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"Mamá, dentro de dos semanas me voy a Siria"

Imagen de un francotirador en Irak.

Cada vez hay más jóvenes españoles que quieren convertirse en yihadistas. El Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria y de Menores trabaja actualmente en trece casos de menores, once de los cuales están a la espera de juicio por este tipo de terrorismo. La cifra contrasta con el período 2003-2008 en el que sólo se registró un caso de un menor procesado. Así lo revela el último informe del balance del terrorismo en España publicado este jueves. Todos ellos muestran un rápido proceso de radicalización fugaz a través de internet, orígenes marroquíes y procedentes de entornos familiares desfavorecidos y con escaso control.

Pero este tipo de patrón que se ajusta al estereotipo no se puede extender ni mucho menos a todos los casos de menores que intentan convertirse en mártires. La periodista Alexandra Gil, afincada en París desde hace casi una década, demuestra en el libro 'En el vientre de la yihad' (Debate, 2017) que ningún tipo de familia está libre de la desgracia de que un hijo se quiera unir a las filas del autodenominado Estado Islámico. "Si se llevaron al Pierre, se pueden llevar a cualquiera", dice una de las madres entrevistadas.

A través de ciento treinta horas de conversación con ocho familias que se sienten incomprendidas, la periodista dibuja el drama de madres, padres, hermanos y amigos que ven cómo el que era hasta entonces su pequeño deja todo de un día para otro por hacer la guerra santa y se transforma en alguien irreconocible. Tras ganarse la confianza de esas madres, Alexandra Gil logra arrancar relatos dramáticos sobre la dificultad añadida y el estigma al que se enfrentan estas familias en su día a día, donde tienen que escuchar los comentarios que la sociedad vierte sobre sus hijos o las represalias que toman algunas empresas cuando se enteran de su condición de madres o hermanas de terroristas.

"¿Por qué tenía que ser él? ¿Qué hemos hecho mal? ¿Habrá matado, habrá violado?". Son preguntas que dan vueltas una y otra vez a la cabeza de progenitores que no fueron capaces de percibir un proceso de radicalización camuflado en la vida cotidiana de un joven sometido a los típicos cambios de comportamiento de la adolescencia. Hasta que un día, Hamed anunció a su madre su intención de marcharse con tan solo 18 años: "Mamá dentro de dos semanas me voy a Siria".

Las familias conviven con los comentarios de la sociedad sobre sus hijos y con las represalias de las empresas cuando descubren su condición

La periodista -que trabaja como redactora jefa adjunta de la revista francesa Afrique Magazine- plasma a lo largo de esta especie de gran reportaje relatos que hablan por sí solos sobre siete hombres y una chica de entre 18 y 26 años que dejaron el suelo francés y belga para convertirse en yihadistas. Y los consigue a pesar de su condición de periodista. Muchas de las familias se sienten traicionadas por el tratamiento que los medios de comunicación han hecho sobre sus casos y sobre el fenómeno en general.

Una vez que los jóvenes se marchan, el drama de mantener el contacto con ellos se mezcla con una vida que no se detiene. La incertidumbre y la ansiedad inicial dan paso a conversaciones por redes sociales como Facebook, WhatsApp o Telegram que los reclutadores y servicios de inteligencia se encargan de controlar. Después de eternos días de espera, saber que están bien y que no son los autores de los ataques que se ven en la televisión es lo que todos desean. Hasta que un día llega la noticia y un mensaje anuncia la muerte.

El fracaso de la Inteligencia

El paso por las cárceles, la actividad en las mezquitas radicales y los eternos interrogatorios son diseccionados también a través de las 188 páginas del libro en los que se rompen todos los estereotipos. Jóvenes que se convierten del catolicismo al islam, familias de clase media y niños que un día tocaban el piano terminan atravesando fronteras para dejar todo atrás y unirse a las filas del terrorismo.

Las familias también lanzan una crítica generalizada sobre el papel de los servicios de inteligencia franceses. Les acusan de haber dejado que el fenómeno creciera sin tomar las medidas necesarias para atajarlo a tiempo. "Nadie nos llamó para avisarnos de que se había unido al Estado Islámico, cuando los servicios de Inteligencia lo sabían", dice la hermana de Bertrand.

Nadie nos llamó para avisarnos de que se había unido al Estado Islámico, cuando los de Inteligencia lo sabían"

Los servicios antiterroristas españoles han contabilizado 204 personas españolas o residentes en España que han puesto rumbo a Siria e Irak en 2016 para unirse a las filas de los grupos yihadistas. Treinta de ellas han vuelto a nuestro país o han ido a otros lugares y 45 han fallecido en combates o atentados. La cifra parece pequeña en comparación con la de Francia, donde se calcula que viajaron 1.700 entre los que están algunos de los casos recogidos en el libro.

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