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La Policía busca a 'Arturo', el misterioso empresario que captaba 'clientes' ricos para la mafia china

Se conoce su nombre de pila, pero no su identidad. Se sabe que la trama israelí de la mafia china prácticamente le reverenciaba por su capacidad para atraer clientes ricos ansiosos de lavar su dinero negro, pero nadie ha aportado aún datos suficientes para desvelar su verdadera filiación. Es Arturo, uno de los últimos flecos que quedan por despejar de esa enorme madeja que es la Operación Emperador. La Policía lleva meses intentando identificar y detener a este misterioso empresario español que en numerosas conversaciones es mencionado por destacados integrantes de la red de blanqueo como un conseguidor de fortunas dispuestas a pagar hasta un 3% de comisión a cambio de recibir en España, a salvo de Hacienda, el dinero que ocultaban en paraísos fiscales.

Entre los clientes que el misterioso empresario puso en contacto con la trama de blanqueo se encuentran el empresario Antonio Banús y enólogo Pedro Aznar 

El sumario que instruye el juez Fernando Andreu en la Audiencia Nacional incluye varios informes policiales en los que se califica a este personaje aún anónimo como "un individuo de una importancia capital para los intereses [de la trama de lavado], a juzgar por el empeño que dedica la organización a satisfacer con precisión las necesidades de los clientes que aquel avala". Los mismos documentos apuntan a que él fue, precisamente, quien puso en contacto a dos de los adinerados con apellidos ilustres ya identificados como presuntos 'compradores' de dinero negro: el empresario Antonio Banús Ferré, sobrino del famoso promotor inmobiliario Antonio Banús, y el enólogo y consejero de las bodegas del Marqués de Riscal Pedro Aznar.

Por ello, los interlocutores de Arturo dentro de la red de lavado de dinero eran nada menos que los máximos responsables de la misma, entre ellos François Leiser, un ciudadano belga de 73 años de edad y residente en Suiza al que los investigadores adjudican el papel de "jefe" de la trama encargada de buscar "compradores" de efectivo. Según las conversaciones telefónicas intervenidas a los implicados, Leiser se encargaba de hablar directamente con el misterioso empresario, para posteriormente dar las instrucciones pertinentes a los escalones inferiores de la red para que los clientes avalados por Arturo recibieran el dinero acordado en los plazos fijados. Uno de estos personajes intermedios era presuntamente Malka Maman Levy, alias La Sobrina, una ciudadana española de origen israelí que junto a su hijo veinteañero realizaban gran parte de las entregas físicas de los billetes a los adinerados clientes de la trama.


"De parte de Arturo"

En este sentido, la Policía destaca en sus informes que cuando el cliente venía "de parte de Arturo", como se oye textualmente en las escuchas, la organización extremaba el cuidado para que no hubiera problemas en la entrega. Si finalmente éstos se producían, Leiser no dudaba en abroncar a su subordinados, principalmente Malka, a quien en cierta ocasión llegó a amenazar con no volver a contar con sus servicios por su error. "Como me dices que es ok cuando no lo es. Eres tonta. ¿Sabes de quién es ese comprador?, Arturo. Nos puede dejar y no requerir más nuestro servicios", le espetó a voces por teléfono en cierta ocasión en la que la mujer se retrasó al acudir a una cita con uno de los españoles pudientes avalados por el empresario anónimo.

En otra conversación, se escucha como un cliente de edad avanzada recomendado por él se quejaba de que en la cantidad que le había entregado la red de blanqueo faltaban 4.500 euros. De nada sirvieron las excusas de Malka de que el dinero se lo debía haber sustraído al anciano su propia asistenta o haberlo extraviado. Leiser se vio obligado a visitar primero al cliente y, días más tarde, al propio Arturo para pedirles disculpas. En las conversaciones se sugiere que la organización tuvo que asumir la pérdida. Aunque quizá uno de los ejemplos más evidentes de la supeditación de la trama al empresario sin nombre y a su cartera de clientes se produjo el pasado 11 de enero. Ese día uno de los compradores mantuvo una conversación telefónica con el ciudadano belga instantes después de que Malka hubiera entregado a aquel una cantidad de dinero en metálico. A toda costa, Leiser intentó que el cliente llamase al enigmático personaje para hacerle llegar su satisfacción por el servicio.

Leiser: ¿Todo está bien ahora, señor?

Empresario: Eh... bueno, sí.

L: De parte de Arturo, ¿no?

E. Sí, sí, de parte de Arturo.

L: ¿Usted puede llamar a Arturo, por favor?

E: Sí, sí, yo ahora, enseguida... que acaba de llegar la persona [se refiere a Malka], yo en el momento que lo reciba ya le llamo.

L: Gracias.

El diario 'Expansión' como señal

El misterio sobre su identidad, sin embargo, estuvo a punto de ser resuelto el pasado 26 de julio, menos de tres meses antes de que se produjeran las detenciones de los principales implicados en la trama. Días antes, los agentes grabaron una conversación en la que el jefe de la trama ordenaba a La Sobrina reunirse en persona con el propio Arturo. El encuentro debía producirse a la diez de la mañana a la altura del número 15 de la Avenida del Mediterráneo, de Madrid. La mujer debía entregar a Arturo 100.000 euros y, para que ella pudiera identificarlo, él iba a llevar en la mano un ejemplar del diario Expansión. En el sumario no consta que la Policía pudiera finalmente corroborar que el encuentro se había producido.

El que sí pudo constatar fue el que se realizó días más tarde en Pamplona. En aquella ocasión, un nuevo comprador "de parte de Arturo" llamado Diego recibió una cantidad de dinero, en concreto 40.000 euros, de manos de Malka y por indicación de Leiser. Era uno más de una larga lista que periódicamente los dos integrantes de la trama chequeaban telefónicamente para comprobar que habían hecho bien las entregas. En esas relaciones en voz altas, donde las cantidades que se enumeran son en la mayoría de los casos de seis cifras, el nombre de Arturo se repite una y otra vez en referencia a los clientes que él ha aportado. De hecho, en los informes policiales se insiste en varias ocasiones que Arturo era para la red "un gran proveedor de clientes", posiblemente el que más conseguía, Por ello, la Policía ha convertido su identificación y captura en uno de los últimos grandes objetivos de la Operación Emperador.

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