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España

La CUP apuntilla al delfín de Mas y deja el proyecto secesionista sin rumbo y envuelto en polémicas

Puigdemont ningunea a ERC y vincula los indultos a la llegada de los fondos y la presión de la UE
El ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.

Hace exactamente seis meses del pacto in extremis que permitió a Carles Puigdemont hacerse con la presidencia de la Generalitat de Cataluña. Pero el exalcalde de Gerona ha encontrado numerosas piedras en su corto camino; desde el veto del Constitucional contra las leyes catalanas hasta el plantón de Juncker en Bruselas. El último hito en esta carrera de 180 días se ha saldado con el rechazo del Parlament a los Presupuestos de 2016 de su gobierno, que ha terminado por obligar al delfín de Artur Mas a someterse a una cuestión de confianza después del verano. 

Ahora, el devenir del pacto entre Junts pel Sí y la CUP se torna una verdadera incógnita. CDC, según Puigdemont, da por terminado el acuerdo de estabilidad, mientras que ERC (su socio en JxSí), lo considera aún vigente, aunque pende de un hilo. La visión de la CUP es distinta: el pacto no se ha roto, sólo ha mutado. Pero volviendo a los comienzos de la aventura de Puigdemont al frente de la máxima institución catalana, la polémica le ha envuelto desde la toma de posesión de su cargo. Se permitió no jurar ni prometer lealtad al Rey ni a la Constitución. 

Los vetos del Constitucional

Durante todo este tiempo, el sustituto de Artur Mas ha tenido que ver cómo el Tribunal Constitucional anulaba la diferentes leyes catalanas. Entre ellas, la que prohíbe el uso del "fracking". Consideró que invadía competencias estatales. Además, este mismo Tribunal admitía a trámite en mayo los recursos del Ejecutivo central contra otras tres leyes aprobadas por el Parlamento de Cataluña. La primera, sobre el impuesto a las viviendas vacías; la segunda sobre la igualdad de género; y la tercera, la que regula la actividad de los gobiernos locales. Todas ellas recurridas por el Gobierno central. Por otra parte, el TC anulaba parcialmente el decreto-ley catalán que impedía a las compañías eléctricas y gasistas a cortar el suministro a familias que no pudieran pagar las facturas, es decir, los hogares que sufren la conocida como "pobreza energética".

El deshielo con el Gobierno

Las relaciones entre el Gobierno central y el catalán parecían entrar en una fase de deshielo tras la reunión que mantuvo el 20 de abril Mariano Rajoy con Puigdemont. Más tarde fue el turno los vicepresidentes. Soraya Sáenz de Santamaría con Oriol Junqueras. Aunque las cifras dibujan en cierta medida esta tensa relación: el Ejecutivo popular ha recurrido hasta 34 normas catalanas, mientras que la Generalitat ha presentado 51 recursos contra leyes del Estado. Sin embargo, a comienzos de este mismo mes, Mariano Rajoy levantaba cierto malestar entre sus barones territoriales por hacer varios guiños a Puigdemont en un discurso en Barcelona. Ofrecía diálogo y entendimiento y se mostraba algo más tibio con el separatismo.

A comienzos de este mismo mes, Rajoy generaba cierto malestar entre sus barones territoriales por los guiños hacia Puigdemont

El plantón de Juncker en Bruselas

Pero las aventuras del actual president no se limitan a nuestras fronteras. Puigdemont decidió hacer un tour por el extranjero e intentó cerrar un encuentro con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Esta cita fue rechazada por Bruselas alegando cuestiones de "agenda". En su gira por varias ciudades de Bélgica se reunió con representantes políticos del país, pero nunca con representantes de las instituciones comunitarias. El presidente de la Generalitat catalana se excusaba después alegando que ese no era "el objetivo" de su viaje.

Tampoco logró triunfar en Londres. Allí pasó tres días sin lograr una sola entrevista de carácter oficial. No fue recibido por ningún miembro de la administración de Cameron ni por ninguno de la oposición laborista. Sí tuvo la oportunidad de verse con el ex primer ministro escocés, Alex Salmond, que presentó su dimisión tras su fracaso en el referéndum separatista. Pero Puigdemont se permitió alardear de su procés: "En Madrid están preocupados, porque saben que es imparable", decía.

El aval a la visita de Otegi

Puigdemont ha sido durante este tiempo protagonista de la actualidad. Y se vio de nuevo rodeado por la polémica al asegurar que Arnaldo Otegi tenía "todo el derecho" de acudir al Parlament y reunirse con diputados de la Comisión de Exteriores de la Cámara. Ante esto, el líder del PP en la Cámara, Xavier García Albiol, reprendía la actitud del president: "Otegi es el responsable de haber matado a más de 50 catalanes". 

Las reuniones con los candidatos

Durante su mandato, el líder catalán ha tenido que asistir a la celebración de unas elecciones generales y a un infructuoso periodo de negociaciones que terminaron desembocando en un nuevo proceso electoral. A lo largo de estos meses, el presidente de la Generalitat ha mantenido reuniones con los candidatos a la presidencia del Gobierno. Pero no con todos ha tenido la misma sintonía.

Con el líder de Ciudadanos mantuvo un encuentro cordial, aunque Albert Rivera matizaba que "nunca apoyará la ruptura" ni la independencia, a la que calificó como una "vía muerta y de tensión política". Por otro lado, Puigdemont planteaba al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que el Gobierno catalán estaba dispuesto a hablar de "fecha, de pregunta, de quórums y de incluir propuestas alternativas" en un eventual referéndum. Sin embargo, el líder socialista se mostraba rotundo: "El referéndum es ilegal".

El encuentro con Pablo Iglesias sirvió para reafirmar la apuesta de Podemos por un referéndum para resolver el encaje de Cataluña en el Estado

Puigdemont mantuvo también un encuentro con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que sirvió para reafirmar la apuesta del partido morado por un referéndum como forma de resolver el encaje de Cataluña en el Estado. Iglesias valoraba muy positivamente el tono del encuentro y negaba que el presidente catalán le hubiese reprochado un supuesto uso táctico del derecho a decidir.

Las banderas de la Copa 

Pero una de las más recientes polémicas protagonizadas por el mandatario catalán fue la de la Copa del Rey de Fútbol. Puigdemont se negaba a asistir al encuentro si la Delegación del Gobierno en Madrid no reconsideraba su decisión de prohibir a los aficionados portar banderas 'estelades'. "No puedo participar en la final de la Copa del Rey hasta que se respete el derecho de expresión de los aficionados del Barça que quieran ir con 'estelades'. Es un atentado grave", se quejaba. Pero finalmente, después que el juez tumbara el veto a las esteladas de la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, Puigdemont acabó viendo el fútbol. 

Pero el partido que debe disputar el presidente catalán no es menor. El cisma provocado por los anticapitalistas de la CUP no paraliza el proceso independentista. O, al menos, así lo ve Puigdemont. En septiembre explicará cómo piensa "culminar" lo que dijeron las urnas el pasado 27S. "Quiero acabar el encargo que nos hicieron los ciudadanos. No tiro la toalla", insistía este mismo miércoles. Para Puigdemont, el proceso independentista aún sigue latiendo y pretende usar la cuestión de confianza como una "oportunidad" para "consolidarse". Pero evita pronunciarse sobre si habrá que hacer cambios en su hoja de ruta.

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