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España

La intensidad del debate sobre la Monarquía preocupa a un Gobierno volcado en apuntalar a Rubalcaba

El inesperado anuncio de la abdicación del Rey ha sacudido con intensidad las aguas del estanque político. El Gobierno está muy preocupado mientras lanza mensajes de tranquilidad. Teme que el debate sobre la forma de Estado se aferre a la agenda durante los próximos meses, animado desde plataformas mediáticas e impulsado por las fuerzas minoritarias avaladas o reforzadas en las urnas europeas.

Agitación y demagogia

Quiere Moncloa un trámite rápido sobre la improvisada ley de abdicación, que superará su travesía parlamentaria el día 17. El Congreso será una caja de resonancia muy efectiva para escuchar a los grupúsculos menores abiertamente decididos a aprovechar el cambio de titular en la Corona para organizar una sesión de estridente, de tintes estrafalarios y decimonónicos. Cayo Lara, que se teme arrasado por Podemos, ha elevado el tono de sus proclamas hasta más allá de los límites de la decencia intelectual.

El líder de IU ha olvidado que el pacto constitucional del 78 contó con el respaldo del PCE de Santiago Carrillo. Ahora se ha puesto al frente de la manifestación contra la Monarquía, en un ejercicio de agitación en defensa de su territorio electoral, en buena parte ocupado ahora por la nueva fuerza Podemos.

La profusión callejera de banderas tricolores, himnos de Riego, invocaciones republicanas y hasta alguna que otra guillotina a la valenciana se daba por descontado en el Gobierno. Era lo mínimo después de un paso de las dimensiones del que acaba de protagonizar el Rey. Con la temporada de agradables atardeceres y noches cálidas, las plazas españolas se desbordarán cada fin de semana con intensos griteríos contra la Monarquía. Algo ya descontado.

Turbulencias en el PSOE

Mayor motivo de preocupación provoca la enorme crisis por la que atraviesa el PSOE, que suma el debate sobre la Monarquía a su particular pulso interno por la renovación. Pérez Rubalcaba es pieza clave para que el relevo institucional en la Zarzuela se produzca con los menores sobresaltos posibles. No lo está teniendo fácil porque las hornadas de los "jóvenes turcos" del socialismo no comprenden que un partido de tradición republicana se ate ahora de pies y manos en defensa de la Corona. Rubalcaba "se siente orgulloso" del pacto constitucional y no lo va a romper. La 'fuerza del sur', Susana Díaz, es de la misma opinión. Pero la tormenta no cesa.

Rajoy, desde Lisboa, salió ayer en apoyo del secretario general del PSOE, de quien elogió su "sentido de Estado" y su comportamiento "serio" y "ejemplar". Desconoce el presidente quién será su sucesor al frente del PSOE, pero no será lo mismo, según fuentes del equipo de Moncloa. Por eso hay que apuntalarlo al menos en estas jornadas históricas de tan enrarecido ambiente.

También es motivo de intranquilidad el hecho de que CiU, a última hora, optara por sumarse a las filas del PNV y anunciara que se abstendrá en la plenaria del Congreso durante la votación de la ley de abdicación. CiU, en su día, votó la Constitución, cosa que no hizo el PNV en su momento, que se abstuvo. Este cambio de postura en los nacionalistas catalanes suponen otro dato que se suma a la inquietud para el Gobierno, ya tan sólo con un aliado para sacar adelante este complicado tránsito: el PSOE.

La Corona no es problema

El Ejecutivo puso ayer sobre la mesa un nuevo barómetro del CIS en el que se demuestra que la Monarquía no supone un problema mas que para el 0,02 por ciento de los españoles. Un dato oportuno que pone en evidencia lo artificial de un debate así como lo oportunista de algunos planteamientos que, temen en Moncloa, van a subir de tono en las próximas semanas.

De ahí la decisión de la Zarzuela de llevar a cabo una ceremonia de proclamación del Rey Felipe VI en formato 'minimal', de austeridad espartana, recoleta y gris. "A la belga más que a la holandesa", comentan en el entorno de Palacio, donde juzgan que resultaría inoportuno e incongruente un despliegue de carrozas y de libreas en tiempos de crisis y agitación.

La coronación de Felipe de Bélgica, sin invitados, sin apenas guión ornamental y casi sin música, le costó al erario público poco más de 500.000 euros. Resultó una ceremonia triste y sombría. La de Guillermo de Holanda, con despliegues de armiño, ilustres invitados, trompetería y artificio, movilizó a casi 700.000 personas. Fue una jornada de gran fiesta en el país y supuso un paso importante en la vinculación de la sociedad holandesa con la Corona. La popularidad de la nueva Reina, la argentina Máxima Zorreguieta, se disparó a cifras siderales. Una inversión plenamente rentabilizada. Asunto a tener en cuenta.

Aplausos al Rey y los Príncipes

Tanto el Rey como el Príncipe recibieron ayer muestras de enorme cariño, apenas 48 horas de producido el anuncio de la abdicación. Don Juan Carlos rozó el llanto emotivo en un encuentro con empresarios el Palacio del pardo. Por la tarde, la efusión popular se disparó en la corrida de Beneficencia en las Ventas. Los Príncipes de Asturias, por su parte, muy contenidos de gestos, con la sombra de la nueva responsabilidad instalada en sus rostros, también apreciaron el calor de los asistentes a la entrega del premio Príncipe de Viana en el monasterio de Leyre, en Navarra.

Los pasos corren, el tránsito se acelera. El Gobierno quiere que todo el proceso acabe cuanto antes. En Palacio quieren las cosas algo más despacio. Pero en cualquier caso se trata de entrar en julio con la situación normalizada. Con Felipe VI reinando en España sin mayores contratiempos.

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