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El legado de Botín a sus accionistas: una rentabilidad por título, sin dividendos, del 3.400% desde 1986

Emilio Botín ha fallecido a los 79 años en Madrid.

En sus 28 años de mandato al frente del Banco Santander, Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos tuvo, en general, una relación tranquila con sus accionistas. Sin embargo, también recibió críticas por las continuadas ampliaciones de capital para realizar compras, primero, y para repartir dividendos, después (desde 2009), que han provocado fuertes diluciones en la acción.

El Banco Santander se convirtió a partir de los años 90 en la entidad por excelencia en la que invertir para los pequeños ahorradores. No en vano, la entidad tiene hoy más de 3,2 millones de inversores en todo el mundo. Un hecho que, obviamente, no viene propiciado por el azar.

Las cuentas son claras. Un título del banco cántabro en 1986 valía unas 37 pesetas (0,22 euros). Hoy, este mismo papel cotiza a 7,70 euros. Es decir, en estos 28 años, se ha revalorizado un 3.400%. En capitalización, esto se traduce en que ha pasado de 2.450 millones de euros a 92.300, siendo una de las 10 entidades más caras del mundo.

Un accionista que invirtió 220 euros en acciones de Santander en 1986 tendría hoy 28.800 euros brutos

A esto, además, hay que sumar la rentabilidad propiciada por los dividendos. En la era del tercer Emilio Botín de la saga, la entidad ha repartido cerca de 21 euros brutos. Un importe que a simple vista no llama la atención pero que si se tiene en cuenta que la acción se cambiaba a 0,22 euros en 1986, significa una cuantía más que relevante.

Por explicarlo con un ejemplo más clarividente, un accionista que compró 1.000 acciones de Santander en 1986 pagó por ellas 220 euros (36.665 pesetas). Sólo por la revalorización acumulada, aquella inversión alcanza hoy los 7.700 euros. Además, hay que añadir 21.000 euros brutos que la entidad le habrá pagado en dividendos. Por tanto, una inversión de 220 euros entonces, se habrá convertido en 28.700 euros brutos hoy (si vendiera sus acciones a los precios actuales).

Sin duda una rentabilidad que pocos otros productos han ofrecido en este tiempo. Lógicamente, a lo largo de la etapa de Botín las acciones de Santander han sufrido fuertes altibajos que en función de cuándo haya comprado el accionista su rentabilidad será mayor o menor (o negativa). Porque los 7,70 euros de hoy están muy lejos del récord histórico de 15,2 euros que tocó en noviembre de 2007. En aquel momento, la revalorización que habría obtenido un accionista que compró en 1986 era del 6.809%.

La acción del banco rojo tocó su máximo histórico en noviembre de 2007, 15,2 euros

En cualquier caso y a pesar de los puntos oscuros en su trayectoria, el legado de Botín en la entidad cántabra que recoge su hija Ana Patricia Botín es incontestable. Al menos en términos de negocio. Cuando Emilio Botín asumió las riendas del entonces llamado Banco de Santander, la entidad era la sexta de España y 152 del mundo con 750.000 clientes. Su presencia se limitaba a Cantabria y algunas oficinas en otras regiones. Hoy actúa en varias decenas de países, es el primer banco de España y de la eurozona, está en el top ten mundial y tiene 106,6 millones de clientes.

Los ingresos de la entidad, por su parte, no llegaban a los 1.000 millones de euros en 1986, y hoy superan los 43.000 millones. El beneficio entonces fue de apenas 160 millones, frente a los 4.370 millones del año pasado.

Botín ha fallecido por sorpresa. Nunca quiso hablar de su sucesión. En su último discurso para presentar los resultados de 2013, el pasado mes de enero, hizo un repaso a los éxitos del banco y enumeró las siete fortalezas sobre las que, a su juicio, Santander seguirá edificando su futuro: la diversificación geográfica; el foco en la banca comercial; el modelo de filiales autónomas en capital y liquidez; la prudencia de riesgos; la sólida posición de solvencia; la holgada posición de liquidez; la eficiencia y la tecnología.

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