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La OPA de exclusión de CVNE pone más en valor la gestión de Barón de Ley

Barón de Ley es una de las medianas empresas más admiradas por los gestores.

La decisión de los directivos de CVNE de lanzar una OPA de exclusión de la compañía de la Bolsa ha significado recordar los caminos divergentes que han seguido las bodegas cuando dieron el salto al parqué hace casi veinte años. Y ha situado a Barón de Ley, la 'perla' de numerosos gestores de fondos de bolsa española, en el punto de mira de los analistas como ejemplo de empresa bien gestionada y centrada en aportar valor a sus accionistas.

Pese a que las cuentas del cierre del ejercicio fiscal 2014-2015 de CVNE muestran un beneficio neto de 13,3 millones de euros y una cifra de negocio de 77,58 millones de euros, un 443% más que durante el mismo período del año pasado, la Compañía Vinícola del Norte de España alega los costes derivados de estar cotizando como una de las razones para proponer en la próxima junta general extraordinaria de accionistas, que se celebrará en julio, la OPA de exclusión. Una excusa difícilmente creíble teniendo en cuenta que el 67% del capital social de la compañía está en manos de dos de las mayores fortunas españolas.

En un momento de recuperación de la economía española, las compañías de consumo cíclico como las dedicadas al vino de calidad, se encuentran con una buena tendencia de mercado. De hecho, el 46% de las ventas de CVNE se han producido en España, aunque su internacionalización es notable, ya que comparte negocios de distribución comercial en Francia, India y Japón. Pero el inconveniente de CVNE es su escasísimo 'free float', es decir, su escasa negociación en bolsa, concentrada en dos momentos del día. Con la exclusión, se podría conseguir una prima sobre el precio de cotización.

El inconveniente de CVNE es su escasísimo 'free float', su escasa negociación en bolsa, concentrada en dos momentos del día

En 1997 saltó al parqué junto con Bodegas Riojanas, Barón de Ley y Paternina, que también terminó saliendo de la bolsa con una operación similar. Fue el 'boom' del sector, que acudía al mercado en busca de capital para acometer una expansión de su negocio, en un momento de fuerte competencia entre las firmas dedicadas al cultivo del vino.

Barón de Ley ha destacado del resto por su visión a largo plazo del negocio, una característica que favorece al accionista a largo plazo, pero que penaliza al especulador. No en vano, Santos Ruiz procede del mundo de la banca y la auditoría y conoce de primera mano cómo funcionan los mecanismos de financiación.  La compañía siempre ha realizado amortización de autocartera con este fin y no ha remunerado con el pago de dividendos. Una circunstancia que le ha hecho reducir un 40% su capital desde hace diez años, permitiendo casi duplicar el beneficio por acción. Esta operación se ha realizado con el flujo de la caja de la compañía, lo que no ha repercutido en los costes de la firma bodeguera.

Para los numerosos fondos de inversión presentes en Barón de Ley, como los de Metagestión o Magallanes Value Investors, esto les permite participar de la revalorización de la compañía, pues son apuestas en sus carteras a largo plazo.

Hasta tal punto se ha 'abusado' de este mecanismo de amortización de autocartera, que Eduardo Santo-Ruiz ostenta ya el 43,8% de las acciones de la firma, porcentaje que subirá al 46,2% si la empresa amortiza su cartera de títulos propios del 5,3% del capital. Y en el caso de que en algún momento supere el 50%, el presidente de la compañía debería lanzar una OPA sobre el total de la misma. O empezar a pagar  dividendos. Cualquiera de las opciones sería buena para el accionista, que ha visto cómo el valor de la compañía se ha revalorizado más de un 25% desde el último trimestre del año pasado.

Estas credenciales han marcado la diferencia con CVNE, abocada a abandonar el parqué ante la falta de valor para los accionistas.

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