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Uber: 3 horas jugando al gato y al ratón con los taxis por las calles de Madrid

Un iPhone 5 es el único nexo de unión entre Uber y sus conductores

Sábado, 13 de diciembre. La ciudad de Madrid se encuentra a tope de gente por las calles. El día es nublado, lluvioso y plenamente invernal. Comidas de amigos y familiares, compras navideñas, planes culturales... cientos de miles de personas moviéndose en todas las direcciones y con todos los medios de transporte: bajo tierra, en autobús, en coche propio, andando, bicicleta o taxi. Entre todos estos tipos de transporte ha aparecido uno nuevo, que por el momento sólo realizan unos cientos, tal vez miles, de personas pero que amenaza con convertirse en uno de los modos para moverse en el futuro: Uber. Un coche particular, de una persona como usted y como yo, que a través de un iPhone 5 con el que sólo se puede utilizar la aplicación recoge personas y las lleva donde ellos digan, para que los trayectos automáticamente se vayan cargando en una cuenta que la empresa paga al conductor todos los lunes.

"Yo ya tengo mi trabajo, y de hecho no he salido mucho con Uber todavía porque no he tenido tiempo. Prácticamente sólo puedo los fines de semana, pero me parece una buena opción porque, si tengo unas horas libres, puedo dedicarlas a hacer algo de dinero para rentabilizar mi vehículo", comenta Manuel, el nombre ficticio del conductor que nos va a llevar durante unas horas por la ciudad subiendo y bajando pasajeros, en una actividad muy parecida a la que hace un taxi pero con varias diferencias sustanciales. Una, el precio, notablemente más barato. Otra, que la persona que lo está realizando no se dedica a esto: "Con los ingresos que me proporciona Uber yo no podría dedicarme a esto, y además no tengo interés. Pero pago muchos impuestos por mi coche, mucha gasolina, seguros, muchas multas... esto me permite recuperar aunque sea una parte ínfima de ese dinero, y tal y como están las cosas, y con lo apretada que está mi economía, para mí se ha convertido en una ayuda notable como también es Blablacar", nos cuenta.

La primera clienta, una joven ejecutiva alemana, se muestra 100% a favor de Uber y critica las tretas de algunos taxistas

El primer pitido en el iPhone nos pregunta si queremos un cliente a 8 minutos. Es un trayecto largo hasta llegar donde él se encuentra pero Manuel lo coge. Desde la Castellana hasta una zona próxima a la glorieta de Pirámides, donde se sube una joven con pinta de extranjera. Nos pide ir a Vallecas, en un trayecto para el que sólo tenemos que seguir lo que marca el GPS integrado en el iPhone. Durante el trayecto nos cuenta que es de Alemania, y trabaja como ejecutiva en una empresa norteamericana. "Realizo mi trabajo en inglés y apenas hablo español pese a que llevo más de un año viviendo en Madrid", comenta en inglés. El trayecto también nos da para saber más sobre su impresión de los taxistas de la ciudad: "Es muy mala, muchas veces me han tratado de cobrar lo máximo posible dándome vueltas innecesarias hacia los sitios. Estoy 100% a favor de Uber", nos dice. "¿Pero Uber tendrá que pagar impuestos como hacen los taxistas, no?" Le espetamos. "You're absolutely right. They must do it", dice antes de bajarse en su destino.

Ojo con los taxis

La primera experiencia ha sido excelente, toda vez que se trataba de una pasajera bien educada y un trayecto largo que ha dejado más de 10 euros en la cuenta del conductor. Para recibir la siguiente petición pasa un poco más de tiempo, pues la demanda de Uber en Vallecas es cuasi inexistente y para que vuelva a haber se debe volver al centro de la ciudad. Una vez que ya estamos por la zona de Embajadores vuelve a sonar el iPhone: Michael nos espera a tan sólo 5 minutos. Tras dar unas vueltas lo recogemos en una zona próxima al río Manzanares. Es californiano, tampoco habla español, pero está encantado con el servicio y nos dice que lleva mucho tiempo usándolo en su San Diego natal. En Madrid por negocios, tenemos que llevarlo a un hotel próximo al aeropuerto de Barajas. Otra carrera larga y otro ingreso de casi 20 euros en la cuenta de Uber, que se queda un 20% y dará a su conductor el resto. Un viaje similar en taxi valdría más de 10 euros más.

Al conductor se le ve muy alerta para evitar tener un encontronazo con taxistas. Cerca del aeropuerto es donde se han producido los casos de multas a conductores de Uber, e incluso los taxistas han acusado a conductores que realmente no lo eran. Desde la empresa americana se indicó a sus 'drivers' en su momento que negaran ser de Uber si les paraban, ya que mientras no se aclare la situación legal ahorrará problemas. Nadie puede impedir a una persona realizar un viaje en el que carga a otra gente, y nadie puede indagar la relación que existe entrambas.

El conductor, poco experimentado todavía, se muestra tenso en algunas ocasiones con taxistas cerca

Hasta ahora, pleno de extranjeros. Volvemos al centro. Uber espolea a través del iPhone 5: "Altísimos niveles de demanda en estos momentos! Sábado + lluvia = muchos trayectos! Buen momento para conectarse!", dice por SMS desde un número de Estados Unidos. El siguiente 'cliente' nos pide que lo recojamos cerca del Bernabéu. El conductor considera sospechoso un taxi libre que lleva detrás de él un rato. Al girar por una calle estrecha hacia donde se encuentra el cliente el taxi gira también, y esto pone nervioso al Uberconductor, que decide pasar de largo. "Mejor perder un viaje que arriesgarnos", dice Manuel. A los pocos segundos el cliente llama a través del iPhone 5 de Uber: "Creo que te has pasado", dice. "Dame 3 minutos que doy la vuelta y te recojo otra vez".

Con un poco de nerviosismo, porque llegaba tarde a una reunión con compañeros de trabajo, este pasajero se sube cuando volvemos a pasar por donde nos había marcado que lo recogiéramos. Es de Madrid y dice que Uber le ha regalado "más de 20 euros" en viajes gratis los últimos findes, lo que le ha permitido volver a casa sin pagar incluso a altas horas de la madrugada. Son promociones de lanzamiento. Esta carrera cuesta unos 7 euros.

Gato y ratón

La sensación es de cierta tensión por los taxis, aunque es es casi imposible 'descubrir' que un coche está llevando pasajeros con Uber. La lluvia y el tráfico dificultan la conducción, pero el chófer lleva muchos años manejando situaciones similares. En unas 3 horas Manuel consigue unos 50 euros, que le ingresarán en su cuenta la semana que viene. Su interés no es ganarse la vida con Uber, aunque otros pueden lograr algo parecido a un modesto sueldo a base de hacer muchos servicios de taxi con su coche. ¿Es esto economía compartida? Según como se mire, pero el control de los conductores y pasajeros que permite la app supera con mucho lo que puede ofrecer un servicio de taxi tradicional en cuanto a transparencia.

Desde luego, 'trabajar' un poco con Uber sí que sirve para que economías en problemas se puedan mantener haciendo un servicio con el que todos los pasajeros quedan contentos.

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