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España

Rajoy se confiesa a Durán: “No me fío de Pedro Sánchez”

Mariano Rajoy junto a Josep Antoni Durán i LLeida, este martes en La Moncloa.

Mariano Rajoy finaliza hoy con los llamados agentes sociales su ronda sobre Cataluña y ha sido con Josep Antoni Durán i Lleida, el líder de Unió que ha perdido toda representación en el Parlament, con quien mayor confianza se ha explayado en su visión de la jugada soberanista.

Que la cobertura del problema catalán por parte del Gobierno ha penetrado de lleno en la dinámica electoral no es ninguna novedad. Faltan menos de dos meses para las legislativas y Mariano Rajoy no va a arriesgarse a dar pasos en falso ante un pulso al Estado en toda regla que necesita firmeza y proporción en la respuesta. Lo que sí es original es la razón que el presidente le ha trasladado este martes a Durán i Lleida para justificar su aparente quietud en la gestión de la carpeta catalana. Rajoy le ha reconocido sin ambages que no se fía de Pedro Sánchez para encarar conjuntamente con el PSOE soluciones valientes, pues le ve sin bagaje suficiente y sin los apoyos necesarios dentro de su partido para convertirle en compadre de esta aventura.

La conclusión que ayer extrajo Durán de su entrevista con Rajoy es que el presidente no moverá ficha política alguna hasta después de las elecciones generales, esperando encontrar en el PSOE otro interlocutor –la presidenta andaluza, Susana Díaz, sigue siendo la preferida por este Gobierno– y en Ciudadanos la colaboración necesaria para empezar a resolver el problema de fondo: crear un caldo de cultivo que contribuya a que una parte considerable de ese 47% de catalanes que el 27-S apoyaron la independencia, se descuelgue de este objetivo y vea a Madrid como un aliado, más que como un enemigo.

Obsesionado por los golpes de efecto, como Zapatero

Mientras tanto, toda la contestación del Gobierno al desafío soberanista habrá que interpretarla y medirla en apunte electoral, pues el 20-D lo condiciona todo a ambos lados de la corriente. En el PP se informa que lo que ayer trasladó Rajoy a Durán es la conclusión que extrajo el presidente la semana pasada cuando invitó a almorzar a Pedro Sánchez en La Moncloa. Le despidió en los jardines que rodean el Palacio con la sensación de que hace bien en no confiar en el líder de la oposición, al que ve obsesionado por los golpes de efecto, como le ocurría en sus buenos tiempos a Zapatero, y muy entregado a las improvisaciones. Nada que ver, aseguran en el entorno de Rajoy, con el expresidente Felipe González e, incluso, con Alfredo Pérez Rubalcaba, a los que casi todos en el Gobierno reconocen un alto sentido de Estado y suelen echar de menos. Al ministro Margallo, por ejemplo, no le importaría cocinar con ellos un Gobierno de coalición.

Con un jefe de oposición de esta hechura, Rajoy ha decidido no correr más riesgos de los imprescindibles en un problema tan espinoso como el catalán, por lo que seguirá atrincherado en un guion que cede el mayor protagonismo al Tribunal Constitucional. El máximo intérprete de la Constitución será, finalmente, el que invalide la resolución exprés que el bloque soberanista pretende aprobar en el Parlamento autonómico el próximo lunes, coincidiendo con la primera sesión de investidura de Artur Mas.

Rajoy cuenta con la ayuda del PNV

En La Moncloa, según Durán, se ha decidido acoplar la campaña electoral al calendario secesionista, condicionado también por los accidentes que surjan en el camino y que pueden acabar impidiendo a Mas convertirse de nuevo en presidente de la Generalitat. Si el lunes no logra la mayoría absoluta para su elección, se celebrará nueva votación dos días después, en la que solo necesitará mayoría simple para conseguir su objetivo. De no serle posible tampoco atravesar este muro, Convergencia dispondrá hasta el 9 de enero para repetir la operación con el mismo candidato o con otro alternativo, pues de no convencer a la CUP se vería en la tesitura de tener que convocar nuevas elecciones.

En el equipo de Rajoy no se descarta que, al final, un Gobierno apoyado en la muleta de Ciudadanos tenga que gestionar la carpeta catalana después del 20-D con una Convergencia dinamitada y Artur Mas desaparecido en combate, en manos de una Esquerra Republicana hegemónica en Cataluña presta a la negociación de un nuevo estatuto de autonomía con los mismos ingredientes que eliminó del guiso el Constitucional en el último Gobierno de Zapatero. “No sería el mejor de los escenarios, pero serviría para desbloquear una situación que ahora solo parece abocar a la suspensión de la autonomía”, resumen fuentes nacionalistas. Durán aconsejó ayer a Rajoy que no aplique, “por inteligencia políticael artículo 155 de la Constitución, mensaje que hace tiempo el líder de Unió también ha trasladado en privado a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. A fin de cuentas, el Gabinete que nazca del 20-D podrá seguir contando con el aval de Unió e, incluso, el respaldo del Partido Nacionalista Vasco (PNV), para apagar el incendio- así lo cree el propio Rajoy- un trabajo que resultará más sencillo si todavía el edificio de la autonomía se mantiene en pie.

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