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España

La hoja de ruta de la izquierda hacia la Tercera República: más activismo en las calles

Alrededor de dos mil personas se concentraron este lunes en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia para apoyar la República.

"Todo rey es un rebelde o un usurpador". Con esta frase del revolucionario francés Louis de Saint-Just -al que sus detractores llamaron el Arcángel del Terror-, pronunciada durante el proceso de ejecución del rey Luis XVI, también de la dinastía de los Borbones, comienza La Tercera República (Ediciones Península), último libro del diputado de IU Alberto Garzón. Esta publicación, que será presentada mañana en Madrid y cuyo principal contenido adelanta aquí Vozpópuli, marca una hoja de ruta a seguir por los partidos a favor de la República en un momento crucial como el actual, en que Juan Carlos I ha formalizado su abdicación tras 39 años de reinado.

El portavoz de Economía de La Izquierda Plural en el Congreso (IU-ICV-CHA), una de las promesas de la izquierda que viene y muy vinculado al movimiento 15-M, concibe esta obra como un llamamiento a sus coetáneos a la movilización para dar la vuelta al sistema vigente. Así, Garzón subraya que "la receta que nos proporciona la tradición republicana para España pasa, necesariamente, por un nuevo proceso constituyente que supere al régimen del 78. Pero quepa la advertencia: no se trata solo de redactar una nueva Constitución, sino de algo mucho más ambicioso".

En este punto, el parlamentario de IU destaca que "se trata de construir una base social suficientemente amplia que apoye y sostenga un cambio radical en las instituciones públicas, con el fin de consolidar una democracia plena. Y para ello es fundamental poder delimitar adecuadamente qué entendemos por democracia y para qué queremos las instituciones públicas", apostilla.

En su delimitación del itinerario a seguir, Garzón parte de que el republicanismo "tiene cada vez más cabida en España" por "méritos propios de la monarquía" y por "el escenario político en el que se da". Precisamente, quizá por esto último, advierte el autor, "puede terminar naufragando la estrategia política del sistema", que no es otra, a su juicio que "legitimar al heredero al trono, el ciudadano Felipe de Borbón". Para Garzón, "no hay vuelta atrás, la sociedad va a transformarse hasta el punto de ser irreconocible en unos pocos años", vaticina. El calendario que se ha marcado la Nueva Izquierda tras el golpe al bipartidismo en las elecciones europeas pasa por provocar "la muerte del régimen en las municipales y autonómicas de 2015" e iniciar un proceso de construcción hasta los siguientes comicios generales, de los que saldrían unas "Cortes Constituyentes".

Garzón propone "dar un salto cualitativo y cambiar las formas organizacionales y de mensaje para generar la ilusión"

El portavoz comunista cree que la izquierda debe sacar del inmovilismo a "ese sector cada vez más amplio de la ciudadanía que no se siente representado y que está, de facto, fuera del sistema político; desilusionado, desencantado, destensado políticamente". Garzón señala que este perfil simpatizó con el 15-M, apoyando su filosofía e incluso sus propuestas, y con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Por tanto, concluye que "no es un sector despolitizado per se, sino un sector sencillamente sin ilusión política". Ante ello, Garzón propone "dar un salto cualitativo y cambiar las formas organizacionales y de mensaje para generar la ilusión", que es, a su juicio, el "requisito indispensable para poner en marcha el programa sustantivo".

Además, recalca que las diferentes mareas, que expresan un movimiento de protesta heredero del 15-M, "no han terminado de confluir en una gran marea o tsunami ciudadano". Como herramienta a emplear para avanzar hacia esa confluencia, Garzón apela a una comunicación política caracterizada por poderosas consignas, del tipo "Pan, tierra y paz". Aquí cita los métodos de Robespierre y Lenin, que sabían que "no había otra manera de convencer y estimular al pueblo que a través de la palabra bien expresada".

En cuanto a los sujetos políticos que, a su modo de ver, deben protagonizar el cambio, el diputado de IU apunta a los movimientos sociales, en sintonía con el "movimiento obrero". "Ambos tipos de sujetos son herederos del pensamiento ilustrado y ambos pueden ser entendidos como posibles respuestas colectivas ante fenómenos percibidos como injustos", apunta. El autor acompaña aquí su análisis de una crítica a las últimas normas "represivas" aprobadas por el Gobierno de Mariano Rajoy, como la Ley de Seguridad Ciudadana y la reforma del Código Penal.

Las diferentes mareas, que expresan un movimiento de protesta heredero del 15-M, "no han terminado de confluir en una gran marea o tsunami ciudadano", sostiene el diputado de IU

En resumen, Garzón establece que para poner en marcha un proceso que desemboque en la Tercera República "necesitamos luchar activamente en el plano ideológico, pero también que tenemos que estar en el conflicto político. No nos valen los grandes líderes o las vanguardias que nos dicen lo que tenemos que pensar o hacer. Aquí hay que estar en el conflicto, es decir, en los desahucios y en las manifestaciones", enfatiza. En paralelo a esta movilización, el diputado cree fundamental "resistir el proceso de transformación social al que nos empujan el neoliberalismo y las agresivas políticas de la troika".

El diagnóstico de los males

Por otro lado, a la hora de detectar los defectos del status quo, Garzón pone la mirada en "determinados resortes del Estado que permiten proteger, más mal que bien, a la población". De este modo, entiende que "los restos de lo que llamamos Estado del bienestar están operando aquí como muro de contención de los estallidos sociales —tomen la dirección que tomen—, si bien no pueden durar para siempre". "Especialmente en un contexto en el que han sido señalados como el objetivo fundamental de las políticas neoliberales", añade. Con todo ello, Garzón reitera que "el neoliberalismo y las políticas de la troika están dinamitando los muros que aún contienen al fascismo". 

Además, el diputado de IU se detiene en su diagnóstico en la vigencia de la Constitución de 1978 y afirma que la Carta Magna "ha perdido gran parte del apoyo social que tenía hasta hace algunos años". Como razones, alude a "los incumplimientos sistemáticos de sus garantías positivas, la interpretación jurídica cada vez más conservadora de sus aspectos sociales, su superación por normativa jurídica supraestatal mucho menos garantista y su reforma exprés en el verano de 2011 para adecuarla al proyecto económico impuesto por la troika".    

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