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España

Rajoy se emplea a fondo en Valencia para rescatar al PP del abismo

La tradición del partido en el Gobierno mandaba que todos los actos de cierre de campaña se celebraran en la plaza de toros de Valencia. El lleno allí estaba asegurado y el ambiente no podía resultar más entusiasta. Sin embargo la funesta gestión llevada a cabo por Francisco Camps convirtió una comunidad vibrante y dinámica en un fangal anegado por la corrupción, los escándalos, el despilfarro y la ruina. Camps, pese a ser declarado no culpable por el famoso caso de los trajes y sus vínculos con Correa, El Bigotes y la trama Gürtel, dejó una huella devastadora en su territorio.

Situación funesta

Su sucesor, Carlos Fabra, un político de perfil muy limitado, de escasa relevancia social y de llamativa torpeza mediática, lucha contra tan endiablada herencia con escaso éxito, por lo que se está viendo. El PP se hunde en una comunidad clave para todas las aspiraciones electorales del PP. Y no cuenta con argumentos políticos para darle la vuelta a una situación funesta. A un año de las elecciones autonómicas y municipales, todos los estudios demoscópicos predicen un batacazo sin precedentes que se traduciría en la pérdida de la mayoría absoluta y, por ende, de la posibilidad de gobernar.

Mariano Rajoy, quien no se prodiga demasiado en visitas a la Comunidad Valenciana, tan contaminada y asfixiante, la visitará dos veces en tan sólo diez días. La alerta roja no permite más dilaciones, a mes y medio de la cita con las europeas. No acudió a las Fallas, en contra de antiguas tradiciones, cuando tantos dirigentes del PP de pegaban por un hueco en los balcones de la alcaldesa Rita Barberá y del propio Camps. El día 27, el presidente del Gobierno se fotografiará con el presidente de la Generalitat en un acto de entrega de premios turísticos, industria clave en la recuperación económica de la región y de nuestro país.

Candidato a la derrota

Fabra muere por una aparición gráfica junto a Rajoy, ya que todos sus esfuerzos por salir del agujero de las encuestas están resultando imposibles. Incluso en Génova, semanas atrás, recibió un contundente ultimátum. Si no se enveredaban las cosas, se le buscaría un recambio. Pero nadie quiere ese puesto. La alcaldesa Barberá duda incluso de si repetirá al Ayuntamiento, pero nada de Comunidad. González Pons bracea ostensiblemente por convertirse en cabeza de lista a las europeas y nada quiere saber de volver a su terruño. "No hay alternativa mejor, porque nadie quiere asumir el papelón de la derrota", comentaba una alta fuente de Génova a este periódico. El PSOE recupera votos, y si suma los de Compromís e IU, Ximo Puig tendría la posibilidad de desalojar al actual presidente de la Generalitat y volver al gobierno de la Comunidad veinte años después.

Una campaña en marcha

El día 5 de abril regresará Rajoy a Valencia para clausurar un macroencuentro municipal que congregará al músculo local del PP en toda España, algo así como la apertura formal de la campaña por las europeas. Mitin sin candidato, pero con un partido en marcha. El presidente del Gobierno confía mucho en la movilización de alcaldes, concejales y mandos municipales a la hora de conseguir un resultado decente en las europeas. Aún sin candidato, lo que cuenta es tensar al partido. Y el cónclave valenciano es de enorme importancia para transmitir una imagen de potencia y cohesión.

Dolores de Cospedal, superado ya el tropezón por la pugna del PP andaluz, ha pisado el acelerador de la campaña y ha organizado, por ejemplo, para este fin de semana, una docena de actos sectoriales en toda España, con profusa presencia de ministros y de altos cargos de la Administración.
Las comunidades de Madrid y de Valencia, tradicionales feudos del PP, atraviesan momentos de crisis e incertidumbres. En ambas puede producirse un cambio radical de color político tanto en alcaldías como en el gobierno autonómico. La derrota aparece ahora más clara en la región levantina donde en las últimas municipales el PP se impuso en el 72 por ciento de los Ayutamientos. También la Comunidad Valenciana, en las últimas generales resultó ser (junto a Castilla y León) la región en la que el PP sacó mayor ventaja en escaños al PSOE y la segunda en diferencia en el número de votos después de Madrid.

Impulso a Fabra

El PP arriesga perder dos graneros irrenunciables de votos, dos símbolos de su poder territorial, dos feudos hasta ahora inexpugnables. Tanto en la Comunidad Valenciana como en Madrid deberán cambiar mucho las cosas para que el color de la gaviota se mantenga después de la primavera del próximo año.

Dejará de lado Rajoy su animadversión a acercarse a territorio valenciano, donde el 20 por ciento de los diputados y más de cien dirigentes están imputados por casos de corrupción, y lo hará por partida doble. Dos veces en diez días, para insuflarle algo de oxígeno a un Fabra por el que casi ni siquiera apuestan los suyos y para animar a Rita a que vuelva a presentarse a la alcaldía, ahora que la 'amenaza Toni Cantó' parece haberse difuminado tras su revés en las internas de UPyD.

Y, sobre todo, para animar al PP valenciano, que se encuentra en su momento más bajo, deprimido, sin liderazgo, con objetivos inciertos, asaeteado por los costurones de la indecencia ética y por la indignidad moral de gran parte sus dirigentes. "Hay que luchar en Valencia y en Madrid hasta el final, hasta el último soplo de aliento", nos comentaba la mencionada fuente. Por Rajoy no va a quedar.

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