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España

Rajoy no da todo por perdido y fía su remontada electoral a la defensa de la unidad de España y la estabilidad política

No hay que creerse a pies juntillas las encuestas, se repite de forma machacona en el Gobierno, ya que la tendencia preocupante que reflejan para el PP no tiene en cuenta que hay mucho voto oculto, el de la gente que apoyó a Mariano Rajoy en 2011 y que volverá a hacerlo dentro de un año, pese a estar cabreada, ya que no encuentra otro refugio alternativo, más allá de la abstención. UPyD, el partido de Rosa Díez, sigue perdiendo gas y ninguna de las formaciones conservadoras que emergieron en las pasadas elecciones europeas ha conseguido marcar territorio. Y Podemos, por añadidura, puede causar estragos en la izquierda, pues aunque su mayor granero procede de la abstención, casi un 35%, puede hacerle al nuevo PSOE de Pedro Sánchez auténticos agujeros, restándole más de la cuarta parte del voto que Alfredo Pérez Rubalcaba consiguió hace tres años. “Hay en estos momentos tanto abstencionista y tanta convulsión en el mapa político que es imposible predecir qué va a pasar en las próximas elecciones generales”, interpreta un ministro del núcleo duro del Gabinete.

El Gobierno cree que Podemos puede llegar a causar estragos en la izquierda

Con estas fichas bailando sobre el tablero, Mariano Rajoy y la dirección del PP creen que todavía no está todo perdido, pues tienen tiempo para remontar si saben conjugar con inteligencia en los próximos meses algo a lo que el presidente del Gobierno concede una importancia sobresaliente: la defensa de la unidad de España, la recuperación económica, el combate contra la corrupción y la garantía de la estabilidad política. Estos son los cuatro dados que el PP va a introducir en el cubilete para evitar que las autonómicas y municipales de mayo se transformen en una pesadilla en territorios clave como Madrid, la comunidad valenciana o Castilla-La Mancha, y contribuyan a desalojar a Rajoy de La Moncloa de aquí a un año.

La unidad de España como bandera

Después de jugar al escondite en Cataluña ante el desafío soberanista, el Gobierno ha decidido pasar al ataque y exhibir una actitud de firmeza muy clara. “Vamos a ser el partido que más insistirá en la unidad de España y Rajoy va a presentarse como el principal garante de la soberanía nacional, frente a posiciones algo más tibias como las del PSOE”, señala uno de los altos cargos del PP que participaron en su último comité ejecutivo. En La Moncloa se ha llegado a la conclusión de que no hay en estos momentos margen para dialogar de forma leal con la Generalitat, pues Artur Mas está librando un pulso con Esquerra Republicana por liderar el proceso secesionista que impide cualquier tipo de acuerdo. “Eso no quiere decir que vayamos a explotar la carpeta catalana para conseguir votos en el resto de España. Simplemente, estamos dispuestos a impedir con todas las herramientas de las que dispone el Estado que se ponga en tela de juicio su unidad”, advierten las fuentes.

La recuperación económica es otro eje imprescindible de la estrategia del PP para remontar en las encuestas. A final de año se comprobará que, en términos de afiliación a la Seguridad Social, se han creado 500.000 empleos y que España está en condiciones de crecer al 2% y seguir financiando su deuda en condiciones favorables, cubriendo al mismo tiempo las necesidades sociales que quedaron aparcadas desde 2012 como consecuencia de los ajustes. Las ayudas decididas el pasado jueves para más de 300.000 parados de larga duración es un primer paso.

Rajoy descarta acuerdos con Mas mientras libre un pulso con ERC por liderar el soberanismo

En el Gobierno se valora también la entrada en vigor en enero del nuevo IRPF y el oxígeno que están recibiendo las comunidades y los ayuntamientos a través de la mutualización de la deuda promovida desde el Ministerio de Hacienda, proceso vinculado a la inyección de recursos conseguida gracias al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) y el pago a proveedores. Se trata de un circuito ideado desde el departamento que dirige Cristóbal Montoro para facilitar la creación de empleo, ya que está beneficiando a las empresas, a los bancos y a las distintas administraciones.

La aprobación de medidas contra la corrupción, anunciadas recientemente por Rajoy, ocupa también la agenda inmediata del Gobierno, haya o no acuerdo con el resto de las fuerzas políticas, aun a sabiendas de que al PP, lo mismo que al PSOE, les costará recuperar credibilidad en esta parcela que representa el segundo motivo de preocupación para los españoles.

Buenas migas entre la vicepresidenta y Susana Díaz

Por último, otro de los caladeros donde el PP considera que puede pescar más cómodo es en de la estabilidad política. Después de cuatro meses largos de andadura de Pedro Sánchez en la secretaría general del PSOE, en el Gobierno se concluye que no da la talla política, impresión que ha acercado mucho en lo personal a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y a la presidenta andaluza, Susana Díaz, vista también como el relevo natural de Sánchez por importantes jefes del Ibex.

La crisis económica ha escorado a la izquierda a más de un millón de votantes que se situaban en el centro

Rajoy va a venderse como el principal garante de la estabilidad política en España, frente a las embestidas que puede ensayar el PSOE junto a Podemos e Izquierda Unida en numerosos territorios después de las elecciones de mayo. En los mayores viveros de voto socialista, situados en comunidades como la andaluza o la extremeña, no se descarta una convergencia con la organización de Pablo Iglesias, algo que puede contribuir a fijar todavía más la percepción del PP como un partido más íntegro y previsible, defensor de los intereses que trascienden el voto conservador. El problema, reconocen algunos ministros familiarizados con la demoscopia, es que la crisis económica ha escorado hacia la izquierda a más de un millón de votantes que antes se situaban en posiciones de centro, alejados de posiciones ideológicas muy definidas. De ahí la importancia que va a darle Rajoy a la recuperación del voto abstencionista, el colectivo desde donde el PP puede iniciar su difícil escalada de aquí a la cita con las urnas.

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