Quantcast

España

Malestar en el PSOE con Zapatero: rechaza todas las invitaciones pero se expone al escarnio

Santa Teresa de Jesús, la madre de las carmelitas descalzas, nació en Ávila en 1515. Se encarga de recordarlo una estatua  junto a la Puerta del Alcázar, el elemento más solemne de la preciosa Muralla de Ávila, Patrimonio de la Humanidad entre otros haberes. El Cardenal Cañizares, un eclesiástico tenido por moderado dentro del elenco clerical que surca España, recurrió ayer a la figura Santa Teresa para defender la participación de José Luis Rodríguez Zapatero, para muchos azote de una Iglesia a la que nunca restó financiación, en el debate titulado El humanismo en el siglo XXI, que tuvo lugar en la Universidad Católica de Ávila (Ucav), a los pies de la muralla y de la estatua de la religiosa.

Con excelsa valentía, Cañizares se refirió a la ciudad abulense como el “atrio de los gentiles” y la “cuna del respeto” para acallar las fuertes pitadas que interrumpían, desde el minuto uno, el debate sobre la fe y el amor. La presencia del ex presidente bastaba. “¡Sinvergüenza! ¡Tú tienes la culpa de la crisis!”. “No silbéis”, cortó duramente Cañizares, “pero tampoco aplaudáis. Quienes no nos dejan hablar se han equivocado de lugar”. Aplausos y más aplausos. Cerca de él, varios prohombres del PSOE –Miguel Sebastián, Marcelino Iglesias, Ángel Gabilondo, José Montilla y, planeando sobre todos ellos, la efigie cristiana del único socialista que no recibió penitencia, José Bono- contemplaban abúlicos lo que ya se imaginaban: que el penúltimo presidente no se iría de rositas del Pabellón de Congresos Lienzo Norte. Y eso que el encuentro brilló por su moderación. Ni Cañizares, ni Zapatero, ni el moderador Francisco Marhuenda, director de La Razón, buscaron la confrontación.

 Aunque algunos todavía aprecian el coraje personal de ZP –“siempre fue fiel a sus ideas y su talante, del que muchos se mofan; creyó que tenía que venir a Ávila para enriquecer las jornadas con su pensamiento laico pese a que sucediese lo peor y así lo hizo”, contaba ayer un cercano-, en el partido cunde la incomprensión ante el leonés. La decisión de asistir a la Ucav se tomó con tiempo, por lo que hubo quien le trató de disuadir con algún debate más benigno en alguna de las fundaciones cercanas al PSOE, Alternativa e Ideas. Pero no hubo manera. A Zapatero le increparon, incluso insultaron, desde que apareció a las once y poco de la mañana por el edificio, antes que sus ex colaboradores y otros ex dirigentes como Ángel Acebes o Juan José Lucas (PP).

Silbidos menguantes

Para no jugar en casa, el socialista no lo hizo mal. No hubo sitio para la actualidad política: más bien referencias a valores nobles ante la crisis y la fragmentación europea. “Esta es la Europa de los mercaderes”, llegó a decir Cañizares. Zapatero armó un discurso templado y sólido, impermeable a los gritos que de vez en cuando volvían. “Entiendo que este debate se produce en un momento en el que hay más incertidumbres que seguridades”, concedió.

El ex presidente, de mejor aspecto que sus tortuosos tres últimos años en el poder, fue más allá. Por momentos, enarboló la defensa del laicismo tolerante y la aconfesionalidad, resaltando los resultados de 35 años de democracia. "El laicismo es el respeto a la confesionalidad. Es algo razonable, como es razonable el respeto a la diversidad o el credo de cada uno. Las afirmaciones indubitadas, las ideologías cerradas y los pensamientos únicos son los destructores de la convivencia". Parece que surtió efecto, porque los pitos fueron menguando. Marhuenda apenas intervino.

Presencia de grupos ultracatólicos

Este medio estimó el número de espectadores en unas mil personas –la organización habla de 3.000 asistentes-. Con todo, abarrotaron el pabellón. Hubo quien siguió la ponencia en salas adjuntas, e incluso en pantallas habilitadas en los pasillos. Entre el público, nadie de los interrogados guardaba demasiada estima hacia la figura de Zapatero. Además, había una considerable presencia de cuadros del Partido Popular, muchos de los cuales procedían de la Comunidad de Madrid, según pudo comprobar este diario. También llegaron miembros de grupos ultracatólicos como la asociación HazteOir.org y otras análogas. Por lo demás, creyentes de toda España ataviados con viseras rojas, alguna monja y bastantes más curas.

Uno de ellos, el Padre Sergio Frades, párroco de El Escorial, señalaba al término del acto, que duró una hora y media, que la moderación argumental de ayer era “lo esperado, dado el perfil de los participantes”. Para Frades, el ex presidente del Gobierno salió holgado, “aunque no sé muy bien en qué se ha basado para defender el humanismo. Cañizares sí, en el valor del ser humano. Es un hombre de bases fuertes pero de diálogo”. Carmen Herrero, madrileña, vio a Zapatero “repetitivo en las preguntas”. Y Ricardo Reier, profesor de Economía de la Ucav, indicó que hubo “muchas apelaciones a valores universales pero poco debate, poca confrontación. Zapatero no vino a hablar de su gestión, que fue horrenda, sino que hubo un pacto de no agresión”. Un acto de fe moderada a los pies de Santa Teresa de Jesús. 

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.