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España

José María Ruiz-Mateos ingresa en silla de ruedas en la prisión de Soto del Real

Ruiz Mateos, a la salida del juzgado.

José María Ruiz-Mateos ya está prisión. El empresario jerezano, de 84 años de edad y aquejado por un fuerte Parkinson, entraba este miércoles por la tarde en la prisión madrileña de Soto del Real por orden judicial, según ha confirmado Vozpópuli en fuentes jurídicas y del Ministerio del Interior. Lo hacía, además, en una silla de ruedas. Efectivos policiales se habían desplazado poco antes al domicilio que ocupaba actualmente en Aravaca a detenerle para, inmediatamente, trasladarle al centro penitenciario donde quedó ingresado. En los últimos meses, el patriarca del clan había recibido varios reveses judiciales en forma de condenas y alegaba recurrentemente problemas de salud para no sentarse en el banquillo de los acusados en los últimos juicios a los que había sido convocado.

El empresario, de 84 años, había alegado el pasado 1 de junio graves problemas de salud para evitar comparecer como acusado en un juicio en Madrid

La última vez fue a principios de este mes. El 1 de junio debía acudir junto a tres de sus hijos y su exabogado Joaquín Yvancos a la Audiencia Provincial de Madrid para enfrentase a una petición de 12 años de cárcel por los delitos de estafa e insolvencia punible en el marco del caso de la Corporación Financiera Hispano Suiza (CFHS). Sin embargo, no lo hizo. Entonces, el tribunal decidió sobreseer de forma provisional la causa respecto a él al considerar que "sus facultades cognitivas, comunicativas y funcionales" no lpermitían su asistencia al juicio. Los magistrados decidieron entonces revisar periódicamente su evolución para decidir si se podía reabrir en el futuro.

La vista de Valladolid

Algo similar había ocurrido en abril en Valladolid. Entonces, tanto él como su hijo José María Ruiz-Mateos Rivero debían asistir a la vista para responder por dos delitos fiscales cometidos a través de una empresa 'pantalla' por los que le pedían 10 años de cárcel. El empresario no acudió tampoco a la sesión y la vista tuvo que aplazarse. Un magistrado dictó esa misma mañana una orden de busca y captura contra él que hora después quedó paralizada porque el represetante legal de Ruiz-Mateos alegó problemas de salud. En concreto, un supuesto ingreso hospitalario en Madrid para colocarle un marcapasos.

Un juez de Valladolid puso en abril en duda que su estado de salud fuera precario ante las trabas que Ruiz-Mateos ponía a las visitas del médico forense

Pese a los documentos médicos presentados, ya entonces el juez vallisoletano y la Fiscalía mostraron sus sospechas sobre el verdadero estado de salud del empresario ya que días antes había comunicado una supuesta indisposición que anunciaba que iba a hacer todo lo posible por no comparecer ante el tribunal. Las sospechas se acrecentaron ante las numerosas trabas que el ahora encarcelado ponía para que un forense acudiera a su domicilio en Madrid para someterle a un examen médico. En febrero, el Juzgado de lo Mercantil número 11 de Madrid había condenado a Ruiz-Mateos y a su hijo Francisco Javier a abonar más de 92 millones de euros a los acreedores de la sociedad que llevaba su nombre, principal emisor de los pagarés de Nueva Rumasa.

El ocaso del patriarca

Todo ha ido a peor para los Ruiz-Mateos desde que el 17 de febrero de 2011 el empresario jerezano ofreciera en un hotel de Pozuelo su primera rueda de prensa en diecisiete años. Acompañado de sus hijos varones y varios empleados de sus empresas, José María Ruiz-Mateos anunció entonces la entrada en preconcurso de una decena de las compañías que formaban parte de Nueva Rumasa. "Haga la V", le pidieron ese día los fotógrafos, que inmortalizaron la que puede ser la última fotografía de Ruiz-Mateos haciendo la señal de la victoria, la misma imagen que el expropietario del grupo de la abeja fomentara durante las últimas décadas del siglo pasado, ya fuera vestido de superman, ya fuera persiguiendo a Miguel Boyer, ya fuera elegido diputado del Parlamento Europeo...

Los dos hijos menores de Ruiz-Mateos ingresaron en prisión en enero, y otros dos lo harán previsiblemente antes de que acabe el año

Clesa, Dhul, el equipo de fútbol Rayo Vallecano, Elgorriaga, Carcesa... las empresas de Ruiz-Mateos quebraron prácticamente al mismo tiempo que saltaba el escándalo de los pagarés de Nueva Rumasa. Cerca de 5.000 particulares habían confiado parte de su dinero a cubrir pagarés de compañías del holding emitidos entre 2009 y 2010 que ofrecían rentabilidades de hasta el 8%. "Si no tuviera fe" dijo Ruiz-Mateos en aquella rueda de prensa de 2011, "me pegaría un tiro", prometiendo que devolvería el dinero aportado por los inversores. En septiembre de ese año José María Ruiz-Mateos formalizó la transmisión de su conglomerado al mismo empresario que un año antes se había hecho con Marsans, Ángel de Cabo, quien ingresó en prisión en diciembre de 2012 junto con el expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz-Ferrán, por el presunto vaciamiento de la caja del grupo de viajes.

Los Ruiz-Mateos fueron conminados a abandonar la mansión de Somosaguas poco después de que el 25 de enero de 2012 la Policía entrara a saco en la vivienda, que registraron de arriba a abajo en el transcurso de la investigación abierta en la Audiencia Nacional por las emisiones de pagarés de empresas de Nueva Rumasa. En febrero de ese año el juez Pablo Ruz explicó en un auto que buena parte de ese dinero captado en las emisiones de pagarés del grupo familiar eran desviados y que no ingresaban en las cuentas de las empresas, y que su destino no estaba claro. Las propiedades de los Ruiz-Mateos fueron embargadas.

El que fuera considerado el español más rico de los años sesenta del siglo XX vivía hasta hoy en un chalé adosado de Aravaca, un barrio de Madrid. Sin coches aparcados a la puerta, ni especiales medidas de seguridad. Ni jardín, ni piscina... En enero pasado, sus dos hijos menores, Álvaro y Javier, ingresaron en la cárcel de Navalcarnero, condenados por delitos contra Hacienda y alzamiento de bienes, donde deberán pasar más de dos años. Otros dos de sus hijos, Pablo y Alfonso, previsiblemente entrarán en prisión este año, posiblemente en las cárceles de Estremera y Málaga, para cumplir sendas condenas de seis meses por fraude a Hacienda. Su padre se les ha adelantado contra todo pronóstico.

 

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