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España

El nacionalismo catalán convertirá las elecciones autonómicas en un plebiscito sobre la independencia

Manifestación soberanista celebrada en Barcelona el pasado martes.

El millón y medio largo de ciudadanos que el martes cubrieron el centro de Barcelona se lo ha puesto muy difícil a CiU para dar marcha atrás en sus planteamientos soberanistas. Por una parte, el presidente de la Generalidad, Artur Mas, tiene ya difícil, por no decir imposible, la marcha atrás. Por otro, es consciente de que la elaboración de su programa electoral va a originar una tormenta interna en la coalición ya que Convergencia y sus bases son una cosa y el perfil de Unió Democrática otra muy distinta.

De hecho, ya han emergido los primeros roces. Hay opiniones dentro del nacionalismo moderado que critican la falta de tacto con la que el presidente catalán ha vinculado el contenido del pacto fiscal, un nombre bajo el que se oculta la misma ecuación que la del Concierto Económico vasco, al logro de la independencia en Cataluña. “Nos hemos metido nosotros solitos en un callejón sin salida y no vamos a tener más remedio que convertir las próximas elecciones autonómicas en un plebiscito soberanista”, afirma una fuente cercana a Mas.

"Nos hemos metido nosotros solitos en un callejón sin salida", advierten las voces más críticas de CiU

Al jefe del Ejecutivo catalán le toca ahora gestionar sentimientos, asegura la misma fuente, por lo que el reto se complica, ya que CiU da por hecho que Mariano Rajoy le dará la espalda el próximo día 20 cuando venga a La Moncloa a proponerle vía libre para el pacto fiscal. Como la respuesta, lógicamente, va a ser negativa, CiU no tendrá más remedio que responder con una convocatoria electoral que las principales fuerzas políticas catalanas sitúan en la primavera.

El desafío nacionalista le crea a Rajoy un problema muy complejo, según aseguran en privado varios ministros. Pese al silencio imperante, hay una enorme preocupación en el Gobierno por la imagen que de España están ofreciendo los grandes medios internacionales en un momento en el que el país está en trance de ser rescatado. De ahí la llamada del presidente a la prudencia ya que en estos momentos carece más que nunca de margen para hacer concesiones que mermen todavía más las arcas del Estado y menos todavía que violenten la Constitución.

"Cataluña va a tener que venir a comer a nuestra mano durante mucho tiempo", se apunta en el Gobierno

Las relaciones cotidianas entre los dos gobiernos son fluidas y a la propia Generalidad le conviene que así sea. Ya ha pedido prestado al Fondo de Liquidez autonómico, todavía innato, más de 5.000 millones de euros para evitar incurrir en suspensión de pagos y poder hacer frente al pago de las nóminas y de los intereses de la deuda. El Ministerio que dirige Cristóbal Montoro no le dará este dinero de golpe, sino en tramos sucesivos, según vaya cumpliendo la comunidad autónoma con los recortes presupuestarios comprometidos. Salvando las lógicas distancias, la fórmula es muy similar a la que tendría que aceptar el Gobierno español en caso de tener que acudir, al final, al fondo de rescate europeo.

Fuentes gubernamentales recuerdan que con una deuda que supera en estos momentos los 40.000 millones de euros, Cataluña puede verse abocada después de la primavera a estar gobernada por la misma fuerza política que ahora gestiona la Generalidad, pero bastante más radicalizada. En todo caso, aseguran miembros del Gobierno, “Cataluña va a tener que venir a comer a nuestra mano durante mucho tiempo”, debido a su desastrosa situación financiera. Eso de pedir el rescate al Estado y querer salir de él corriendo encuentra difícil explicación.

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