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España

La ‘casta’ catalana: Marta Ferrusola, la matriarca de los Pujol, plantas y contratos a dedo

Marta Ferrusola, en el ojo del huracán tras la publicación de los escándalos de su marido y vástagos

Marta Ferrusola es conocida en Cataluña y en el resto de España por ser la abnegada esposa de Jordi Pujol, así como por su ferviente catalanismo independentista, vertido en no pocos comentarios, algunos convertidos en sonoros patinazos. Siempre a un lado de su marido, pero también partícipe de su acción política, Ferrusola tiene también su lado empresarial. En concreto, dedicado a la jardinería, bajo una inocente empresa llamada Hidroplant. Según la exnovia de Jordi Pujol Jr., “la floristería de Marta Ferrusola era como un impuesto revolucionario”. La empresa se dedicaba a la comercialización de plantas que no precisan de tierra, así como a la instalación y mantenimiento de jardines, etc. Hidroplant recibió contratos que parecían más relacionados con la condición de Pujol de President que con el savoir-faire de la propia empresa, que en una celebrada ocasión convirtió el césped del Camp Nou, en palabras de la exnovia de Jordi Pujol Jr., en “un patatal”. La exnovia apunta a que Marta Ferrusola conocía todo lo que hacía y deshacía su marido, así como sus hijos, y asegura que en una conversación telefónica que ella oyó advertía a Jordi de que los 400.000 euros ya estaban donde tenían que estar.

Hidroplant recibía contratos a dedo

Ferrusola creó Hidroplant junto a un grupo de amigos muy cercanos, recibiendo numerosos contratos con instituciones públicas y sociedades privadas catalanas. Entre ellas, el FCB Barcelona, al que provocó los “graves desperfectos” antes citados.  A Hidroplant se le concedió un contrato de casi dos millones de pesetas para encargarse de los jardines del World Trade Center de Barcelona, sin concurso previo. Consiguió también un tercer contrato, por valor de 20 millones de pesetas, para encargarse del Puerto de Barcelona, por supuesto, sin concurso previo. En 2005 los accionistas -entre ellos Aguas de Barcelona (Agbar), propietaria del 30% de la sociedad, las familias Raventós Negra y Aguilá, y Marta Ferrusola- vendieron la sociedad a la multinacional ISS. La familia Pujol-Ferrusola, aunque titular de solo un 15%, era el banderín de enganche de Hidroplant. 

El negocio de las flores era tan importante para Pujol y Ferrusola, que reclamaron la vuelta al IVA reducido del 10% para plantas vivas y flores, toda una vieja exigencia suya. Y de hecho, Pedro Solbes cambió el tipo de las flores por el reducido, como una más de las exigencias de CiU para apoyar los presupuestos de 1994.

En 1999, el PSC ya preguntaba a Pujol por la empresa de su mujer y los contratos que se le habían concedido. No se liquidaron hasta el año 2004, al llegar el Tripartito, y eran contratos abiertos con Presidencia y Medio Ambiente para mantener las plantas de secretaría de juventud, así como otros otorgados sin concurso a su hija Marta Pujol Ferrusola. Según cuenta Salvador Sostres, “Hidroplant tuvo unos clientes y un nivel de contratación que siempre parecieron más relacionados con el hecho de que su propietaria era la esposa del presidente que por las dimensiones, la envergadura y la calidad de Hidroplant”.

Las deficiencias del césped del Camp Nou

En 1995, socios del FCB demandaron a Hidroplant por haber causado graves deficiencias en el césped del Camp Nou, el estadio del Barça, aunque el club reconoció no tener nada que ver con la demanda. Ferrovial y la propia Hidroplant tuvieron que hacerse cargo del “destrozo”.

Jordi y Marta Pujol Ferrusola también eran accionistas de la compañía hasta su definitiva venta. Entre las fundadoras de la empresa -junto a Mercé Vilá y Ferrusola- se encontraba Núria Claverol, esposa de Carles Sumarroca, cuyo hijo, Carles Sumarroca Claverol, ha sido declarado “ilocalizable” por la hacienda catalana. Carles Sumarroca padre era amigo personal de Jordi Pujol, hasta el punto de haber participado, junto a otros empresarios, en la compra de Spanair en el año 2009.

Hidroplant fue apenas una anécdota en el imperio empresarial, y casi financiero, levantado por la pareja Pujol Ferrusola, pero es un anécdota que ilustra a la perfección la infinita osadía de unos apellidos que se creían por encima del bien y del mal, que despreciaron la Ley, y que usaron de su poder e influencia para enriquecerse mientras por la Cataluña profunda expandían las supuestas virtudes de una catalanismo que nada tenía que ver con el "España ens roba". Todo un mito reducido a cascotes. Tras el fulgor de más de 30 años de poder omnímodo, empieza ahora para el clan Pujol un via crucis judicial más que merecido. 

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