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España

‘Eurovegas’ o el ocaso de la España Oficial

El presidente de Las Vegas Sands, Sheldon Adelson.

Pocas declaraciones tan sinceras salieron nunca de la boca de un mandatario autonómico como las que, en diciembre de 2007, profirió el expresidente aragonés Marcelino Iglesias, un socialista gris que tenía la virtud de rodearse de los mejores. En una entrevista con el Periódico de Aragón, Iglesias fue preguntado por el monumental complejo de casinos y ocio que su equipo impulsaba en el desierto de Los Monegros. Esto fue lo que dijo:

- "El Gobierno deberá asumir el fracaso si Gran Scala [que así se llamaba la idea] no sale. Si Zaragoza no hubiera ganado la Expo en París, los responsables hubiéramos sido los impulsores del proyecto. Aquí ocurre lo mismo".

No salió, y nadie asumió el fracaso porque, pensándolo dos veces, asumir políticamente el fracaso de un proyecto faraónico desde el que se prometió, como es costumbre, el oro y el moro es bastante complicado. El PSOE fue batido por el PP en las elecciones autonómicas de mayo de 2011 y poco más.

En realidad, Gran Scala no era tan diferente a Eurovegas, pese a que los defensores acérrimos del proyecto que prometía ese ricachón zafio y extremista judío llamado Sheldon G. Adelson insistían, cuando se les preguntaba, que el complejo alcorconero solo se parecería a la ciudad de Las Vegas en versión mejorada. Dare to be different. Son los mismos advenedizos que ridiculizaban la aparición de Enrique Bañuelos en Barcelona Word, un proyecto que, aunque muera en el intento, al menos habrá sobrevivido más que el de Adelson.

Siempre son diferentes a todo lo demás. Gran Scala iba a costar 17.000 millones de euros (los mismos que Eurovegas) y contemplaba, atención, 32 casinos, 70 hoteles, 6 grandes parques temáticos (y 12 pequeños), museos, campos de golf, centro comercial y un hipódromo. En 2020 recibiría 25 millones de turistas, solo superada en el mundo por la hiper-corrupta Macao, donde Adelson ha levantado buena parte de su emporio: ese que le ha permitido escalar hasta el décimo puesto de la Lista Forbes.

A 'Eurovegas' se le ha dado un bombo inusitado, sin un atisbo de crítica por parte de los medios 'oficialistas'

Eurovegas no iba a ser muy distinta de Los Monegros. Según el plan de viabilidad presentado el pasado 25 de julio, un día después del terrible accidente del Alvia de Santiago, tendría el mismo coste total (17.000 millones), y una primera fase dotada de 6.000 millones. Tres campos de golf, seis casinos, siete teatros con capacidad para 6.000 espectadores, un pabellón para 20.000 asistentes y  12 hoteles con 36.000 habitaciones. ¿Quién da más?

En realidad, la única diferencia entre ésta y otras fanfarronadas urbanísticas es que a Eurovegas se le ha dado un bombo inusitado, mientras que la inmensa mayoría de este tipo de proyectos mueren en silencio: es lo que ocurre con Paramount Park, esa idea del plomizo presidente murciano Ramón Luis Valcárcel que, por no contar, no cuenta ni con el apoyo de la productora de cine californiana que da nombre al parque temático.   

En el cóctel morboso formado por la atracción que ejerce una comunidad como Madrid, la irrupción de la empresa del juego más importante del planeta -Las Vegas Sands-, y el tirón de dirigentes como Esperanza Aguirre, máxima valedora de Eurovegas antes de ceder el testigo a Ignacio González, puede que se halle la explicación a la loca carrera mediática por informar de los pormenores del plan sin un atisbo de crítica, dando por hecho que Eurovegas era una realidad. La prensa oficiosa, como la España Oficial, traga con todo lo que le cuenten. Hace tan solo tres meses, Madrid 2020 perdía su tercer asalto a organizar unos Juegos Olímpicos y muy pocos medios -con excepción de Vozpopuli- criticaron la aventura y pronosticaron el desenlace.

"Ahora que Adelson ha dado la espantada, mucha gente está en contra de Eurovegas. La lista de responsables políticos que no estuvieron a la altura es larga". Con algo de resentimiento pero no sin razón, el diputado de ICV Joan Coscubiela se despachaba así en Twitter. Una premonición, la de Coscubiela, un político que, sin el jaleo catalán de por medio, podría aspirar a algo más que a ocupar un escaño: nada más conocerse el viernes el rechazo de la multinacional Las Vegas Sands, por las redes sociales corrió un tweet recordando la profecía del presidente González que relacionaba el desarrollo de la región con un Madrid olímpico y una mini-Las Vegas. Por no hablar de la profecía de Esperanza Aguirre en septiembre de 2012, días antes de dimitir: "Eurovegas estará en dos o tres años. Va a crear 200.000 puestos de trabajo sin contar con todo lo relacionado con la construcción".

Más solo que la una en el PSOE, Tomás Gómez acertó todos sus pronósticos sobre LVS y se hace fuerte en Madrid

Ocurre, además, que, como ocurriera con el tercer intento olímpico, la ciudadanía no parece mostrarse entusiasmada con esta clase de ofertas mastodónticas. Ni hubo un apoyo masivo a Madrid 2020, ni lo ha habido con Eurovegas. Tampoco es contraria, cierto: sencillamente asiste abúlica a las veleidades de su casta política. El placebo del maná de puestos de trabajo es muy efectivo en tiempos de crisis. Lo sabe el PP de Madrid, que cae en picado en las encuestas, un fenómeno que puede agravarse con el resultado de escándalos judiciales como el caso Gürtel o el caso Bankia.

¿Cuántos empleos iba a crear Adelson? Según el plan de viabilidad que ha pernoctado cuatro meses y medio en un cajón antes de sucumbir, 100.000 puestos. Sin embargo, cualquiera que haga un ejercicio de hemeroteca verá que dirigentes y medios han llegado a hablar en distintas ocasiones de 250.000 trabajos. Todo vale. A Alcorcón han acudido decenas de miles de parados, probablemente 40.000 personas, venidas de todas partes, a depositar su currículo. "Ha sido patético", confiaba hace poco a este medio la portavoz del PSOE en Alcorcón, Natalia de Andrés. "Personas con acento andaluz nos han llegado a parar por la calle preguntando dónde dejar el CV".

En Alcorcón concluye este episodio, triste epitafio de una España incapaz de tirar hacia delante con un planteamiento económico más racional que aquel que airea cualquier Mr. Marshall del tres al cuarto. En esta localidad del cinturón rojo reconvertida temporalmente en azul, el tomasismo, esa corriente del PSOE madrileño que soporta a Tomás Gómez, se ha afianzado frente al rubalcabismo de Ferraz (cada vez más susanista). Tras la última Conferencia Política de los socialistas, Gómez se ha quedado más solo que la una, sin primarias nacionales a la vista y sin escaño en el Senado, del que ha dimitido "para ser coherente" después de la renovación pactada del Poder Judicial. Gómez, que siempre expresó reservas hacia Madrid 2020, ahora puede sonreír: predijo que Eurovegas se decantaría por Madrid, y acertó; predijo que en este proyecto "todo es humo", y acertó. Tomás está solo, pero es fuerte en Madrid. Con el de Parla, también sale reforzado Equo, la formación de Juantxo López de Uralde e Inés Sabanés, y las plataformas ecologistas, tan ridiculizadas por la clase dirigente.  

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