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España

Los empresarios almerienses, desesperados por traer Eurovegas al desierto

Imagen postal del Desierto de Tabernas, en Almería.

Mientras Madrid y Barcelona pujan fuerte por atrapar el proyecto Eurovegas, el santo grial más estrambótico de cuantos surcan la España rescatada, hay quien sueña con lo mismo en otras latitudes del país con poco o nada en común con las dos urbes más grandes. En el desierto de Tabernas, en Almería, un grupo de promotores relacionados con el turismo playero aún ve viable insistir en algo por lo que solo un loco apostaría: torcer la voluntad del primer empresario mundial del juego, quebrarle su elección entre Madrid y Barcelona –cuando no es seguro que un complejo de tal calado vaya a levantarse en alguna de las dos- y hacerle ver que qué mejor sitio para recrear la ciudad de Nevada que un terreno tan árido como el que acoge a la capital histórica del ocio y vicio.        

La apuesta no es que compita con dos rivales de peso; es que, oficialmente, no compite: Las Vegas Sands, el grupo de Sheldon G. Adelson, descartó otra ubicación distinta a la madrileña o barcelonesa. El descarte se produjo a principios de junio, cuando empresarios de los municipios de Oropesa (Castellón) y Tabernas decidieron tantear al magnate del juego por si acaso sonara la flauta. Pero en Almería, la segunda provincia española con más paro (35,28%), parece que no se rinden y han remitido a finales de la semana pasada una nueva carta a Adelson: su gran, y parece que única, baza pasa por que éste visite los 280 kilómetros cuadrados de desierto que sedujeron a Hollywood en los sesenta y setenta. Toda una súplica berlanguiana.

La insistencia, abanderada por dos consorcios llamados TOE Group y Citymar Hoteles, parece también motivada esta vez por el aplazamiento a septiembre de la decisión final por parte de Las Vegas Sands, en ese contexto de tira y afloja, de quiero y no puedo, del que hace gala el ejecutivo de Boston. Una indecisión que exaspera a los equipos de Esperanza Aguirre y Artur Mas, siempre dulces cuando toca recibir a Adelson a algún directivo de la multinacional.

Miguel Rifá  Fabregat, uno de los promotores, defendió la opción tabernera: "Tenemos una ventaja con respecto a Madrid o Barcelona, y es que dedicaríamos, por completo, nuestras ganas y nuestro esfuerzo, mientras que en estas dos ciudades esto quedaría diluido. Estos proyectos son accesorios a la oferta turística que ya tienen. Aquí se le daría cariño y dedicación". Y al envite se sumó la alcaldesa de Tabernas, Mari Nieves Jaén (PP): "Tenemos el mar a 20 minutos, Sierra Nevada a una hora, el circuito de velocidad, y si la Paramount de Murcia sale adelante, también la tendremos cerca. Este un sitio de ocio y puede abarcar a toda Andalucía".

La reiteración es sorprendente, cuanto más que sus promotores desconocen si Adelson les escuchará siquiera. Tampoco está claro el acceso, marcado por la ausencia del AVE exigido por el empresario, o las exenciones fiscales, sobre las que puede tener algo que decir una Junta de Andalucía que no parece estar por la labor. El activo más diáfano que se pueda ofertar es el desierto.

Además, Sheldon G. Adelson, de 79 años, sabe, y mucho, del negocio de exportar sus proyectos de juego a otras regiones, como Macao o Singapur, las cuales le han permitido remontar las pérdidas crecientes en Estados Unidos e incluso lograr beneficios colosales. También le han asociado a una red de fraude y malversación fuera de su país. Si al final no se queda en España, como puede acabar sucediendo, habrá culminado la parábola que Berlanga rodó hace 59 años. 

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