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España

De los "diez negritos" de Rajoy, solo falta por salir de escena Mayor Oreja

En la novela "Diez negritos" de la reina del suspense británico, Agatha Crhistie, los personajes que acuden invitados a una gran mansión solitaria son asesinados sistemáticamente en venganza por errores del pasado. Uno tras otro van cayendo, sin poderlo evitar. La intempestiva salida de Esperanza Aguirre le permite al presidente del Gobierno hacer una nueva muesca en la culata de su revólver. Y es que prácticamente todos aquellos que se han enfrentado a él están ahora fuera de la política, con la única excepción del ex ministro del Interior y actual portavoz del Grupo popular en el Parlamento europeo, Jaime Mayor Oreja, quien de momento aguanta aunque puede que no por mucho tiempo.

Hay un axioma que proclama que "quien resiste, gana" y ese es hoy por hoy Mariano Rajoy. Los "perdedores" son los que en un determinado momento le fueron críticos, le pudieron hacer sombra u osaron echarle un pulso. No es el presidente del Gobierno un "killer" político al uso. Sus hagiógrafos siempre han destacado de él su maestría para manejar los tiempos. Lo que para unos es indolencia o desinterés, para otros es cálculo y premeditación, eso sí, sin alharacas, de manera discreta, subrepticia. Espera con paciencia que caiga el fruto seguro de que tiene que llegar la maduración del mismo. Con eso consigue que muchas veces ni siquiera se vea la mano ejecutora, de modo que los acontecimientos parecen eclosionar por la única vía posible.

Al nombre de Esperanza Aguirre se unen los de Rodrigo Rato, Francisco Álvarez-Cascos, Eduardo Zaplana, Juan Costa y Ángel Acebes, aunque seguro que la lista podría alargarse. Es cierto que hay otros "amnistiados", pero su presencia política es casi nula o viven en el ostracismo. Son Gustavo de Arístegui, Ignacio Astarloa, Gabriel Elorriaga y Carlos Aragonés. Aguirre, Costa, Arístegui, Elorriaga y Aragonés engrosaron el sector que se opuso a la continuidad de Rajoy tras la derrota de las generales de 2008. Aguirre tuvo hasta su lema de "campaña" ("Es PP") para aspirar a la presidencia del partido, tal y como reveló Vozpópuli. También Costa estuvo a punto de dar ese paso, que abortó tras descubrir que el respaldo verbal de destacados dirigentes no tenía ninguna consistencia. Arístegui, por su parte, protagonizó una portada del diario Público en la que aseguraba que  recibía apoyos para que se presentara. Costa vive ahora un "exilio dorado" en Londres donde trabaja en Ernst & Young. Arístegui reside en la India, a donde le envió Rajoy de embajador. Elorriaga y Aragonés, que también se significaron en aquella batalla contra Rajoy, volvieron a entrar en las listas electorales de 2011, pero no tienen  proyección pública.

En el caso de Zaplana y Acebes se suma la disparidad de criterio en cuanto a la estrategia que el partido siguió en la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno. El valenciano alimentó durante cuatro años, en calidad de portavoz del Grupo Popular en el Congreso, la teoría de la conspiración del 11-M, mientras que Acebes cada vez se sentía más lejano de su jefe de filas. Tras los comicios de 2008 Rajoy hizo "su equipo", encumbrando a Soraya Sáenz de Santamaría en la portavocía de la Cámara Baja y a María Dolores de Cospedal en la secretaría general del partido. Zaplana y Acebes abandonaron el Congreso y la política. Dos víctimas colaterales de la salida de Acebes --que siempre mantuvo una prudencia exquista-- fueron los diputados Ignacio Astarloa y Cayetana Álvarez de Toledo. El primero fue secretario de Estado de Interior con el abulense y algunos sectores del partido llegaron a promocionar su "candidatura" para ministro del Interior con Rajoy, quien además le había integrado en la lista por Madrid. Álvarez de Toledo fue jefa de gabinete de Acebes en Génova. José María Aznar los ha rescatado para FAES donde asumen respectivamente las tareas del área constitucional e internacional.

Pero de todos los "damnificados", los casos más llamativos son los de Rodrigo Rato y Francisco Álvarez-Cascos. Es evidente que, en el primer caso, Rajoy le dejó caer como responsable de Bankia, perdiendo así el PP el que era el referente del milagro económico español de los años 1996-2004, un mazazo del que muchos en el PP no se han recuperado. Por su parte, Cascos optó por echarle un pulso. Y lo perdió. Convencido de que Rajoy no tendría más remedio que aceptarle como candidato para Asturias y plegarse a sus peticiones, descubrió que ni siquiera la amenaza de un partido alternativo sirvió para que le temblara la mano.

El gesto de Rajoy en defensa del titular de Interior por el "caso Bolinaga" puede suponer el acta de defunción de Mayor Oreja, aunque no se ha abierto el debate sobre la lista europea

En cuanto al futuro del actual portavoz del Grupo Popular en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja, no faltan las voces que apuntan a su futura sustitución como cabeza de lista para la Eurocámara en 2014. Rajoy no le ha dedicado al asunto, por el momento, ni un segundo, y su equipo de Génova, capitaneado por María Dolores de Cospedal, tampoco se ha puesto a pensar en las listas europas, cuya consulta ante las urnas no es hasta dentro de dos años. Mayor Oreja siempre ha puesto el contrapunto en cuestiones de lucha antiterrorista además de estar profundamente enfrentado con los populares vascos. Sus críticas a la excarcelación de Bolinaga constituyeron el penúltimo capítulo de su actuación como "verso suelto" y contribuyeron a poner muy nervioso al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Pero Rajoy no ha dejado lugar a dudas sobre con quién está. Acostumbrado a soslayar conflictos, permitió a Fernández Díaz que suscitara este asunto en una reunión del comité ejecutivo para desautorizar al político vasco.

Este inédito gesto ha sido interpretado como el acta de defunción de Mayor Oreja. Que Rajoy lo defenestre o que le invite a facilitar voluntariamente la renovación de la lista europea es una incógnita, aunque todo apunta a que puede forzar el segundo camino, mucho menos traumático para ambos. Tiene Mayor Oreja, no obstante, dentro de la ejecutiva popular un valedor, el vicesecretario popular de política Autonómica y Municipal, Javier Arenas, aunque éste, al menos de momento, ha escogido mantener un perfil bajo tras la desilusión andaluza. Mayor Oreja ha creado la Fundación, "Valores y sociedad", que preside y que le servirá de "refugio" en caso de que abandone la primera línea política, lo que le permitirá, a diferencia de los otros "negritos", mantener presencia en el debate público.

Tras la salida de Aguirre queda el vasco como el único exponente del "sector crítico", pero carece de poder orgánico en el partido. Con el PP vasco rompió amarras tras la espantada de María San Gil, hasta el punto de que la dirección regional es su mayor detractora y no ha ocultado su oposición a que encabezara, y por dos veces, la candidatura europea. Pero depende de Rajoy abrir ese melón, salvo que, como en el caso de Esperanza Aguirre el melón se le abra solo.

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