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Presos de ETA fuerzan un nuevo debate en las cárceles, ahora 'con nombres y apellidos'

El comunicado que el colectivo de presos de ETA (EPPK, en sus siglas en euskera) hizo público el pasado 2 de junio en Gernika (Vizcaya) no gustó a nadie... ni siquiera a los propios reclusos de la banda. Por ello, un importante número de internos de la organización terrorista han forzado en las últimas semanas a la banda a abrir un nuevo debate dentro de las cárceles que sirva para elaborar un documento diferente que marque las líneas de actuación del colectivo para los próximos meses, considerados claves dentro del mundo de los presos y de la propia izquierda abertzale. En esta ocasión, los reclusos de la banda quieren que el texto que circule por los centros penitenciarios para el debate incluya la identidad de aquellos etarras que hacen las aportaciones para evitar 'manipulaciones' de lo que se acuerde durante el mismo.

Un importante número de reclusos de la banda aún se pregunta quien es el autor del último comunicado del EPPK

La decisión del colectivo se produce poco después de que haya finalizado el largo debate que se inició el pasado mes de otoño y que desembocó en el texto leído en la localidad vizcaína de Gernika que sorprendió por su inmovilismo a los partidos políticos vascos, a la propia izquierda abertzale y a la mayoría de los presos. Dicho texto, de ocho puntos, se limitaba a rechazar la reinserción individualizada que les ofrece el Gobierno y a sacar del baúl el término "amnistía". El único gesto hacia el proceso abierto tras el anuncio del fin de los atentados de ETA que contenía comunicado fue un reconocimiento al "múltiple dolor generado". Escaso avance para un documento que la izquierda abertzale había anunciado días antes que podía calificarse de "histórico".

Poco después, como adelantó Vozpópuli, se supo que había sido ETA la que había endurecido su contenido poco antes de darse a conocer como muestra de firmeza ante el goteo de detenciones de miembros de ETA que se habían producido en los últimos meses. En realidad, el texto aprobado por los presos etarras tenía un contenido muy diferente y la izquierda abertzale estaba convencida de que iba a generar una respuesta positiva tanto dentro de las cárceles como fuera por su posibilismo. En concreto, el EPPK pretendía abrir la apuerta para que los reclusos enfermos, aquellos que ya hubieran cumplido tres cuartas parte de su condena o tuvieran delitos menores de colaboración y kale borroka pudieran, de modo siempre colectivo, solicitar su acercamiento a cárceles del País Vasco y Navarra, y más adelante tener acceso a beneficios penitenciarios como el tercer grado penitenciario e, incluso, la libertad condicional.

Sin embargo, la redacción final de la declaración no sólo obviaba todo esto, sino que echaba un jarro de agua fría sobre las expectativas generadas por el anuncio, sobre todo porque recuperaba el término "amnistía", una figura jurídica que tanto el Gobierno como el resto de los partidos políticos ya habían dejado claro que han desterrado y que, incluso, gran parte de los propios reclusos tienen asumido desde hace tiempo que no es posible. Los servicios de la lucha antiterrorista detectaron entonces mensajes entre presos en los que se criticaba el mismo y se preguntaban quién era en realidad el autor del mismo. Hasta ahora, nadie ha sabido aclarar la autoría final, aunque fuentes policiales apuntan a personas "de fuera de las prisiones".

Inédita 'dirección' del colectivo de presos 

El malestar dentro de las cárceles fue tan evidente que la organización terrorista se apresuró el pasado 16 de junio a nombrar una inédita dirección del colectivo de presos formada por 20 reclusos de la banda. Hasta entonces, la banda sólo nombraba portavoces que actuaban más como referentes que como jefes del EPPK. Entre estos portavoces se encontraban, eso sí, históricos exdirigentes de ETA, como Mikel AlbisuMikel Antza, su pareja Soledad IparraguirreAnboto, y  Anabel Egües, así como el destacado integrante de la izquierda abertzale Xabier Alegría. A los seis portavoces se sumaron ese día otros 14 presos, entre los que estaba José Antonio López Ruiz, alias Kubati, encarcelado por el asesinato de la exmiembro de la banda Dolores CataraínYoyes, y Jon Salaberría, lugarteniente del que fuera jefe de ETA, Francisco López PeñaThierry, artífice del fracaso del proceso de negociación de 2006 con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Este movimiento que ha sido interpretado en fuentes de la lucha antiterrorista como un intento de control de los presos por parte de los antiguos jefes de ETA que aún representan la línea más tradicional de la organización terrorista. "La zuba (reducido comité de dirección de la banda) y la izquierda abertzale no discrepan en estos momentos sobre la línea política a seguir, pero sí en la metodología. Esa ampliación de la dirección de la dirección del EPPK es, de hecho, un movimiento de la cúpula etarra para controlar el colectivo", apuntan fuentes de la lucha antiterrorista. Un control clave ahora que se abre un nuevo debate interno en las prisiones.

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