad Valenciana.

Aguirre y Cifuentes

La pareja de damas que se presenta por Madrid se sitúa, en este asunto, en el terreno frontalmente opuesto al de su presidente. Esperanza Aguirre, por ejemplo, repite cuantas veces es necesario que Ciudadanos es un partido serio, y no duda en mostrar su admiración por Rivera. También Cristina Cifuentes ha sugerido la posibilidad de que con ese partido se pueden alcanzar acuerdos estables.

La cruda realidad asoma en el horizonte en forma de necesidad de pactos. Resulta más sencillo alcanzar acuerdos con quien no has insultado. Una reflexión que muchos tienen claro

Algunos de los asistentes a la Junta Directiva del martes no ocultaban su desconcierto. Ciudadanos les come terreno, les roba militantes y amenaza con hurtarle votos a paladas. Rajoy muestra el camino del choque directo, del cuerpo a cuerpo y de huir de amabilidades y carantoñas. Sin embargo, la cruda realidad asoma en el horizonte en forma de necesidad de pactos. Resulta más sencillo alcanzar acuerdos con quien no has insultado. Una reflexión que muchos tienen claro.

Rajoy no es de ese criterio. Dolores Cospedal, tampoco. No hay que mostrar las cartas antes del juego. A Ciudadanos hay que ponerle en su sitio, exhibir sus contradicciones, sus incoherencias. Es un partido socialdemócrata que ha difuminado su perfil ideológico para no espantar votos. En Génova lo tienen claro. Pero los candidatos, no tanto. De ahí el general despiste. ¿Qué hacemos con Ciudadanos, no les damos ni agua o se les invita a todas las rondas? Una disyuntiva que el PP no despejará hasta dos minutos antes de la jornada electoral. Al final, como casi siempre. Que cada cual haga lo que crea necesario.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.