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España

Gallardón se siente desautorizado por Moncloa y baraja saltar del Gobierno

La polémica reforma de la ley del aborto sigue en los cajones de la Moncloa. Alberto Ruiz Gallardón, su promotor y artífice, anunció que se enviaría a las Cortes "durante el verano". Para que se cumpliera su palabra, el Consejo de Ministros tendría que darle luz verde el próximo viernes. Ya no hay más fechas. Parece que no será así y que finalmente Soraya Sáenz de Santamaría le ha ganado el pulso. Una vez más, Gallardón sale tocado. Pero en esta ocasión, en el caso de que no haya cambios de última hora, también resultará clamorosamente desautorizado.

Mariano Rajoy perdió su fe en Gallardón durante el asunto Bárcenas, cuando el ministro de Justicia fue incapaz de orientar la marcha de las famosas fiscales en el episodio más sensible de cuantos haya tenido que afrontar el PP desde que está en el Gobierno. "Ya no confía en él, le ha dejado por imposible", decían en el partido.

Reformas fallidas

Tampoco sacó adelante su reforma de la Justicia, anunciada a bombo y platillo tanto en el programa del partido como por el propio ministro. Se pretendía despolitizar uno de los tres puntales de la estructura democrática y no fue así. La reforma resultó un fiasco, se mantuvo la injerencia de las fuerzas políticas en el nombramiento del Consejo del Poder Judicial y no se cumplió nada de lo prometido. Una detrás de otra, las iniciativas de Gallardón resultaban auténticos fracasos. Su reforma judicial produjo un efecto de rechazo general, con un rosario de huelga de jueces, fiscales, funcionarios.... Un desastre.

Pero la nueva ley del aborto era una piedra de toque para su gestión. En privado, el ministro decía una y otra vez que se trataba de una iniciativa del propio presidente, que mostraba un apoyo total al proyecto y que finalmente vería la luz. Pero no contaba el titular de Justicia con la revuelta del partido, con el presidente extremeño a la cabeza. 

Monago abrió el fuego contra le ley y le siguieron desde todos los puntos de España. La nueva ley abría un frente de polémica en el seno de la formación en el Gobierno. Y no agradaba a casi nadie. Por una vez, Sáenz de Santamaría y Cospedal estaban de acuerdo. Y Pedro Arriola, el gurú demoscópico de Rajoy, alimentaba el fuego. Con esa ley, nos pegamos un batacazo electoral, advertía. Ese proyecto no podía salir. En un principio, se pretendía retirar de la ley de Zapatero la posibilidad de que las menores de 16 a 18 años pudieran abortar sin consentimiento paterno. Una atrocidad que producía un unánime rechazo. Pero fue más allá. Siempre con la anuencia de Rajoy, según el ministro. Y posiblemente era así.

Pero las encuestas jugaban en su contra y la vicepresidenta, viernes a viernes, daba largas a la posibilidad de remitirla al Congreso. Gallardón ya no sabía qué cara poner. En fechas previas a las vacaciones dijo aquello de que el proyecto "se remitiría al Congreso antes de que acabe el verano". Sólo le quedaba una bala: el próximo Consejo de Ministros. Y parece que tampoco se cumplirá su vaticinio, según ha trascendido este fin de semana. Rajoy no ha dicho su última palabra, pero no parece que vaya a acelerar el proceso. No es su estilo.

Ana Botella, segunda edición

Gallardón se siente desautorizado, molesto, irritado y fatigado. Como Botella, pero en grado superlativo. El ministro de Justicia, que milita en la formación desde los 25 años, es arrogante y prepotente y no parece capaz de digerir este revés estruendoso.

En su círculo más próximo comentaban estos días que está barajando seriamente la idea de abandonar el Ejecutivo, de hablar esta semana con Rajoy, enemigo de cambios y mudanzas, para informarle de que no puede seguir al frente de su cartera. Se siente traicionado y preterido. Quizás sea una reacción pasajera. Una lógica salida airada producida por el calentón de la gran bofetada. Pero es evidente que, si el Gobierno no envía al Parlamento la ley del aborto, Gallardón quedará en muy mal lugar ante sus compañeros del Consejo, sus subordinados y todo el partido. Y dado que entramos en tiempos preelectorales y que esta iniciativa legal produce más polémicas que adhesiones, lo razonable es que Rajoy escuche a Arriola y la deje dormir hasta mejor momento. A partir del próximo viernes, todos los focos estarán puestos en Gallardón. ¿Habrá crisis de Gobierno al margen de los planes de Rajoy? Todo es posible.

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