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España

Susana Díaz limita la influencia del exministro José Blanco en la nueva dirección del PSOE

La secretaria general de los socialistas andaluces, Susana Díaz (d), y la nueva presidenta del PSOE, Micaela Navarro.

El congreso extraordinario celebrado por el PSOE este fin de semana ha tenido más cocina de la que aparenta porque a Pedro Sánchez no le ha sido nada sencillo componer una ejecutiva que ayer, él mismo, calificó de “unidad”. El poder del secretario general es grande, pero la influencia de uno de los barones, en este caso baronesa, que han sido decisivas en elevarle al cargo, la presidenta andaluza Susana Díaz, se ha dejado notar en el arranque de esta nueva etapa.

Susana Díaz soltó como 'liebre' a la secretaria general de Sevilla para frenar el acceso de Antonio Hernando a Organización

Según fuentes socialistas que estuvieron al tanto hasta el sábado de las negociaciones para componer los nuevos órganos de dirección del partido, la intención inicial de Pedro Sánchez era colocar a un amigo suyo, una de las personas de su máxima confianza en la dirección saliente del PSOE, como ‘número dos’ de la organización. Se trata de Antonio Hernando, secretario de Política Autonómica en la etapa de Alfredo Pérez Rubalcaba, perteneciente, junto a Oscar López, al grupo de leales al exministro de Fomento José Blanco, uno de los que más ha intervenido, desde la sombra, en el fogón de este congreso extraordinario.

Un joven demasiado "bueno" en la sala de máquinas de Ferraz

Cuando la federación andaluza observó las aspiraciones de Hernando a situarse al frente del área que en el pasado ocupó su ‘padrino’ Blanco, la secretaría de Organización, y coordinar desde ella la sala de máquinas del PSOE, así como los preparativos de las elecciones locales y autonómicas de mayo, Susana Díaz soltó como ‘liebre’, para ocupar este cargo, el nombre de Verónica Pérez, actual secretaria general del partido en Sevilla, donde sustituyó hace ocho meses a la propia Díaz. El choque de ambiciones obligó a Pedro Sánchez y a Díaz a alcanzar una solución intermedia: la elección para el puesto del riojano César Luena, un joven diputado de 33 años, amigo del nuevo secretario general, al que todos los barones consideran “demasiado buena persona” como para poder ejercer su desempeño con la firmeza que éste requiere.

Pero éste no ha sido el único veto que ha impuesto Susana Díaz al sucesor de Rubalcaba. Pedro Sánchez quiso colocar también al presidente asturiano, Javier Fernández, instalado en el ala izquierda del PSOE y antiguo ‘guerrista’, al frente del Consejo de Política Federal, antes llamado Consejo Territorial, una ejecutiva bis desde la que los 19 dirigentes regionales del partido aplicarán su dominio. En su presidencia ha puesto sus posaderas, al final, la propia Susana Díaz, que ha conseguido también para un andaluz, Antonio Pradas, la secretaría desde donde se controla la política territorial y, por tanto, las relaciones con los socialistas catalanes, en periodo de recomposición y sometidos, por tanto, a especial vigilancia.

La portavocía parlamentaria como recompensa

Javier Fernández, que apoyó la candidatura de Eduardo Madina a la secretaría general, ha conseguido incrustarse a cambio en la nueva ejecutiva dentro de una secretaría inventada para él, la de Transición Industrial y Energética. Además, ha ubicado a dos socialistas asturianos más en otras tantas secretarías, las de Política Municipal y Bienestar Social, para que la paz esté servida. La recompensa que Pedro Sánchez prepara para su amigo Antonio Hernando llegará cuando se nombre la nueva dirección del grupo parlamentario, donde quiere que actúe como portavoz, en sustitución de la vallisoletana Soraya Rodríguez, preparada para su exilio en Castilla y León.

Consigna transmitida por Pedro Sánchez a todas las federaciones: aparcar las querellas hasta mayo

Después de estas componendas, la consigna general transmitida por Pedro Sánchez a todas las federaciones está clara: hay que aparcar las querellas internas para volcarse en las autonómicas y locales de mayo. Faltan para ellas poco más de 10 meses, claves para la consolidación, o no, del nuevo liderazgo en el PSOE.

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