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España

Para Madrid 2020, Botella vende la Gran Vía: cada vez más deteriorada y sin comercio tradicional

La Gran Vía antes de anochecer, en junio.

La arteria más célebre de España sufre, a sus 103 años de existencia, un abandono municipal considerable. Atestada de franquicias de ropa y comida rápida, apenas quedan una docena de puestos de toda la vida, y su calzada y sus sobrios edificios, que llegaron a albergar hasta 12 cines y cuyo estilo va del modernismo al funcionalismo franquista, no han conocido un gran impulso inversor en la última década. Con todo, la Gran Vía madrileña es uno de los reclamos que vende el Ayuntamiento de Madrid ante el COI para llevarse los Juegos Olímpicos de 2020 el próximo 7 de septiembre.

La Gran Vía protagoniza el spot promocional de la candidatura, junto a otros lugares como el Parque del Retiro, el Palacio Real o la ruta de los museos. Una inclusión que desagrada antes que excita a sus vecinos. Florencio Delgado, presidente de honor de la histórica Asociación de Amigos de la Gran Vía y altavoz de la magnificencia de esta calle, es de los que no se corta un pelo: “El hecho de incluir a la Gran Vía en la terna de iconos emblemáticos de Madrid, produce cuando menos, extrañeza, sorpresa y confusión”, señala Delgado en un informe de la asociación. “Causa auténtica consternación e impotencia observar cómo la Gran Vía se va deteriorando sistemáticamente debido a la falta de limpieza, mendicidad estacional y fija, prostitución a cualquier hora del día o de la noche, manteros, vendedores de comida y latas de bebidas, sin contar que a pesar de los esfuerzos de la policía, los carteristas y maleantes de todo tipo acechan continuamente”.

Serrano, paraíso de ricos emergentes

Aunque se trata de una opinión controvertida, lo cierto es que la dedicación del Consistorio a esta avenida durante las etapas de Alberto Ruiz-Gallardón y, ahora, de Ana Botella ha sido insignificante comparado con la atención que ha recibido la Calle de Serrano, la principal vía comercial del distinguido Distrito de Salamanca. Tras dos años de intensas obras, Gallardón inauguró en otoño de 2010 la nueva Serrano, en la que el Ayuntamiento se dejó nada menos que 110 millones de euros en renovar las aceras, crear cinco carriles para el tráfico rodado y excavar tres párquines.

El tirón comercial de Serrano es bien distinto al de Gran Vía: se ven menos franquicias al uso, las tiendas, boutiques y joyerías, demasiado chics, no están al alcance de todos los bolsillos, la zona es menos bulliciosa y los vecinos más pudientes, aunque esto último no es nada raro teniendo en cuenta el alto nivel de vida del Barrio de Salamanca. No por nada, Serrano se mira en el espejo de los nuevos millonarios de los BRICS emergentes, especialmente rusos y chinos, mientras que Gran Vía, según ironiza una empresaria de la zona, atrae más bien “a la prole del antiguo cinturón obrero”. “Lo que ofrece la Gran Vía”, sentencia Florencio Delgado, “se puede encontrar en cualquier centro comercial periférico”.

Adiós a las salas de cine

De 12 cines que llegaron a convivir en los 1,4 kilómetros que tiene la calle, tan solo quedan tres, aunque la Gran Vía y la gran pantalla conforman todavía un raro maridaje en vías de extinción. La crisis también cierra locales, aproximadamente una cuarentena de los casi 200 que hay. En 2010, el metro cuadrado se pagaba a 6.000 euros, aunque presumiblemente el precio puede haber bajado. El comercio tradicional es el peor parado, al resistir tan solo una docena de locales, aproximadamente. La empresa familiar de alta ralea aguanta mejor el tirón en Serrano.

“La Gran Vía no va a ser icono de nada, si acaso salvará a su comercio el turista mochilero”, apuntala Delgado. “Su comercio es barato, con honrosas excepciones. De nuestra calle se han adueñado las marcas y franquicias de ropas, restaurantes rápidos, bocadillerías, hamburgueserías, suvenires y todo aquello que suene a poco precio”. Sin embargo, su progresivo deterioro todavía no esconde la belleza extrínseca de esta arteria gracias a sus imponentes inmuebles. Tampoco es óbice para que la candidatura la haya elegido en su vídeo promocional, en el que un atleta atraviesa una Gran Vía vacía corriendo con una antorcha. 

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