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No apto para cardíacos: Abengoa le hará sufrir la próxima semana

Sede de Abengoa en Sevilla.

Abengoa se ha convertido en una compañía no apta para inversores cardíacos. Y no porque tenga un negocio especialmente complicado ni sus ingresos procedan de un solo mercado. La compañía está centrada en ofrecer soluciones tecnológicas y de ingeniería a proyectos de energías renovables y medioambientales y cuenta con una fuerte diversificación internacional, en Estados Unidos y Latinoamérica.

Pero desde hace ya casi nueve meses, los inversores se han acostumbrado a mirar con recelo a la compañía con sede en Sevilla. La evolución de su cotización durante este tiempo refleja la desconfianza con los planes estratégicos y la situación financiera de la firma andaluza, aunque poco a poco iba cogiendo de nuevo impulso, hasta ganar un 43% en el año hasta el pasado martes, con cambio de consejero delegado incluido.

Sin embargo, han bastado un movimiento de la compañía con su autocartera hace una semana y un supuesto movimiento especulativo con los seguros de impago (CDS) contra su deuda el pasado miércoles para terminar de rematar su valor en bolsa.

En solo dos días su cotización ha caído un 15%, recordando los días negros de noviembre, cuando llegó a perder en dos días también un 36,5%, retrocediendo hasta 1,5 euros. Y ahora parece que sigue el mismo camino, porque este viernes ha cerrado en 2,24 euros. La compañía ha anunciado que adelantará sus resultados semestrales el próximo 31 de julio para tranquilizar a los inversores. Pero una semana es mucho tiempo para un mercado que ya no parece confiar en sus datos.

¿Qué ha pasado para que Abengoa se encuentre en esta situación? En realidad, nada resaltable si no fuera porque los inversores ya están escaldados con la falta de información de la firma andaluza sobre su situación financiera. Todo comenzó el pasado viernes 17, cuando anunció que había vendido sus acciones de autocartera (4,17% del capital) a 2,28 euros para satisfacer a los titulares de sus bonos convertibles, algo que los inversores no terminaron de entender.

El miércoles estaban convocados los analistas para una reunión cerrada hacía tiempo cuando se produjo una subida repentina de los CDS a cinco años que cubren la deuda de la compañía, muestra del nerviosismo del mercado, que comenzó a vender los títulos de la compañía. Los directivos con Santiado Seage, el nuevo consejero delegado desde mayo, a la cabeza se vieron obligados a ofrecer explicaciones en una conferencia por la tarde con los analistas de nuevo para intentar frenar la caída en picado de su cotización, adelantando algunas estimaciones.

Pero las explicaciones ofrecidas tuvieron el efecto contrario al perseguido y más que dar confianza introdujo más recelo entre los analistas, provocando las caídas bursátiles del viernes y viéndose forzados a adelantar los resultados semestrales dentro de una semana. El máximo responsable reconoció que los datos de liquidez de la compañía en realidad son mucho más inferiores de los publicados y surgieron dudas sobre los vencimientos de deuda del próximo año, lo que provocó un movimiento al alza de su bono con vencimiento en 2020, que sufrió una subida de cinco puntos porcentuales en su rentabilidad hasta el 12%.

La falta de información sobre la deuda de la compañía no ayudó a los analistas a formarse una opinión equilibrada sobre la situación de la firma, a pesar de que Seage adelantó que la facturación del primer semestre se sitúa entre 3.375 millones y 3.400 millones de euros, con un ebtida de hasta 660 millones de euros. Y la decisión de equiparar la garantía entre sus bonos senior y los convertibles no reforzó la tesis de los directivos entre los inversores.

Algo similar ya le ocurrió en noviembre, cuando se vio obligada a replantear sus cuentas trimestrales por una supuesta triquiñuela contable a la hora de incluir unos bonos calificados como 'verdes' porque sirven para financiar proyectos de energías renovables. A los analistas tampoco les gustó que la compañía dejara de ofrecer datos sobre su deuda neta. El castigo en bolsa fue muy duro y la desconfianza se instaló de tal manera entre los inversores que Abengoa tuvo que modificar los datos.

Hasta el próximo viernes, cuando ha anunciado que presentará sus cuentas semestrales, le espera una semana movida en la bolsa y en los mercados de deuda.

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